La creciente globalización de nuestra sociedad ha traído consigo una diversidad cultural sin precedentes que ha obligado a todos los actores que la componen a repensar sus formas de hacer las cosas y avanzar hacia modelos que, más allá de la integración, pongan su foco en aprovechar al máximo la ventaja diferencial que supone esta diversidad. No en vano, cada vez son más los estudios que ponen de manifiesto el impacto positivo que la implementación de planes y medidas relacionadas con su impulso puede suponer en el desempeño de una compañía a nivel económico y también en el compromiso y motivación de sus empleados.
Las empresas son un reflejo de la sociedad. Por eso, su modo de afrontar la gestión de esta diversidad debe ser un pilar fundamental y estratégico en las relaciones con sus equipos, consumidores y stakeholders. Hablar de diversidad nos permite encontrar nexos en común entre áreas y campos de competencia muy distintos que confluyen en un mismo lugar y que suelen traducirse en una mayor diferenciación, creatividad y aporte de valor para los distintos grupos de interés. Sin embargo, aunque durante la pandemia gran número de empresas reconocieron haber dedicado mayores recursos tanto humanos, como económicos y organizativos a la gestión de la inclusión, aún queda mucho por hacer.
Uno de los grandes retos es el compromiso para empoderar a todos los géneros. Según el índice ClosinGap, la brecha en el empleo está disminuyendo a un ritmo anual del 1,9% y que, si continua la tendencia, podría desaparecer en 2043.
En L’Oréal, como compañía líder mundial en el mercado de la cosmética, cada año vendemos cerca de 7.000 millones de productos a unos 1.200 millones de consumidores en todo el mundo. Nuestros consumidores son tan diversos como nuestra sociedad y es por ello por lo que siempre hemos confiado firmemente en el poder de la diversidad como eje para poner en valor aquello que hace únicas a las personas, que las diferencia de los demás y que contribuye a impulsar la innovación, la inspiración y la ambición para crear la belleza que mueve el mundo. Por ello, fomentamos la creación de equipos que impulsen la creación y la creatividad desde perspectivas diversas que nos permitan responder mejor a las necesidades y expectativas de nuestro universo de consumidores, proveedores y socios.
Esto se traduce en hechos concretos: nuestra plantilla está conformada aquí, en España y Portugal, por más de 40 nacionalidades y está equilibrada a nivel de género en todas las capas de la organización, incluyendo por supuesto, los órganos Directivos. Más allá de la diversidad de nuestros empleados, ponemos el foco en diseñar políticas y áreas de actuación para asegurar la equidad y la inclusión. Esto lo articulamos a través de distintas áreas de actuación: desde la formación de todos los empleados en temas como DE&I, sesgos inconscientes o liderazgo inclusivo, hasta la monitorización de todos los indicadores de equidad incluyendo por supuesto la brecha salarial de género (inexistente en nuestra filial) o la selección, desarrollo y promoción de carreras. Finalmente, las políticas de inclusión deben poner el foco también en materia de conciliación, en el apoyo integral a las personas en cada etapa de vida y en asegurar líneas de actuación como puede ser nuestro Protocolo contra la violencia de género.
Estos indicadores reflejan nuestro compromiso y nos han llevado, entre otros, a ser reconocidos como la 4ª empresa más igualitaria del mundo según el ranking de Equileap y a ser incluidos del Índice de Igualdad de Género de Bloomberg por quinto año consecutivo.
Todo ello ha sido posible gracias a un trabajo conjunto con todas las personas que conformamos L’Oréal y del pleno convencimiento de que avanzar en diversidad e inclusión nos va a permitir avanzar como personas y como sociedad. Porque esto es precisamente lo que nos permite continuar avanzando hacia la consecución de nuestro propósito: “Crear la Belleza que Mueve el Mundo”.
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