Muchos años después de que surgieran los primeros movimientos en defensa de la mujer, prosiguen las reivindicaciones para denunciar el maltrato y abuso que sufren millones de niñas y mujeres en el mundo; el debate de la inclusión de la mujer en el ámbito laboral persiste, e incluso ha resurgido con mayor vigorosidad en el seno de muchas empresas.
Y ojalá no fuera así. Ojalá hubiéramos superado ya este debate y que el 8M tan sólo fuera un recordatorio de dónde venimos y de todas aquellas mujeres que sacrificaron tanto para que tengamos una sociedad más justa, equitativa e inclusiva.
Pero la realidad es todavía otra. La complejidad de la coyuntura actual, plagada de retos y marcada por una profunda transformación social, cultural y económica, llama a hacer una reflexión aún más profunda de dónde estamos y hacia dónde queremos ir. De lo contrario, el debate se puede volver banal y corremos el riesgo de no identificar los problemas que subyacen.
La educación, lo que les trasmitimos a los niños/as, sobre todo con el ejemplo, es la mejor manera de trabajar en aras de un mundo más diverso e inclusivo, pero cuando llegamos a la edad adulta, nos resulta más difícil romper esos esquemas que tenemos tan interiorizados. En Vestas hacemos mucho hincapié en la formación a través de programas de concienciación y todos los líderes de equipos tienen que hacer un curso de “Sesgos Inconscientes”, pero con esto no basta. Hay que intentar aplicarlo en el día a día, asumiendo nuestra responsabilidad individual.
Las mujeres tienen mucho que aportar y por eso desde Vestas tenemos un objetivo muy claro: conseguir que de cara a 2025 el 25% de los puestos de liderazgo estén ocupados por mujeres, y el 30% en 2030. Pero no sólo lo hacemos porque es nuestro deber contribuir a una sociedad más plural que ponga en valor la meritocracia y el esfuerzo sin tener en cuenta el género (u otros aspectos como la raza, orientación sexual, edad, etc.), sino también porque decenas de estudios han demostrado que las empresas con equipos diversos son más competitivas y consiguen mejores resultados. Las diferencias entre las personas nos complementan y nos hacen mejores, más resolutivas.
Todavía hoy día persiste el debate de si las cuotas ayudan a mejorar las oportunidades de acceso que tienen las mujeres. Muchos lo tildan de “discriminación positiva”, y en cierta medida así es, pero también es una herramienta eficaz para acelerar el cambio, al menos en una primera fase.
En la industria energética predominan los hombres, pero la brecha de género se ensancha desproporcionadamente en la parte alta de la pirámide. Pocas mujeres ocupan cargos de responsabilidad. A veces esto se debe a que no se nos ofrecen oportunidades porque se da por hecho que no vamos a querer asumir mayor responsabilidad, sobre todo si se es madre. Este tipo de condicionamientos son los que favorecen el llamado “techo de cristal” que tenemos que romper entre todos.
Desde las empresas se puede -y debe- hacer mucho. El acceso a la educación y a un buen trabajo es esencial para que las mujeres tengamos autonomía y podamos desarrollar todo nuestro potencial. Pero no se trata sólo de eso. Cada persona debe indagar en sí misma para romper sus sesgos y vencer las barreras, muchas veces autoinfligidas. Todavía hoy impera en el mundo empresarial la idea de que las mujeres tenemos que demostrar lo que valemos más que los hombres para acceder a puestos de responsabilidad, o se nos hace creer que debemos replicar comportamientos comúnmente más “masculinos” para que se nos considere “líderes”.
Y esto tiene que cambiar. Las propias mujeres tenemos que hacer una reflexión de hasta qué punto todo esto nos afecta y cómo nos apoyamos las unas a las otras en esta travesía.
El día que el espíritu del 8M está presente en nuestras acciones los 365 días del año y la reivindicación de los derechos de la mujer quede relegada al recuerdo para no olvidar de dónde venimos, habremos alcanzado realmente la paridad de género.
Habremos aprendido también que el respeto y la tolerancia a las personas son la base de una sociedad avanzada, que brinda bienestar en equilibrio con la naturaleza e igualdad de oportunidades, seas hombre o mujer.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Mujer 2022.