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Con más de dos décadas impulsando la Sostenibilidad desde la empresa, la universidad y el diálogo multiactor, Gustavo A. Yepes López se ha convertido en una de las voces más respetadas en Colombia y en muchos países de América Latina en materia de Responsabilidad Social. “La Sostenibilidad no se impone, se construye colectivamente”, afirma el profesor y directivo del Centro de Sostenibilidad de la Universidad Externado de Colombia, que lleva años sembrando pensamiento crítico y herramientas de transformación desde la base.
“La Sostenibilidad no se impone, se construye colectivamente”
Sus inicios se remontan a 1998, cuando descubrió el potencial de las empresas como agentes de desarrollo a través de un programa pionero con pymes. Desde entonces, ha liderado proyectos formativos que hoy reúnen a miles de estudiantes y empresas en torno a una visión práctica y exigente de la Sostenibilidad. “Muchas compañías aún no entienden la Sostenibilidad como algo estratégico”, advierte. Su trayectoria, a caballo entre la acción, la docencia y la reflexión, está marcada por una constante: formar personas que se atrevan a cuestionar lo aprendido para construir nuevos caminos.
Desde sus tiempos de doctorado en España, el Doctor en Ciencias Empresariales de la Universidad Antonio de Nebrija recuerda con cariño cómo conoció a Corresponsables y a su fundador, Marcos González: “No estaba dispuesto a quedarme por segunda vez sin un ejemplar de la revista”. Hoy, destaca su papel pionero como altavoz y dinamizador de la RSE en todo Iberoamérica, y nos deja una lección esencial para los próximos años: “El futuro no se prevé, se construye. Y depende de que sepamos hacer lo correcto, no solo lo posible”.
¿Qué fue lo que te llevó a vincularte al ámbito de la Sostenibilidad y la RSE?
Mi recorrido en este ámbito comenzó en 1998, en una fundación de origen suizo dedicada al apoyo de micro, pequeñas y medianas empresas en América Latina. Participando en proyectos de desarrollo junto a empresas, comprendí el enorme potencial que tenían estas organizaciones para ir más allá de sus operaciones comerciales y convertirse en verdaderos agentes de transformación social.
“Los conocimientos actuales sobre Sostenibilidad son aún subóptimos y deben ser desafiados”
Pronto entendimos que la colaboración con el mundo académico era fundamental para escalar ese impacto, y fui designado responsable en Colombia de un proyecto que buscaba fortalecer las capacidades de alumnos y profesores de escuelas de negocios. El objetivo era claro: apoyar a las pymes a través de alianzas entre sociedad civil, academia y empresa. Ese fue mi punto de partida en un camino que, aunque entonces parecía incipiente, ya se orientaba hacia el desarrollo sostenible.
¿Cuál fue tu primera iniciativa significativa en la RSE? ¿Qué supuso para ti?
Aunque este no fue el primero de mis proyectos, sí lo considero como uno de los más representativos por lo que significó más adelante. En 2006, el Banco Interamericano de Desarrollo estaba promoviendo la Responsabilidad Social Empresarial en la región y, a través de socios locales como Cámaras de Comercio, hicieron una convocatoria para formar a los primeros consultores en Responsabilidad Social Empresarial en Colombia. La Universidad Externado fue seleccionada para ofrecer un diplomado dirigido a unos 120 consultores en cinco ciudades: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena.
“Muchas compañías aún no entienden la Sostenibilidad como algo estratégico”
Este programa fue todo un reto, no solo por ser el primero, sino por el hecho de que todo consultor, por definición, debe tener experiencia, y con los procesos de formación tradicional es difícil lograr esto. Así que, teniendo en cuenta la experiencia que teníamos en la Facultad de Administración de Empresas con el programa de apoyo a las pymes, nos dimos a la tarea de incluir dentro del programa de formación una asesoría real a una empresa.
Desarrollar los contenidos, las herramientas y conseguir a más de 50 empresas interesadas en un tema tan novedoso, y en tan corto tiempo, no fue fácil. Pero sí fue muy satisfactorio e inspirador, porque nos dio las bases para muchos otros proyectos futuros.
¿Si echamos la vista atrás, cómo describirías el panorama de la RSE cuando comenzaste en comparación con la situación actual?
Hace 20 años la situación era muy diferente, especialmente por el desconocimiento general sobre el tema y el poco interés que despertaba, sobre todo entre las empresas. Siempre he creído que quienes trabajábamos en esto parecíamos a los loquitos que gritan en las calles que el mundo se va a acabar.
El apoyo para proyectos era bien escaso. La participación empresarial se reducía a unas pocas compañías grandes que, por instrucciones de sus casas matrices, comenzaban a dar sus primeros pasos. Un ejemplo claro de esta situación se puede ver en la convocatoria de uno de los programas que dirijo: Primeros Pasos en RSE.
“Siempre he creído que quienes trabajábamos en esto parecíamos a los loquitos que gritan en las calles que el mundo se va a acabar”
En sus inicios, conseguir empresas participantes era extremadamente difícil. Comenzamos en 2007 con un grupo de 30 estudiantes y solo tres empresas que se arriesgaron a trabajar con nosotros. Hoy contamos con más de 650 empresas participantes, los cupos se llenan inmediatamente y, de hecho, ya tenemos lista de espera.
¿Qué barreras y desafíos encontraste a la hora de implementar la RSE en sus primeras etapas?
Creo que fueron muchas las barreras que se presentaron, entre las que se destacan el desconocimiento del tema, las malas interpretaciones, el desinterés de algunos sectores de la economía y de ciertas instituciones del Estado. Pero creo que la más significativa, y que incluso aún persiste, es la dificultad para entender la integralidad de la Sostenibilidad dentro del negocio.
Como solución de mercado, la Sostenibilidad corporativa está soportada por condiciones externas a la empresa que generan incentivos para llevar a cabo transformaciones organizacionales. Eso implica dar respuesta adecuada a esas expectativas externas mediante acciones internas que, para ser efectivas, deben ser estratégicas y generar valor.
“No traguen entero. Cuestionen lo que se enseña y construyan sus propias respuestas”
Esa, en mi opinión, sigue siendo la barrera más grande que aún enfrenta la Sostenibilidad corporativa. Solo con una mente dispuesta, con suficiente información, ingenio y creatividad, podremos superarla.
¿A lo largo de tu trayectoria, seguro que has conocido casos que reflejan no solo luces, sino también sombras en la RSE. ¿Recuerdas alguno especialmente ilustrativo?
Sí, hay un ejemplo que siempre me ha parecido muy revelador. Una importante empresa de bebidas lanzó en Colombia un producto dirigido a niños y, como parte de su estrategia de RSE, lo llevó a una comunidad indígena en el departamento de La Guajira con el objetivo de contribuir a su nutrición. Sin embargo, diversas circunstancias y formas de gestionar la iniciativa desembocaron en un resultado muy negativo para la compañía.
“El diálogo real con los grupos de interés es lo que convierte una buena intención en un verdadero impacto”
Este caso pone de manifiesto cómo no todas las acciones de RSE son apropiadas si no están respaldadas por un conocimiento profundo del entorno, una comunicación transparente y, sobre todo, un diálogo real con los grupos de interés. La falta de escucha y de una comunicación de doble vía puede convertir una buena intención en un problema reputacional y social importante.
¿En aquellos primeros años, cuando la Sostenibilidad apenas se abría camino, hubo alguna iniciativa o encuentro que te resultara especialmente revelador o inspirador para seguir adelante?
Sí, hubo un momento que recuerdo con mucho cariño. Mientras cursaba mi doctorado en España, asistí a un evento de Forética y, a la entrada, me encontré con un joven entusiasta que repartía una nueva revista especializada en Responsabilidad Social. Cuando llegué, ya no quedaban ejemplares y me quedé con las ganas de conocer esa propuesta editorial tan novedosa y valiente para la época.
Años más tarde, tuve la oportunidad de asistir a un evento en Bogotá y, para mi sorpresa, ese joven emprendedor español estaba allí como uno de los conferencistas. Al finalizar la conferencia, me acerqué y le pedí un ejemplar de la revista. Le conté que la primera vez me había quedado sin copia y que no pensaba irme sin ella. Con una sonrisa, Marcos González me entregó una de sus revistas, junto con su tarjeta de presentación y la invitación a seguir conversando sobre estos temas.
¿Desde entonces, qué papel crees que ha tenido Corresponsables en el impulso de la Sostenibilidad empresarial en estas dos décadas?
Para mí, Corresponsables ha sido, sin lugar a duda, un pionero. Se atrevió a incursionar en un tema nuevo y, además, sensible, apostando por una mirada profunda, rigurosa y comprometida de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad.
“Corresponsables ha sido un pionero que se atrevió a incursionar en un tema sensible, con profundidad y valentía”
Durante estos 20 años ha mantenido ese espíritu valiente e inspirador, sirviendo de referencia a muchas otras iniciativas editoriales en Iberoamérica. Gracias a su constancia y actualidad, ha ofrecido a miles de lectores información útil, oportuna y de calidad que ha contribuido a entender mejor los grandes desafíos y oportunidades que supone avanzar hacia modelos empresariales más responsables. Su papel como dinamizador del ecosistema ha sido, sin duda, clave.
¿A lo largo de tu carrera en RSE, cuáles han sido las principales lecciones que has aprendido?
Durante estos años he tenido muchísimas lecciones, pero si he de destacar una, diría que el logro de la Sostenibilidad requiere de un profundo cambio cultural. Por eso, al socializar y comunicar temas tan complejos como el desarrollo sostenible, la Responsabilidad Social y otros asuntos relacionados, he aprendido que es fundamental tener en cuenta diversos elementos.
“El pensamiento crítico debe acompañar siempre al trabajo por la Sostenibilidad”
Primero, la contundencia en el mensaje, para exponer la realidad con precisión. Segundo, la simplicidad, para evitar suposiciones o malentendidos. En tercer lugar, una perspectiva amplia, que dé voz a todas las posiciones y promueva la tolerancia. También, el soporte científico, que permita analizar los hechos, justificar decisiones y desarrollar criterio. Y, por último, pero no menos importante, la necesidad de promover la reflexión, con el fin de gestar cambios de mentalidad y comportamiento.
¿Qué hitos destacarías como claves en la evolución de la RSE en estas dos décadas?
Creo que quienes venimos trabajando en este tema desde hace más de 20 años hemos podido identificar tres grandes etapas, que de algún modo aún coexisten.
La primera es la que podríamos llamar tradicional, en la que las empresas expresaban su compromiso social a través de donativos, fundaciones o apoyo a causas nobles. Incluso en muchos casos participaban en la vinculación de comunidades vulnerables a proyectos productivos. Pero lo hacían sin cambiar internamente: la empresa permanecía igual.
Una segunda etapa surgió a finales de los 90, cuando las empresas comenzaron a reconocer los impactos negativos de sus decisiones y operaciones sobre la sociedad y el medio ambiente. En este periodo se introdujeron nuevos modelos y muchas compañías iniciaron procesos de reflexión estratégica, adoptando estándares internacionales, movidas por las crecientes expectativas de sus entornos y los mercados.
Y la tercera etapa, más reciente, está marcada por una sociedad que exige cada vez más a las empresas. Como anticipó en los años 70 el economista Paul Samuelson, ahora se les pide que controlen no solo su operación directa, sino toda su cadena de suministro, pese a que sea larga, compleja y opaca. Este momento se caracteriza por una serie de nuevas regulaciones, como las leyes de debida diligencia en derechos humanos y medio ambiente, o las normativas contra la deforestación en regiones como el Amazonas.
¿Podrías compartir alguna otra experiencia especialmente significativa, tanto positiva o negativa, de tu trayectoria?
Obviamente, durante todos estos años he vivido experiencias de todo tipo. Una, que aunque hoy recordamos de manera jocosa, en su momento fue bastante difícil, también nos enseñó mucho.
En la Facultad de Administración de Empresas del Externado de Colombia tenemos un programa de asesoría a pymes llamado Primeros Pasos en RSE, que lleva ya 17 años funcionando. En él participan estudiantes de pregrado y maestría junto a docentes experimentados, con el objetivo de integrar criterios internacionales de Sostenibilidad en la gestión de las empresas.
«Mi mayor contribución no está en los resultados, sino en las semillas que pude sembrar en otras personas”
En una de las primeras ediciones del programa, durante la presentación final del diagnóstico de una de las empresas participantes, uno de los estudiantes dijo textualmente: “Esta es una empresa corrupta”. Obviamente, su intención no era acusar a la empresa, sino explicar que había obtenido una baja calificación en el criterio de lucha contra la corrupción. El empresario, aunque sorprendido, terminó entendiendo la situación.
Fue un momento incómodo, pero también una lección importante sobre la necesidad de revisar cuidadosamente el lenguaje, las categorías utilizadas y la forma de comunicar los resultados, para ser siempre constructivos. Desde entonces, establecimos protocolos detallados para cada fase del programa.
¿Hay algún otro caso de éxito que te haya marcado especialmente en estos años?
Una de las iniciativas a la que le tengo más cariño es la Red de Suministro Responsable, porque surgió de procesos de investigación que nos permitieron identificar nuevos desafíos para las empresas. Además, es un ejercicio colaborativo con un impacto significativo, que espero pueda replicarse en otros países de la región.
La Red fue lanzada en 2015 junto con la Red Colombiana del Pacto Global de las Naciones Unidas, con el objetivo de impulsar el desarrollo de las pymes. Comenzó con seis organizaciones socias líderes en Sostenibilidad, que invitaron a sus proveedores, distribuidores o clientes a sumarse al programa. Los estudiantes del Externado, formados como consultores, acompañan a estas pymes en tres líneas de trabajo: mejora de eficiencia, reducción de riesgos e impulso a la innovación.
A diciembre de 2023, la Red contaba con más de 30 aliados, siete ediciones del programa Plan Padrinos, con hasta 2.908 empresas y 5.869 estudiantes, y dos ediciones del programa Primeros Pasos en RSE, con 606 empresas y 1.447 estudiantes.
¿Qué consejo darías a los profesionales jóvenes que se inician en Sostenibilidad?
La complejidad y amplitud de enfoques en torno a la Responsabilidad Social Empresarial genera muchas perspectivas y posibilidades. Por eso, creo que hay un consejo fundamental que intento promover siempre entre mis estudiantes: no den todo por sentado. Es clave que comprendan que los conocimientos y herramientas que están aprendiendo en este momento no necesariamente son la respuesta definitiva.
Les animo a que los evalúen críticamente, tanto los conocimientos como las herramientas, bajo la lupa de otras perspectivas y paradigmas. En mi opinión, esa es la única manera de comprobar su eficacia real y descubrir, en ese proceso, la necesidad de construir nuevas aproximaciones que respondan de forma más adecuada a los retos que nuestra civilización está enfrentando.
Los datos científicos y la observación empírica nos muestran con claridad que los modelos actuales de responsabilidad empresarial y Sostenibilidad son aún subóptimos, y no logran dar respuesta plena a las verdaderas necesidades sociales, ambientales y económicas de nuestro tiempo.
Por eso insisto en que el consejo clave para los futuros profesionales es que no traguen entero, que cuestionen lo establecido, que exploren lo ya desarrollado desde otros paradigmas y con métricas objetivas. Esa es, en mi opinión, la única forma de que entiendan que su papel no es simplemente aceptar y seguir lo que ya está escrito, sino más bien retar los conocimientos tradicionales cada día, y atreverse a construir nuevas respuestas.
Porque solo con esa lógica crítica, abierta e innovadora tendremos una verdadera oportunidad de resolver los enormes desafíos que enfrentamos como humanidad.
¿Cómo ves el futuro de la RSE? ¿Qué retos y oportunidades anticipas para las próximas dos décadas?
En nuestra historia reciente, la humanidad nunca se había enfrentado a tal nivel de incertidumbre sobre su futuro. Ni siquiera los más avezados futurólogos se atreven hoy a predecir con claridad qué va a ocurrir en los próximos 30 años.
Pero si nos basamos en la premisa de los prospectivistas, que dicen que el futuro no se prevé, sino que se construye, creo que actualmente nos encontramos en una encrucijada que nos plantea, entre muchas otras, dos alternativas extremas.
Por un lado, está el camino de un desarrollo tecnológico abrumador, de crecimiento rápido y explosivo, que podría llevarnos a tener que habitar destinos sintéticos, como Marte u otros planetas que lleguen a ser habitables. Por otro, está el camino del crecimiento de la conciencia interior y del desarrollo personal, que nos llevaría a buscar una armonía más profunda con los seres humanos y con la naturaleza.
¿Cuál considera que ha sido su mayor contribución al campo de la RSE?
Pese a que, con mucho esfuerzo y algo de suerte, he podido publicar algunos estudios originales que han contribuido a la generación de nuevo conocimiento, y he sido parte de procesos de formación y difusión que han llegado a muchas personas, así como de proyectos complejos que han generado cambios reales en diversas empresas, creo que mi mayor contribución no ha sido el impacto cuantificable de todo eso.
Mi mayor aportación, más bien, ha sido la semilla que pude sembrar en algunas de las mentes y corazones con quienes tuve el privilegio de compartir esta pasión.
¿Cómo le gustaría que le recordasen en el ámbito de la Responsabilidad Social?
Ésta es una pregunta difícil, porque generalmente uno no piensa en eso. Me ha hecho reflexionar más sobre el futuro que sobre el pasado, como habría de esperarse, y me ha llevado a pensar en aquello que más me he empeñado en transmitir a lo largo de mi carrera profesional. Rápidamente vino a mi mente una palabra que he buscado intencionadamente que defina los mensajes que envío sobre Sostenibilidad: pensamiento crítico.
Cualquier persona puede buscar información sobre conceptos, prácticas o herramientas relacionadas con el desarrollo sostenible. Pero en mis conferencias, en mis clases, en mis publicaciones e incluso en mi programa de radio, creo que hay tres características que se reflejan con claridad en mi forma de comunicar: una actitud de tolerancia y apertura, una dosis de escepticismo, y una aproximación basada en la racionalidad del análisis.
Si eso forma parte de la manera en que se me recuerde, me daré por satisfecho. Incluso si eso implica que algunos me tilden de apocalíptico en un mundo que valora tanto el optimismo. Porque, al final, lo verdaderamente importante no es cómo nos califican, sino cómo podemos contribuir a aumentar las posibilidades de que los seres humanos podamos vivir mejor en este planeta y hacerlo de manera indefinida.
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