Que el cambio climático es una de las grandes dificultades a las que debemos hacer frente, está fuera de duda. E igualmente ha quedado claro que la pandemia provocada por la covid19 ha dejado una profunda huella en nuestra sociedad aunque, al mismo tiempo, ha provocado que todos seamos un poco más conscientes del impacto que tenemos como individuos en nuestro medio ambiente.
Nos hemos dado cuenta de que somos frágiles dentro del ecosistema y que tenemos que cuidarlo, pero aún hace falta dar un paso más en esa “consciencia ambiental” para llegar a sentir que somos parte de ese impacto y que también cada uno de nosotros como individuo puede hacer mucho, aunque parezcamos pequeñas gotas de agua en un océano.
Hoy no tenemos dudas sobre la necesidad de reciclar, por ejemplo. De hecho, en el estudio La sostenibilidad, el compromiso medioambiental y el reciclaje tras la COVID-19”, realizado por Focus para Ecoembes, se reflejaba que, desde que se decretara el estado de alarma, más de 2,5 millones de españoles (el 6,7% de la población) declararon haber empezado a separar, para su posterior reciclaje, residuos que no separaban antes del confinamiento. En total, más del 95% de los encuestados afirmaba que reciclar es importante para frenar el cambio climático. Una conciencia generalizada que ha tardado dos décadas en afianzarse.
Y lo mismo tiene que pasar, si no está pasando ya, con la movilidad eléctrica.
La gente está empezando a darse cuenta de que, cuando coge un vehículo, tiene un impacto bastante negativo en la atmósfera. Un coche nuevo, actual, de los más eficientes y que no tienen nada que ver con los coches de hace diez años, emite de media 120 gr de CO2 por km recorrido (por lo que es fácil hablar de una 1 tonelada de emisiones de CO2 al año de media por coche).
Frente a ello, el vehículo eléctrico se erige claramente como la solución para acabar con esas emisiones. Con el mix energético actual de producción de electricidad en nuestro país, emite menos de la mitad (52 grCO2/km). Es decir, si todos los coches fueran eléctricos y se recargaran directamente de la red eléctrica, ya estaríamos reduciendo las emisiones de los automóviles en un 60%. Pero es que estamos trabajando por un sistema de generación eléctrica totalmente renovable y entonces esas emisiones serían cero ya que la energía que alimentará nuestros vehículos eléctricos será limpia, como el funcionamiento de sus motores sin emisiones.
Según el informe Electric Vehicle Outlook 2022 elaborado por Bloomberg NEF, no habrá que esperar demasiado para vernos al volante —o como pasajeros— de un vehículo eléctrico. Las ventas mundiales pasarán de los 6,6 millones de unidades en 2021 a los 20,6 millones de 2025. En Europa, se espera que para entonces los vehículos eléctricos acaparen ya el 39% de las ventas de automóviles nuevos. Todo esto supone que, en 2025, habrá 77 millones de vehículos eléctricos de pasajeros circulando por todo el mundo.
Es ya una ola, una tendencia que viene para quedarse. Así que sí, cada vez hay más percepción; cada vez hay más visión positiva hacia la movilidad eléctrica, pero todavía hay ciertas incomodidades que pesan a la hora de tomar una decisión de cambio tan importante.
Algunas son externas a nosotros mismos, pero otras son internas, de cada uno de nosotros. Por ello, debemos considerar que el papel de cada uno de nosotros puede ser más activo en este cambio necesario. Esto implica que nos tenemos que plantear si, cuando nos desplazamos, lo estamos haciendo de la manera más eficiente y sostenible posible. Este es, valga la metáfora, el camino que cada uno de nosotros tiene por recorrer.
Las barreras de entrada han ido e irán cayendo, porque no hay marcha atrás. Necesitamos cambiar la forma en la que nos movemos. Nosotros, como ExW, queremos ser facilitadores, tanto de los servicios energéticos como de ofrecer una infraestructura de recarga segura y fiable. Para no tener dudas y seguir el camino… de las cero emisiones. #Followtheway.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Movilidad con Impacto – Cabify