Emprender es la alternativa para millones de personas que no encuentran trabajo en América Latina. La pandemia ha provocado una crisis sin precedentes, con un aumento del desempleo, mayor para las mujeres, los jóvenes y los trabajadores en informalidad y de bajos ingresos. En este contexto, es la iniciativa individual la que está abriendo nuevas oportunidades de ingresos para los más vulnerables.
Se acaba de celebrar el Día Internacional de la Educación y por primera vez, la Semana de la Educación Emprendedora, convocada por el Alto Comisionado para España Nación Emprendedora, en la que se reconoce el papel de la formación en la calidad del emprendimiento innovador.
La educación (especialmente la secundaria y universitaria) sigue siendo algo inalcanzable para las personas de escasos recursos en América Latina. Con la pandemia, los jóvenes han perdido días lectivos, y sin acceso a tecnología o internet se han quedado rezagados, lo que se puede traducir en menores oportunidades de empleo. Se habla ya de una “generación perdida”. Y es justamente la educación de sus hijos una de las principales motivaciones de las 2.8 millones de personas que atiende la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA) a la hora de emprender.
En la región, el 64% de los jóvenes vive en hogares pobres o vulnerables, lo que implica un acceso a educación de baja calidad y poca movilidad social. Un tercio abandona sus estudios de secundaria, un 20% trabaja en la informalidad y otro tanto se convierte en “ni ni” (ni estudia, ni trabaja). Para las jóvenes la situación es aún más preocupante.
Aún estamos a tiempo de revertir estas cifras favoreciendo el emprendimiento que permite el progreso individual de los jóvenes de forma que se conviertan en fuente de riqueza y progreso en sus países. Para ello, necesitarán formación específica y mejorar sus competencias.
En la FMBBVA, el 55% de los emprendedores que solicitó un crédito en 2021 tiene entre 30-60 años y el 40% es menor de 30 años. Tienen el coraje de emprender, pese a que el 35% cuenta con educación primaria a lo sumo. Estos emprendimientos surgen “por necesidad” y a menudo en sectores poco productivos que requieren al principio de pocos conocimientos. Sin embargo, a medida que crecen, necesitan financiación o quieren digitalizarse, la educación financiera, la gestión empresarial, las habilidades digitales (esenciales para reducir el impacto negativo en ventas durante la pandemia) y otras competencias como el liderazgo, el manejo de conflictos o la gestión del cambio se vuelven más relevantes.
En el modelo de la FMBBVA, la inclusión financiera está intrínsecamente ligada a la formación de los emprendedores. Buscamos promover su salud financiera, mejorar su bienestar y el de sus familias y comunidades. Por eso, en 2021 hemos asesorado y formado a más de 650.000 personas en los cinco países de América Latina donde trabajamos. 2 de cada 3 en visitas que nuestros asesores hacen a los negocios de los emprendedores para acercarles servicios financieros, y más de 200.000 personas han participado en webinars de educación financiera, manejo de su negocio o venta online.
En nuestra apuesta por un desarrollo sostenible e inclusivo, buscamos expandir el acceso a la formación. Por eso estamos apostando por plataformas virtuales, abiertas y gratuitas, con contenidos de educación financiera, empoderamiento, fortalecimiento empresarial o educación digital. La formación virtual nos permite llegar a más personas, a zonas más remotas, y que puedan formarse en el momento que más les convenga.
Buscando soluciones
Sin embargo, existen importantes retos como la conectividad y el acceso a internet, o el coste de los datos. Además, estas personas necesitan un acompañamiento personal que les motive y guíe a través de los diferentes itinerarios formativos, y el escaso tiempo para formarse.
Para contribuir a superarlos, trabajamos para mejorar la conectividad y ofrecemos soluciones “offline” que reduzcan el consumo de datos. Para mejorar la experiencia de usuario, elegimos contenidos breves adaptados al tiempo limitado del que disponen (en el caso de ellas tan sólo 20 minutos semanales por la carga de trabajo de cuidados), y en brindar acompañamiento personalizado a través de nuestros asesores. Los emprendedores solicitan “aprender a hacer” (formación técnica y vocacional) y mentorías, en las que otros más expertos trasladen sus aprendizajes a los más noveles. Y finalmente, promovemos su alfabetización digital, el uso de las tecnologías aplicadas al negocio y la apuesta por la venta online de sus productos, lo que les permite abrirles nuevos mercados y posibilidades de crecimiento.
Si queremos fortalecer el enorme tejido empresarial de América Latina y permitir su plena contribución al desarrollo sostenible es imprescindible diseñar estrategias de formación que acompañen la iniciativa individual de millones de personas en vulnerabilidad para quienes el emprendimiento es la única alternativa de futuro.
Las entidades privadas podemos contribuir a este esfuerzo con recursos y capacitación. Los gobiernos de la región deben dar pasos firmes hacia la transformación de sus modelos educativos y reforzarlos con las competencias del futuro. Debemos crear oportunidades para las millones de personas en la informalidad y apoyarles en el desarrollo de emprendimientos con mayor potencial.
Sólo con más y mejores competencias se podrá lograr la transformación productiva e impulsar un crecimiento incluyente en la región. Como reconoce la CEPAL en un reciente informe: “en el contexto de la recuperación de la crisis actual es clave poner el foco en las generaciones más jóvenes, no solo para no dejar a nadie atrás, sino también para sentar las bases de una sociedad futura más justa y sostenible”.