Los cuidadores profesionales, por su propia definición, son personas que se dedican a cuidar a otras personas de forma profesional. Es incluso complicado explicar algo tan básico, pero nunca ha sido tan necesario: la sociedad, las Administraciones, las empresas y los propios usuarios y sus familias deben (debemos) comprender que cada cuidador profesional es una persona que ha dedicado tiempo, dinero y esfuerzo a formarse, aprender, practicar y mejorar para dedicarse profesionalmente a otras personas. Las que pasan por situaciones de mayor vulnerabilidad, por cierto: los mayores y dependientes.
La figura del cuidador es ampliamente apreciada por los usuarios, que ven en estas almas a gente cariñosa, entregada, profesional e incansable. Siempre alerta a las necesidades del usuario. Siempre abierta a adaptarse a cada circunstancia, que normalmente son difíciles de gestionar. Por eso la profesión de cuidador es absolutamente vocacional. Quizás todas las profesiones deban serlo para alcanzar el éxito, pero es algo más intenso cuando se trata de personas.
Desde todos los ángulos del sector asistencial trabajamos sin descanso para posicionar el papel del cuidador donde merece. A menudo son el último eslabón de una enorme cadena que implica, casi a partes iguales, a familias, individuos, Administraciones, empresas, gobiernos, legislaciones, asociaciones, sociedades profesionales o personas procedentes de distintos ámbitos y disciplinas. Una cadena más o menos engrasada que suele descargar en los cuidadores gran parte del peso de un sector que nunca debe olvidar su dimensión humana y ética. Eso genera una enorme presión en los cuidadores, a los que se transmite, casi siempre, la parte más dura. Por eso, todos somos igualmente responsables y necesarios a la hora de posicionarlos en el lugar que se merecen.
Tenemos que luchar por la mejora de sus condiciones laborales y salariales, de su percepción por la sociedad en su conjunto y por la mejora de su propia autoestima y empoderamiento. A fin de cuentas, hablamos de personas que son profesionales de un sector vocacional. Si no depositamos en ellos la debida confianza, nunca lograremos contribuir a dar mayor visibilidad y dignidad a los cuidadores. Y hay que recordar que, tarde o temprano, todos necesitaremos ser cuidados.
¿Empezamos a cuidar de los que cuidan?
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras