Pablo Pineda, primer diplomado europeo con síndrome de Down y consultor de diversidad de la Fundación Adecco, ha formado parte de una mesa de diálogo en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid para debatir sobre la educación inclusiva de personas con discapacidad. Junto a Pablo, han participado en la mesa Pilar Hernández, directora general de El Pupitre de Pilu y Marc Ponce, portavoz de la Fundación Adecco.
El acto ha servido para abrir debatir sobre la diversidad y la educación inclusiva a través de las experiencias vitales de Pablo, quien ha declarado que “normalizar la discapacidad en las aulas es positivo para todos; tanto para las personas con discapacidad, que se ven estimuladas a desarrollar todas sus capacidades para seguir el ritmo de la clase, como para el resto de alumnos, que desarrollan habilidades como la empatía y la creatividad para ayudar a sus compañeros con discapacidad”.
Por su parte, Pilar Hernández, de “El Pupitre de Pilu” ha asegurado que “los profesores deben ver la discapacidad como una oportunidad para crecer como profesionales y enriquecer el ambiente de la clase, ya que aporta un elemento al que no están acostumbrados y tienen que hacer frente a nuevas situaciones”.
No sobreproteger y tener una mentalidad inclusiva
Entre las personas con síndrome de Down o algún tipo de discapacidad es muy habitual que su entorno más cercano tienda a la sobreprotección, algo que, para Pineda, no favorece la inclusión. En este sentido, Pineda ha puesto en valor la educación que le dieron sus padres como una de las claves de su éxito: “Yo he podido llegar hasta aquí gracias a que mi familia se empeñó en tratarme como a un niño más. De hecho, no supe que tenía síndrome de Down hasta que cumplí 7 años”.
“El infantilismo es una tendencia perjudicial en la que muchas personas caen; el tratar a la gente con discapacidad como si fueran niños, sin exigirles responsabilidad de sus actos, dando permisividad a todo lo que piden y justificando sus errores” añade el malagueño.
Sobre la inclusión, el malagueño opina que “desde las grandes organizaciones, como la UNESCO, se predica la inclusión laboral de personas con discapacidad, pero si no se practica desde la edad escolar, ni estas personas ni las de su alrededor habrán vivido situaciones ordinarias de inmersión. De este modo, cambiar de hábitos siempre será más complicado”.
Pilar, por su parte, intenta inculcar a sus alumnos opositores de Magisterio, futuros docentes, que “el profesor debe tener la formación y la ilusión necesaria para enseñar en aulas con diversidad de alumnado porque si no, estaríamos segregando a una parte de la población y ofreciendo un servicio incompleto a la sociedad”.