Cristian Rovira, en la actualidad presidente de Fundación Grupo SIFU, lleva más de tres décadas demostrando que es posible y necesario construir empresas donde el impacto social sea tan importante como la rentabilidad. Desde sus primeros pasos en el mundo laboral, ha defendido una visión empresarial con propósito, en un momento en que pocos entendían esa apuesta: “Nadie entendía que hacíamos las cosas con personas con discapacidad, se pensaban que éramos una fundación.”
En el 20º aniversario de Corresponsables, el autor también del libro Responsabilidad Social Competitiva reflexiona sobre la evolución de la RSE y la sostenibilidad, recordando que “lo que parecía una moda de frikis se ha convertido en un ‘must’ para cualquier organización que pretenda consolidarse en el mercado.” En este cambio de paradigma, Cristian Rovira destaca el papel de los medios comprometidos con la transformación empresarial, como Corresponsables, que en sus palabras “ha sido la primera entidad en poner el foco en la RSC como medio independiente, creando opinión y tendencia.”
«Corresponsables ha sabido dar visibilidad a quienes trabajamos por una economía más humana, promoviendo la importancia de la Responsabilidad Social en el ámbito empresarial»
Con una mirada serena y al mismo tiempo firme hacia el futuro, el también Consejero independiente del ICO e inversor en Startup, defiende que la sostenibilidad no debe entenderse como un área aislada, sino como un eje transversal que atraviesa toda la organización. “Ya no se entenderá la sostenibilidad en un ámbito concreto, sino como un 360 grados en la empresa, que englobará todos los departamentos.”
Y así, con coherencia y pasión, uno de los grandes empresarios pioneros de la RSE sigue inspirando a nuevas generaciones que, como él, creen que hacer empresa también es una forma de cambiar el mundo.
¿Cómo llegaste Cristian a la Responsabilidad Social?
Desde que empecé a trabajar, hace ya 30 años, tuve clara una cosa: quería generar un impacto positivo desde la empresa.
En aquel momento, nadie entendía que trabajásemos con personas con discapacidad desde un enfoque empresarial. Muchos pensaban que éramos una fundación asistencial. Costaba imaginar que se podía hacer bien el trabajo y, al mismo tiempo, el bien con el trabajo.
“Quería generar un impacto positivo desde la empresa”
Pero siempre supe que era posible unir esos dos mundos. Con esfuerzo, dedicación y una visión clara, demostramos que un modelo empresarial socialmente responsable no solo es viable, sino necesario. Esa convicción ha guiado mi camino desde entonces.
Tuvo que ser muy complicado impulsar Sifu en aquella época, ¿qué os decían los que no entendían que trabajaseis con personas con discapacidad desde un enfoque empresarial? ¿Qué respuesta les dabais para intentar convencerlos?
No trabajábamos con personas con discapacidad, trabajábamos con personas “minusválidas”, que literalmente quiere decir “menos válidas”. Hace 30 años no existía el término discapacidad como se entiende hoy, y era mucho más complicado hacer ver que esas personas podían desempeñar un trabajo bien hecho y de forma profesional.
La única respuesta posible era demostrarlo con hechos: con calidad y profesionalidad. Invertimos mucho en imagen para transmitir seriedad y confianza, y nos certificamos con la ISO para acreditar que nuestros procesos se ejecutaban como en cualquier empresa referente del sector.
“Nadie entendía que trabajásemos con personas con discapacidad desde un enfoque empresarial”
Recuerdo especialmente la anécdota de un empresario que, cuando le expliqué lo que hacíamos y cómo lo hacíamos, me ofreció dinero para ayudar al proyecto… pero no quiso contratar nuestros servicios. Aún costaba entender que no pedíamos ayuda, sino oportunidades.
¿Cuándo empezaste a escuchar de la RSE y cuándo viste que valía mucho la pena conectar el mundo de la discapacidad con el de la RSE?
En foros como Corresponsables y de la mano de políticos comprometidos, como Carles Campuzano, se empezó a extender el término de Responsabilidad Social Empresarial.
«La Sostenibilidad estará en el centro de la toma de decisiones, y será un criterio tan importante como la rentabilidad o la eficiencia»
Fue entonces cuando me di cuenta de que había un abanico de personas, empresas e instituciones que compartían nuestra visión: que era perfectamente compatible hacer un trabajo profesional y, al mismo tiempo, generar un impacto positivo. Por eso decidí sumarme al mundo de la RSE. Teníamos muchos elementos en común y, sobre todo, un mismo propósito: contribuir a construir un mundo mejor para todos.
¿Cómo era el panorama de la RSE en esos inicios, comparado con la situación actual?
El concepto de RSE ni siquiera se entendía en sus inicios. Cuando uno salía de la universidad, parecía que solo había dos caminos claros: trabajar en una ONG si querías cambiar el mundo, o montar una empresa si lo que buscabas era ganar dinero.
La sostenibilidad ya no es una opción; es una condición necesaria para la continuidad y el éxito de cualquier organización”
Estaba muy marcado ese límite entre lo social y lo empresarial. Nadie imaginaba que existía una tercera vía, una en la que podías tener una empresa que no solo buscara beneficios, sino que también contribuyera a dejar un mundo mejor. Afortunadamente, hoy esa mentalidad ha cambiado, y lo vemos reflejado en la evolución de las empresas y en el crecimiento de la RSE, que ha pasado de ser una opción a convertirse en una necesidad.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos o barreras que te encontraste en esa etapa inicial?
La incomprensión, sobre todo. En esa etapa inicial, existía una gran distancia entre el mundo social y el mundo empresarial. A muchos les costaba entender que un proyecto empresarial también podía ser profundamente humano, que se podían combinar los beneficios económicos con un impacto social positivo.
Además, no había referentes claros ni marcos establecidos en los que basarse. Era un terreno desconocido, y la única forma de avanzar era confiar en que ese modelo podía funcionar. Fue una cuestión de intuición, de fe en que podíamos demostrar que un modelo de negocio responsable era viable y necesario para el futuro.
¿Qué factores ayudaron en aquel momento a que esa gran distancia entre el mundo social y el empresarial fueran disminuyendo y se fuera avanzando en estos temas?
La clave fue poner el factor social no como el principal, sino como un valor complementario en la contratación de nuestros servicios. Los factores clave para nosotros siempre fueron la calidad del servicio, la profesionalidad y un precio competitivo. Nuestra estrategia era demostrar que podíamos ofrecer lo mismo o incluso más que cualquier empresa convencional, pero con el valor añadido de generar un impacto social positivo.
La sostenibilidad, para ser real, tiene que ser integral”
Queríamos que el factor social fuera secundario, porque cuando alguien te contrata solo por ese aspecto, lo hace una vez. Sin embargo, cuando alguien te elige por la competitividad, el precio o el servicio, eso hace que repita la contratación, lo que a su vez significaba más oportunidades de empleo para las personas con discapacidad.
¿Qué cambios significativos has observado en la RSE desde entonces hasta ahora?
Todo ha cambiado. Lo que en su momento parecía una rareza, casi una excentricidad, hoy se ha convertido en una exigencia fundamental dentro del entorno empresarial. La Sostenibilidad ya no es una opción, es una condición necesaria para la continuidad y el éxito de cualquier organización. Las empresas ya no pueden permitirse ignorar su impacto social, ambiental y económico.
Afortunadamente, no ha sido necesaria una gran reforma legislativa para impulsar este cambio. Ha sido la propia sociedad, con sus demandas y expectativas crecientes, la que ha empujado a las empresas a transformarse y a integrar la Responsabilidad Social en su modelo de negocio, entendiendo que los negocios que no son responsables están condenados a quedar atrás.
¿Cómo ha cambiado la actitud de los empresarios hacia la Sostenibilidad? ¿Qué papel juegan los líderes empresariales en este cambio de mentalidad?
Cada vez hay un porcentaje mayor de empresarios que ven la Sostenibilidad como algo estratégico dentro de su compañía, entendiendo que no es solo una tendencia, sino una necesidad para el futuro de sus negocios. Además, el propio mercado está empujando a las empresas hacia la Sostenibilidad.
De una manera u otra, el avance está siendo notable, aunque todavía tenemos un largo camino por recorrer para que la Sostenibilidad se convierta en un eje transversal en todas las empresas, sin distinciones.
¿Cuáles consideras que han sido los hitos más relevantes en esta evolución?
El mayor hito ha sido, precisamente, ese cambio de mentalidad colectiva. El hecho de que la sociedad haya hecho suyo este discurso sobre la Sostenibilidad y lo haya incorporado a su forma de consumir, de emprender y de relacionarse con las marcas. Hoy en día, los consumidores no solo exigen productos o servicios de calidad, sino que también demandan que las empresas se comporten de manera ética y responsable.
«La RSE ha pasado de ser una opción a convertirse en una necesidad»
Esta transformación cultural es, sin duda, el motor que ha impulsado todos los demás avances en el ámbito de la Responsabilidad Social Empresarial. Gracias a este cambio, las empresas ya no pueden permitirse ser ajenas a los problemas sociales y ambientales, y la Sostenibilidad se ha convertido en un criterio clave en la toma de decisiones empresariales.
¿Qué lecciones personales te ha dejado esta trayectoria?
He aprendido que la Sostenibilidad, para ser real y efectiva, tiene que ser integral. No basta con ser socialmente responsables si no somos sostenibles económicamente. Del mismo modo, no basta con generar beneficios si no consideramos el impacto que nuestras acciones tienen en la sociedad y el medio ambiente.
«El mayor hito ha sido el cambio de mentalidad colectiva»
Es posible y, de hecho, es imprescindible conjugar estos aspectos para construir algo duradero y auténtico. Solo así podemos garantizar que el modelo de negocio no solo sobreviva, sino que también contribuya al bienestar colectivo a largo plazo.
¿Quiénes consideras que han sido los pioneros o referentes más influyentes en tu camino?
He tenido la suerte de coincidir con personas extraordinarias a lo largo de mi trayectoria. Paco Martín Frías, Josep Santacreu… y, por supuesto, Corresponsables, ya que desde el primer día ha sabido dar visibilidad a quienes trabajamos por una economía más humana, promoviendo la importancia de la Responsabilidad Social en el ámbito empresarial.
Además, conocí a Marcos González antes incluso de conocer el proyecto editorial, y tuve claro que me sumaría a cualquier iniciativa que él liderara. Compartimos valores y visión.
Siempre se comenta de la importancia de que la alta dirección apueste por la RSE, ¿qué recuerdas de aquellos primeros empresarios visionarios como los que has mencionado?
Recuerdo ponencias con muy poca gente, lo que reflejaba el desconocimiento de la época. También recuerdo la tenacidad con la que seguimos adelante, convencidos de que estábamos sembrando algo que, aunque tardaría, daría frutos.
Al cabo de dos años, lo que parecía impensable, como llenar auditorios hablando de RSE, se consiguió gracias a la insistencia y a la creencia firme en que no había más futuro que la RSE. Esa fue la clave: la perseverancia y la convicción de que este enfoque iba a transformar el mundo empresarial.
¿Puedes compartir algún caso de éxito emblemático en tu trayectoria?
SIFU, sin duda. Es el ejemplo claro de cómo un proyecto puede ser empresarialmente viable y, al mismo tiempo, socialmente transformador. A lo largo de los años, hemos demostrado que es posible generar valor económico y ofrecer oportunidades reales a personas con discapacidad, integrándolas de manera en el mundo laboral.
Este equilibrio entre la Sostenibilidad económica y el impacto social ha sido la clave de nuestro éxito y, sin duda, es nuestro mayor orgullo. Ver cómo el proyecto ha crecido y ha permitido cambiar la vida de tantas personas es algo que me enorgullece.
¿Cómo lo habéis conseguido? ¿Cuáles son las claves para hacer compatible la necesaria rentabilidad empresarial con la apuesta clara por la sostenibilidad en sentido amplio de la palabra?
Lo hemos conseguido y nunca me cansaré de insistir mediante una imagen muy profesional y poniendo por delante valores como la profesionalidad, el servicio bien hecho y un precio competitivo. En un mercado como el actual, la única manera de convencer es demostrando que se puede ser competitivo tanto profesionalmente como socialmente.
«Hoy en día, los consumidores no solo exigen productos o servicios de calidad, sino que también demandan que las empresas se comporten de manera ética y responsable»
La clave está en la integración de estos valores, logrando un equilibrio donde la rentabilidad empresarial no solo se busca, sino que se alcanza sin sacrificar el impacto social. Es cierto que solo por el factor social no se puede subsistir, pero si logras ser competitivo en ambos ámbitos, es cuando se consigue la verdadera Sostenibilidad.
En 2016 lanzaste el libro Responsabilidad Social Competitiva tachando en la portada la palabra ‘corporativa’… ¿por qué lo hiciste y cuáles son las principales aportaciones del libro a este tema?
La decisión de tachar la palabra “corporativa” en la portada del libro Responsabilidad Social Competitiva no fue casual. Lo hice porque muchas veces la Responsabilidad Social se ha entendido como algo accesorio, como un apéndice dentro de la estructura de la empresa, fácilmente prescindible cuando vienen mal dadas. Es habitual que, ante una crisis, uno de los primeros departamentos en sufrir recortes sea precisamente el de RSE.
Por eso quise reivindicar una visión diferente: cuando la Responsabilidad Social forma parte del core del negocio, como un auténtico elemento diferenciador, ya no se puede separar de la estrategia empresarial. En el libro presenté casos concretos de empresas de distintos sectores y países que habían logrado precisamente eso: integrar el factor social en el corazón de su proyecto empresarial, y convertirlo en una verdadera ventaja competitiva. Ése, para mí, es el camino hacia una RSE real, duradera y transformadora.
En el libro, comentas, entre otras muchas cosas, que las empresas se han acostumbrado a lavar muchas de sus malas prácticas con acciones de Responsabilidad Social, pero en la mayoría de los casos se trata de meras campañas de relaciones públicas. Es el famoso greenwashing… ¿cuáles son las claves para lograr que la comunicación de la Sostenibilidad sea creíble, confiable y aporte valor?
La única manera de que la comunicación en Sostenibilidad sea creíble es que sea verdadera. No hay atajos. Si lo que se comunica no responde a una realidad coherente y transparente, más tarde o más temprano, eso se acaba notando y tiene consecuencias muy negativas para la reputación y para el futuro del proyecto empresarial.
¿Cómo imaginas el futuro de la RSE y la Sostenibilidad?
Estoy convencido de que la Sostenibilidad será un eje transversal en todas las organizaciones. Ya no se entenderá como un área separada, un departamento aislado o una acción puntual para mejorar la imagen de marca. Será una perspectiva global, un enfoque de 360 grados que atravesará todos los departamentos de una empresa: desde las finanzas hasta los recursos humanos, desde la estrategia comercial hasta la producción.
La Sostenibilidad estará en el centro de la toma de decisiones, y será un criterio tan importante como la rentabilidad o la eficiencia. Esa integración profunda, estructural, es el futuro.
Aunque la Sostenibilidad es hoy una condición para el éxito de las empresas, ¿crees que aún existe resistencia entre algunas organizaciones a integrar la RSE en su núcleo estratégico? ¿Qué consejos le darías a una empresa que aún duda de la rentabilidad a largo plazo de ser responsable?
Actualmente, tanto el poder ejecutivo como el propio mercado están obligando a todas las empresas a virar hacia la integración de la RSE en el núcleo de su estrategia. Por un lado, la legislación, tanto la que ya ha llegado como la que está por venir, marcará estándares más exigentes en términos sociales, ambientales y de buen gobierno.
Por otro lado, el consumidor de hoy, cada vez más informado y con valores más sólidos, exige a las marcas un compromiso real y transparente con la Sostenibilidad. Por eso, cualquier empresa que quiera perdurar en el tiempo estará obligada a desarrollar políticas de Responsabilidad Social que no solo mejoren su entorno, sino que también refuercen su propia viabilidad.
¿Qué papel deberían asumir las nuevas generaciones en este proceso?
Un papel clave, sin ninguna duda. Las nuevas generaciones han crecido con valores que muchos de nosotros hemos tenido que aprender o incorporar con el tiempo. Para ellas, la Sostenibilidad no es una opción, ni una moda pasajera, sino algo natural, casi instintivo.
Y eso no solo influirá en su forma de consumir —mucho más consciente y comprometida—, sino también en la manera en que emprenden, en cómo conciben los negocios y su impacto en la sociedad. Ellos y ellas serán quienes consoliden este modelo de empresa como un verdadero canal de transformación social.
¿Cómo crees que los jóvenes pueden acelerar el proceso de transformación hacia modelos empresariales más sostenibles y responsables?
Afortunadamente, la juventud actual tiene valores más consolidados y desarrollados en lo que respecta al futuro del planeta, la diversidad y la inclusión. Hoy en día, el porcentaje de proyectos empresariales impulsados por jóvenes que ya incorporan factores de Sostenibilidad o Responsabilidad Social es significativamente mayor. Eso significa que, en los próximos años, veremos una auténtica multiplicación de iniciativas empresariales con un fuerte componente social.
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