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En un momento clave para la redefinición de los valores empresariales, pocas voces combinan tanta experiencia en Comunicación, Salud y Sostenibilidad como la de Montserrat Tarrés Ferran, durante muchos años Directora de Comunicación Corporativa del Grupo Novartis en España y en la actualidad de RemAb Therapeutics. Desde sus inicios, Tarrés ha vivido la evolución de la Responsabilidad Social no como una tendencia, sino como una convicción. “La RSE me ofrecía una forma concreta de conectar valores personales y profesionales”, explica. Esta conexión entre lo que se es y lo que se comunica se ha convertido en la brújula de su carrera, guiada por una máxima que resume con precisión: “Sin comunicación no hay conciencia, y sin conciencia no hay compromiso”. Para ella, la verdadera transformación llega cuando la RSE “deja de ser una isla y se convierte en el continente del comportamiento organizacional”.
Montserrat Tarrès ha dedicado más de 20 años a integrar la ética y la coherencia en el relato de las organizaciones. Su liderazgo se ha extendido también a los ámbitos asociativo y formativo, donde ha presidido DIRCOM, ha sido vocal de RSC y ha compartido su visión en universidades y foros de referencia.
Con motivo del 20º Aniversario de Corresponsables, conversamos con una de las grandes pioneras de la Comunicación Responsable en nuestro país. Una profesional que no solo ha seguido de cerca la transformación de la Sostenibilidad corporativa, sino que ha contribuido a construirla desde dentro. “Corresponsables no ha sido solo un medio, ha sido un compañero de viaje”, afirma, recordando también con cariño sus primeros encuentros con Marcos González, “un joven periodista lleno de entusiasmo y determinación” que, con el tiempo, se convertiría en “el referente” de todo el sector.
Montse, ¿recuerdas qué fue lo que te llevó a involucrarte en el ámbito de la Responsabilidad Social?
Fue una confluencia muy natural entre el compromiso de la compañía en la que trabajaba y la forma en que yo entendía el sentido de mi profesión. Desde el primer momento vi que podía aportar un valor adicional desde la comunicación, dándole un propósito más profundo a lo que hacía cada día.
La Responsabilidad Social Empresarial me ofrecía una manera concreta de conectar valores personales y profesionales, algo que para mí ha sido siempre muy importante.
¿Conservas alguna vivencia o anécdota especial de aquellos primeros pasos en la RSE?
Sí, recuerdo especialmente la primera presentación pública del compromiso de RSE de la compañía. Fue en Valencia, y contó con la participación del Presidente Francisco Camps.
“La Comunicación de la RSC ha sido más una revolución que una evolución”
Aquella jornada marcó un antes y un después para mí, porque simbolizaba el inicio de una nueva etapa: hacer visible nuestro compromiso, compartirlo con nuestros grupos de interés, y generar conversación desde la coherencia entre lo que hacíamos y lo que comunicábamos.
¿Cuál fue el primer gran proyecto que lideraste en este ámbito y qué impacto tuvo en tu organización?
Sin duda, la certificación en la Norma SGE21. Fue una iniciativa transformadora que nos permitió alinear toda la organización en torno a principios compartidos. Marcó un antes y un después porque dotó de sentido transversal al trabajo que veníamos haciendo, integrando la Responsabilidad Social como parte natural de todas las áreas.
No era solo una cuestión de cumplimiento o de imagen, sino de cultura corporativa.
Has vivido muy de cerca la evolución del concepto de RSE. ¿Cómo la describirías desde entonces hasta hoy?
La Comunicación de la Responsabilidad Social y la Sostenibilidad ha experimentado un cambio tan profundo que, más que de evolución, podríamos hablar de auténtica revolución.
A lo largo de las últimas décadas, la gestión empresarial e industrial ha transitado desde una orientación puramente productiva, enfocada únicamente a resultados financieros, hacia una concepción más amplia, orientada también a generar beneficios sociales y medioambientales. Los resultados económicos siguen siendo un objetivo clave, pero ya no son el único, y lo que es más importante: ya no lo justifican todo.
“La RSE me ha permitido ser coherente entre lo que soy y lo que comunico”
Hemos pasado de comunicar, de forma voluntaria, la promulgación de políticas de civismo empresarial, la elaboración de códigos de conducta, las certificaciones en calidad, medioambiente o riesgos laborales, los criterios y memorias GRI en nuestros informes anuales, y tantas otras iniciativas que representaban una oportunidad de conexión con nuestras audiencias… a un escenario donde la transparencia es una exigencia ineludible, fruto de los nuevos requerimientos sociales para operar.
Hoy la RSE exige un clima de involucración integral de toda la organización, sin fisuras. La única forma de avanzar es mediante la mejora continua y el esfuerzo permanente por estar por encima de los estándares, generando políticas internas y externas cada vez más exigentes y rigurosas.
La Sostenibilidad implica la integración voluntaria, pero firme, de las preocupaciones sociales, éticas y medioambientales en todas nuestras operaciones y relaciones con los grupos de interés.
Además, el entorno empresarial y social en el que nos movemos está condicionado por una alta competitividad, globalización, volatilidad de mercados y diversidad de productos y servicios, que nos marcan una agenda cada vez más compleja. La globalización ha traído consigo oportunidades, sí, pero también exige un mayor compromiso a todos los niveles.
Y no podemos dejar de lado el impacto de la crisis financiera y, más recientemente, del COVID. Ambas han tenido consecuencias profundas, no solo económicas, sino también sociales, culturales, políticas y empresariales. El cambio de paradigma que estamos viviendo solo puede entenderse bajo criterios de Sostenibilidad.
Desde tu experiencia, ¿cuáles fueron los mayores desafíos al impulsar la RSE dentro de tu organización?
En nuestro caso, fue un enfoque claramente “top down”. El compromiso venía desde la alta dirección, pero eso implicaba una labor intensa de pedagogía para trasladar a toda la organización el verdadero valor de la RSE. Tuvimos que enseñar desde cero, construir un lenguaje común, mostrar que no se trataba de una moda ni de un conjunto de acciones accesorias, sino de un nuevo enfoque integral del negocio.
Como experta en Comunicación y Sostenibilidad, has destacado en varias ocasiones el papel clave que juega la narrativa en la evolución de la RSE. ¿Qué lugar ocupa ahí un medio como Corresponsables?
Sin comunicación no hay conciencia, y sin conciencia no hay compromiso. La evolución de la RSE no solo ha sido conceptual, sino profundamente comunicativa. Y en ese proceso ha sido esencial contar con medios especializados que supieran interpretar, traducir y amplificar ese cambio. Recuerdo a Marcos González cuando aún era un joven periodista lleno de entusiasmo, determinación e ideas. Al principio parecía un soñador… y con el tiempo ha sabido convertirse en “EL” referente en el ámbito de la RSE.
“Corresponsables no ha sido solo un medio, ha sido un aliado para que la Sostenibilidad tuviera voz propia”
Para mí, más allá del vínculo profesional, ha sido un compañero de viaje, alguien que ha contribuido de forma decisiva a visibilizar el valor estratégico de la RSE y a dignificarla como parte esencial del relato empresarial.
Corresponsables no ha sido solo un medio, ha sido un aliado para que la Sostenibilidad tuviera voz propia y, sobre todo, credibilidad.
¿Qué aprendizajes personales y profesionales te ha dejado tu trayectoria en Sostenibilidad?
Me llevo, sobre todo, la vivencia real de haber podido convertir mi vocación en profesión. Eso ya es un privilegio. Siempre he dado un valor incalculable a la experiencia de mis superiores inmediatos y al hecho de haberme rodeado de profesionales con un enorme potencial humano y técnico.
Creo firmemente que el mejor máster es la vida, y los mejores catedráticos son nuestros líderes, cuando tienes la suerte, como ha sido mi caso, de coincidir con auténticos maestros. Pero si tengo que destacar algo, sería a mi equipo: mis compañeras y compañeros de camino, con quienes compartí tantos momentos de intensidad, de reto y de emoción. Ellos me han ayudado a crecer como profesional, pero sobre todo como ser humano.
“El mejor máster es la vida, y los mejores catedráticos, nuestros líderes”
¿Qué ha supuesto para ti a nivel personal y profesional haber trabajado durante tantos años en el ámbito de la RSE y la comunicación responsable?
Me ha permitido alcanzar algo que valoro profundamente: coherencia entre lo que soy y lo que comunico. Esa consistencia entre valores, discurso y acción no siempre es fácil de sostener, pero en mi caso ha sido posible gracias al marco que ofrece la RSE y a un entorno profesional comprometido.
Desde tu perspectiva, ¿cuál dirías que es hoy el rol de la RSE en la construcción de reputación en España?
Hoy ya nadie cuestiona que la RSE es un pilar clave en la construcción de la reputación. Ha pasado de ser un añadido a convertirse en un componente esencial de la identidad corporativa. La ciudadanía exige transparencia, coherencia y propósito.
¿Qué hitos crees que han sido más determinantes en esta transformación del enfoque empresarial en materia de Sostenibilidad?
La incorporación de la visión a largo plazo ha sido uno de los grandes avances. También, por supuesto, la necesidad urgente de asumir una responsabilidad real y efectiva frente al cambio climático. Son cambios que han impulsado una nueva forma de pensar el negocio, más estratégica, más humana y, sobre todo, más consciente del entorno en el que opera.
“La globalización exige un compromiso mayor a nivel social, ético y medioambiental”
Como profesional comprometida, ¿hay alguna experiencia que te haya marcado especialmente, quizá por contraste entre lo que debería ser y lo que a veces se hace pasar por RSE?
Sí, hay algo que me ha molestado siempre especialmente: el uso de la RSE como herramienta de marketing vacío. He compartido muchos foros donde era evidente quién lo hacía por convicción y quién simplemente lo instrumentalizaba. Es doloroso ver cómo algunos proyectos, que podrían tener un impacto genuino, se diluyen por falta de autenticidad.
“La RSE ha pasado de ser un compromiso voluntario a una necesidad para poder operar”
La RSE no puede ser maquillaje, tiene que estar en el ADN, ser vivida, practicada, interiorizada.
Y en positivo, ¿qué iniciativa destacarías como caso de éxito dentro de tu trayectoria?
Uno de los avances más representativos fue la incorporación de cursos de obligado cumplimiento para todos los empleados sobre normas y códigos de conducta. A través de la formación, conseguimos implicar a toda la organización en la construcción de una cultura coherente con nuestros valores.
¿Alguna reflexión final sobre el papel de la RSE en el modelo de empresa que necesitamos?
La RSE es parte intrínseca de los intangibles. Forma parte de la arquitectura misma de una organización y confiere carácter a su reputación y Sostenibilidad, a través de una relación transparente, constante y coherente con todos los grupos de interés.
No es una isla. Es un continente. No son acciones sueltas, sino la consolidación de un comportamiento organizacional que, cuando es real, transforma.
¿Qué consejo le darías a las nuevas generaciones de profesionales que quieren dedicarse a la RSE?
Les diría que hay una frase que sintetiza muy bien lo que debe ser su actitud: “Hacerlo bien y hacerlo saber”. El rigor, el compromiso y la capacidad de comunicar con honestidad son claves para que la RSE siga siendo motor de cambio y no solo un discurso bonito.
“La única forma de avanzar es superando los estándares y generando políticas más exigentes”
¿Qué mirada proyectas hacia el futuro de la Sostenibilidad y la RSE?
La RSE ha pasado de ser un compromiso voluntario a una auténtica necesidad para poder operar en sociedad. Pero para que eso sea efectivo, es imprescindible que haya un convencimiento real por parte del management al más alto nivel. Debe impregnar a toda la organización. No basta con decirlo, hay que vivirlo. No basta con declararlo, hay que demostrarlo.
Por eso creo que debe ponerse en práctica a través de políticas, estrategias y planes que involucren a todos los niveles. Y tiene que partir desde arriba. De la cúpula. Para que pueda arraigar de verdad.
¿Cuál considera que ha sido tu mayor contribución al campo de la RSE?
Desde la Dirección de Comunicación he intentado siempre combinar herramientas y conocimiento del proceso, pero también incorporar algo que considero fundamental: pasión, dinamismo, creatividad, entusiasmo, espíritu de equipo, respeto, capacidad de análisis y de síntesis, anticipación al cambio… Y, como no, gestión de “sustos y disgustos”, que también forman parte del camino.
“Hacerlo bien y hacerlo saber: ese debería ser el lema de toda nueva generación profesional”
Y si mañana alguien tuviera que definir tu huella en este campo, ¿cómo te gustaría que te recordaran?
Como una pionera convencida. Sencillamente eso. Porque detrás de esa convicción ha habido siempre un compromiso profundo, una vocación honesta y el deseo de aportar valor.
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