Se incorporó al banco en 2007 ya como director global de Responsabilidad y Reputación Corporativas. Desde entonces, ha liderado la apuesta por la responsabilidad de la compañía, alzándose como una de las voces más expertas del país en la materia.
Actualmente, forma parte del grupo de trabajo en sostenibilidad de la European Banking Federation y representa a la banca europea en el Global Steering Committee de Naciones Unidas.
¿Cómo se inició en el mundo de la Responsabilidad Social?
Era empresario y tuve que reinventarme ya que cerré la empresa que había impulsado y eso me llevo a explorar otros campos de conocimientos. Estuve trabajando y colaborando un tiempo con ESADE, en el ámbito de la investigación, y esto me llevó a conocer el ámbito de la Responsabilidad Social. Tuve la oportunidad, entonces, de trabajar como cliente del BBVA y, posteriormente, me ofrecieron incorporarme al banco y lidiar con estos temas.
¿Cómo estaba en esos momentos la Responsabilidad Social?
Llevo once años trabajando en el BBVA, entré en el 2007, y no tiene nada que ver la situación del banco ni de la RSC de ahora con la de ese momento. En esos inicios, muchas empresas ya empezábamos a ver cómo la Responsabilidad Social era un asunto de futuro. Hemos podido apreciar un gran cambio gracias a un mejor modelo de gestión.
¿Qué hitos de ese gran cambio destacaría desde su llegada al BBVA?
Hay una evolución radical en la función de la Responsabilidad Social desde el principio. Podríamos definir una serie de etapas que han permitido que cada dos o tres años hubiera una cierta proyección. Por ejemplo, cuando se decidió incorporar la educación financiera como un tema nuclear en la compañía. Luego, también ha habido momentos de crisis que nos han ayudado a ser un referente y posicionarnos correctamente. Además, hemos ido creando grupos de trabajo que contribuyen a que estos temas de impacto ambiental y social se tengan cada vez más mucho más en cuenta.
Todos estos cambios han hecho que la función de Responsabilidad Social se vuelva cada vez más relevante hasta llegar a ser, hoy en día, muy estratégica. Al fin y al cabo es una función de segunda línea que reta y asesora a todas las líneas del banco, y a las de negocio, para asegurar una correcta toma de decisiones. Hoy hay una clara visibilidad de la función de la RSC, ya que está dentro de la toma de decisiones.
Decía en unas Jornadas Corresponsables:“Me pagan por romper zonas de confort”. ¿Explíquenos más en detalle qué quiere decir con esto?
Así es. Primero hay que pasar una etapa inicial donde el consejo te pide contar bien lo que haces, elaborar buenos informes, promover programas sociales… Existe una segunda etapa, más madura, donde te piden ir más allá, y empiezan a darse cuenta de que esta acción bien armada empieza a crear nuevas oportunidades de negocio. La clave principal es gestionar, ayudar a que pasen una serie de cosas en un perímetro acotado. La tercera fase, que es en la que creo que estamos nosotros, es una fase donde el líder entiende que la Responsabilidad Social es una función clave para un proceso de transformación, para abordar así la misión de saber cómo transformar el negocio.
Las capacidades necesarias para una u otra etapa son distintas: son las de un equipo dedicado a contar, otro a gestionar y otro a transformar. Ese es el viaje que en el fondo estamos llevando los directivos de RSE. El gran desafío de la función es hacer esta transición.
Fueron de las primeras empresas en cambiar la nomenclatura del cargo y denominarlo‘negocio responsable’. ¿Cómo se ha gestado esta apuesta?
El relato importa, y mucho. Tenemos que conseguir que las empresas piensen más en las personas cuando toman decisiones. Y eso implica un cambio muy importante en los comportamientos. Para conseguirlo, sobre todo en el grupo directivo, tienes que emplear un lenguaje que conecte. Hay que romper con relatos llenos de prejuicios, y hablar de algo que conecte con lo más importante que, en nuestro caso, es el cliente. Tenemos que ser capaces de ayudar y de retar.
Cómo ha evolucionado la estructura del banco para adaptarse a ese nuevo concepto?
La función de Responsabilidad Social en el banco dependía al principio del área de comunicación. Cuando entré, una de las primeras propuestas que hice fue definir una política de Responsabilidad y esto nos llevó crear un comité responsable muy potente, que hacía un trabajo transversal.
En 2015 hubo un punto de inflexión de la mano de Carlos Torres, que decidió que había que dar un salto importante y ser más eficientes, estando más cerca del negocio. Él no quería conversaciones paralelas y acabamos con el comité. Ahí fue cuando le propuse hablar de negocio responsable. Al final, optamos por crear una comisión permanente, cuya ventaja es que incorpora a consejeros independientes y consejeros delegados.
Muchas empresas se encuentran aún en el principio de esta aventura de la Responsabilidad Social,¿qué les aconseja?
No es fácil. Es un proceso en el que aprendes y desaprendes. Lo esencial es ganar la batalla por la relevancia y conseguir verbalizar los temas que realmente crees que son importantes. Esto hace que tengas más capacidad de influencia y hará que al llegar al éxito te pidan más. Pero tienes que conseguir captar una cuota de relevancia. La regulación y la presión por parte de inversores son claves en el mundo de la banca.
¿En qué momentos de su carrera como profesional de la RSE se ha sentido más realizado?
Existen muchos momentos en los que te das cuenta de que aportas. No obstante, recuerdo un momento muy claro: cuando nos planteamos cómo íbamos a ser percibidos como un banco responsable y qué podíamos hacer. Empezamos a descubrir algo muy obvio: que la transparencia y la claridad son elementos clave para generar confianza.
Si hablábamos con nuestros clientes con un lenguaje claro, aportándoles información relevante, con explicaciones sencillas, nos diferenciábamos. Decidimos ser claros y rompimos. En ese momento pensé: “ahora estamos haciendo lo que toca”.
¿Hacia donde debería seguir la función de la Responsabilidad Social para seguir avanzando?
La Responsabilidad Social ganará más relevancia en el futuro y, por lo tanto, habrá más compañías que usen esta estrategia como algo material y que la vayan incorporando. Debemos articular un relato heurístico, integrado, sistémico, llevado todo a la práctica. Veo el futuro con optimismo.