Una de las mayores satisfacciones que tenemos en Ecoherencia es que nuestro equipo esté feliz en su trabajo. En un equipo formado por personas de gran vocación ambiental y ante las actuales crisis sociales y ambientales, el cuidado de las personas, el cuidado de nuestra empresa con coherencia, se torna indispensable para poder amortiguar el gran peso de la incertidumbre climática, entre otras incertidumbres, que en muchos casos provoca acercamientos peligrosos a patrones de ecoansiedad.
La conciliación continúa siendo un rompecabezas imposible, un ideal utópico en un mundo laboral de prisas y entregas para ayer. A veces, como empresa que aúna la educación ambiental, la responsabilidad social corporativa, la innovación social, la restauración de ecosistemas…, y como entidad social cooperativa que persigue generar un espacio desde donde desarrollar nuestra vocación y no morir en el intento, sentimos la necesidad de nuevos referentes empresariales para aprender paso a paso, mejora a mejora, a poner la vida en el centro.
Gracias a nuestro vínculo con los ecosistemas sabemos que la vida, también en la empresa, es un ciclo continuo. Esto nos permite salirnos constantemente de nuestra zona de confort para arriesgar y buscar nuevas fórmulas que permitan incluir en los gastos empresariales, las tareas reproductivas y la conciliación. Por tareas reproductivas entendemos aquellas asociadas al cuidado del grupo, espacios para compartir opinión, expresar necesidades, construir equipo.
Tarea que es difícil incluir y visibilizar como gastos propios de un proyecto porque no generan una rentabilidad inmediata. Tareas asimilables al cuidado del hogar y de la familia. Acciones necesarias para el sostén de la vida (y de la empresa) pero que no hemos aprendido a cuantificar en la escuela. Sin embargo, tenemos plena seguridad de que no solo son rentables, si no que son indispensables para mantener el sentido en nuestro día a día laboral.
Herramientas sencillas, como anotar escrupulosamente las horas que dedicamos a cada proyecto y sentirnos con derecho a compensarlas en momentos de baja carga laboral, favorecer la flexibilidad horaria y jornadas reducidas siempre que sean compatibles con las actividades presenciales o contar en nuestro equipo con un especialista en facilitación de procesos grupales, han sido algunas de las claves para favorecer la sostenibilidad laboral.
Sabemos que es un proceso continuo de mejora y las acciones productivas en muchas ocasiones devoran nuestra energía para poder poner atención a los cuidados, por ello las reuniones facilitadas nos sirven para evaluar nuestro nivel de motivación (e incluso ansiedad) en relación a la carga laboral que estamos sosteniendo.
El análisis y toma de datos cuantitativos (teniendo en cuenta las horas destinadas a un proyecto, por ejemplo) y cualitativos (nuestro nivel de estrés y motivación con una tarea concreta dada) nos sirven para tomar decisiones estratégicas que provoquen mejoras y cambios de rumbos, adaptándonos no sólo a las urgencias sociales y ambientales, si no también a la realidad actual del equipo que conformamos, optimizando funciones y personalizando horarios a la realidad de cada puesto de trabajo.
Todo este enfoque bebe de las teorías ecofeministas, que consideran la opresión análoga que han recibido históricamente las mujeres y la naturaleza, entendidas como un lugar desde el que recibir (y en muchas ocasiones explotar sin miramientos) los cuidados, los alimentos, los recursos y el cobijo sin necesidad de reconocimiento social o económico. Desde hace varias décadas es común encontrar el concepto de servicio ecosistémico en publicaciones de divulgación científica. Este término es un ejemplo concreto de cómo superar, desde la restauración de ecosistemas, esa visión histórica de una mamá naturaleza que aporta bienes sin límite, para poner en valor las funciones de cuidados que la naturaleza nos ofrece.
En esa misma línea, en nuestros talleres y cursos sobre Plantas Multifuncionales (PlaM, plantas mejor adaptadas a la actual situación de emergencia climática, comestibles, medicinales y que sirven de cobijo a polinizadores pero comúnmente invisibilizadas o desdeñadas bajo el concepto de “malas hierbas”) acercamos a las mujeres rurales herramientas para pensar el importante papel y el potencial de innovación de todas aquellas plantas que no llegan a los mercados.
Plantas que, como ellas, sostienen la vida de manera silenciosa, son clave en una infinidad de situaciones pero no reciben el merecido reconocimiento social. Plantas que, como ellas, cubren labores invisibilizadas. Hemos encontrado en esta analogía una gran oportunidad de reflexión y empoderamiento rural femenino, una aplicación práctica del ecofeminismo en el mundo vegetal.
Desde las entidades sociales debemos, ahora más que nunca, buscar estrategias y herramientas propias que sirvan para derribar estereotipos de género y desmitificar el gran coste de la conciliación. El cuidado del entorno y de las personas como núcleo de los marcos lógicos empresariales, producirá beneficios mucho más allá de las cuentas anuales.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Mundial de la Mujer 2022.