Se acerca el Día Internacional de los Voluntarios y como cada año, las empresas vuelcan sus esfuerzos en destacar la labor de los voluntarios, su tiempo, su labor y por supuesto agradecen infinitamente el compromiso de los voluntarios. Y es que, en estos tiempos, ¿qué sería del mundo sin personas dispuestas a ayudar?
Gracias a que existen personas dispuestas a dar, sin esperar nada a cambio, el mundo es un poquito mejor y en los tiempos que corren, el tema de dar “sin más” no es algo tan normal, de hecho, es algo casi excepcional para muchas personas. Disponemos de poco tiempo para nosotros y renunciar a una parte de nuestro tiempo libre para darlo a los demás requiere de un esfuerzo contra nuestro propio egoísmo.
Ser Voluntario es una actitud, es hacer algo por alguien sin esperar nada a cambio, es un acto generoso y desinteresado que preferimos dejar en el anonimato. Algo se remueve dentro de ti cuando sientes que puedes aportarles algo más que caridad. Puedes aportarles dignidad y respeto, además de ayuda. El voluntario tiene la capacidad y la inquietud por cambiar las cosas y no se queda paralizado viendo como las cosas se quedan como están, pasa a la acción y decide actuar y pensar que el cambio, está en uno mismo.
El mundo necesita personas comprometidas con la sociedad y con las personas más vulnerables, personas empáticas que estén dispuestas a dar lo que esté en sus manos. Cada acto voluntario tiene un efecto positivo, un pequeño impulso para seguir haciendo cosas por las que merece la pena darlo todo. Sin estas personas, el mundo estaría menos humanizado, mucho más vacío, con muchos menos valores y, en definitiva, un mundo en el que no me gustaría vivir.
Por eso hay que celebrar el Día Internacional de los Voluntarios y agradecerles que, gracias a su labor, el mundo es un poco más agradable para todas las personas. Ellos construyen puentes, derriban barreras y creen en las personas, aun en las que son absolutamente invisibles para la sociedad. Creen que pueden transmitir confianza y esperanza para salir del hoyo de la pobreza, del que es muy difícil salir sin ningún tipo de ayuda.
Desde las empresas, no podemos hacer otra cosa que celebrar este día también, en primer lugar, porque es digno de admiración y en segundo lugar, porque en las empresas también queremos destacar su labor y su contribución a la sociedad. Ser responsable es una actitud, es una forma de gestionar la empresa de forma coherente y para ello, es importante involucrar a todos los colectivos con los que la compañía se relaciona (empleados, clientes, proveedores, distribuidores, accionistas y la sociedad, en general) y así contribuir al desarrollo económico y social de los países en los que se está presente.
La combinación empresa y voluntarios es algo que llamamos Voluntariado Corporativo y que tiene un impacto en la sociedad muy importante, juntos, conseguimos acciones de verdadero impacto que generan un compromiso especial en los voluntarios y genera en ellos cierta adicción a querer seguir ayudando. Esto se consigue haciendo que los voluntarios se sientan parte activa de las actividades de voluntariado en las que sientan realmente que con su ayuda están contribuyendo al cambio.
Vamos corriendo de un lado a otro, el trabajo, los niños, nuestras obligaciones diarias… y cuando acaba cada día, ni siquiera somos conscientes de la suerte que tenemos con nuestras vidas y no nos planteamos pensar en los demás. Cambiemos. Pensemos en lo que podemos aportar, aunque parezca poca cosa, el cambio es la suma de pequeñas cosas, pasemos a la acción y vayamos a buscar un lugar donde podamos dar a los demás, la mayor parte de las veces está más cerca de nosotros de lo que podamos imaginar.
¡Feliz día a todos los Voluntarios!
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de los Voluntarios