Resulta que el 20 de diciembre será el Día Mundial del Escepticismo. Primera noticia para mí y no sé si lo será también para ti. En cualquier caso, si pienso en todos los días Mundiales que existen -hay muchos y sobre temas muy variopintos, no tienes más que hacer una búsqueda en Google-, admito que éste me reconcilia un poco con el mundo. Y explico por qué. En general, decir de alguien que es una persona escéptica, o mirar las cosas con escepticismo suele llevar asociado un matiz negativo. Sin embargo, mi aspiración personal es llegar a ser una persona escéptica. Y no porque quiera ser negativa o crítica en exceso. Sino porque creo que me permitirá ser más flexible y abierta.
Tal y como entiendo el escepticismo, su punto de partida es la humildad de asumir que tanto mi visión, como la tuya pueden estar equivocadas o no ser completas (“sólo sé que no sé nada”). Así, hay que cuestionar, investigar y sacar conclusiones lejos de los prejuicios. El escepticismo está, por tanto, cargado de curiosidad y es uno de los pilares del pensamiento crítico. El escepticismo es apertura, es indagar con curiosidad, sin dar nada por hecho. Aunque el escepticismo, como corriente (…)
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