No deja de ser curioso que en este 2021 el 5 de noviembre, Día Internacional de las Personas Cuidadoras, prácticamente coincida con la Semana Europea de la Seguridad y Salud en el Trabajo, que este año pone el foco en prevenir los trastornos musculoesqueléticos.
Como especialistas en prevención de riesgos laborales, en Fraternidad-Muprespa tenemos muy presente que estos trastornos son uno de los principales “enemigos” a vencer porque causan miles de bajas labores, enfermedades profesionales, absentismo y, en consecuencia, una gran pérdida económica para las empresas, pero sobre todo, una gran pérdida de calidad de vida para quien los padece.
Aproximadamente tres de cada cinco trabajadores en la Unión Europea han manifestado haber sufrido trastornos musculoesqueléticos, los más comunes son dolor de espalda y dolores musculares en las extremidades superiores.
Si ampliamos el espectro y no nos centramos solo en la población trabajadora, el número de personas que padecen estos trastornos y que los padecen por ser cuidadores, nos haría llevarnos las manos a la cabeza. Existe además el agravante de que quien no ejerce esta función de manera profesional, puede no haber recibido jamás ningún tipo de formación al respecto que le ayude a prevenir molestias persistentes y potencialmente incapacitantes. A estas personas es a quien queremos dirigirnos, porque merecen llevar a cabo su tarea con la mayor seguridad y sin riesgos, además de con reconocimiento social ante una labor poco visible pero tremendamente útil.
Cuando nos dirigimos a personal sanitario que atiende a pacientes inmovilizados o con una motricidad muy mermada, los mensajes son bastante claros, y así lo ha resumido Fraternidad-Muprespa en dos guías de buenas prácticas que publicó pensando en sus trabajadores protegidos pero que hace extensible ahora al cuidador no profesional que debe conocer estos consejos, y ponerlos en práctica, ya que es muy posible que dedique muchas más horas de su día a llevarlas a cabo. Hablamos de las guías en buenas prácticas de soluciones técnicas para reducir el riesgo por manipulación manual de cargas y, en segundo lugar, para la prevención de los trastornos musculoesqueléticos.
En la primera se describen una docena de tareas que son las que implican mayor riesgo para el cuidador y que se resumen en los traslados del paciente (del baño a la silla, de la cama a la bañera, de la silla a la silla elevadora etc), su reubicación en la cama, hacia los lados o hacia la cabecera, cambiar un pañal, vestir o desvestir a la persona que se cuida y hacer la cama con esa persona dentro o no.
Otros consejos prácticos pasan por el uso de aparataje auxiliar que relaje las cargas, más concretamente camas elevables, medios de elevación para mover y desplazar al paciente, grúas para el baño, camillas adaptables o sábanas de transferencia.
Si importante es conocer estos medios que suponen gran ayuda, no lo es menos dedicar unos minutos al día a mimar nuestro cuerpo tras el esfuerzo al que se ha visto sometido. Hablamos de hacer sencillos ejercicios que permitan relajar o estirar los grupos musculares más implicados en la tarea propia del cuidador, fundamentalmente, la espalda, el cuello y la zona lumbar.
Si al desconocimiento de cómo realizar este trabajo sumamos que ser cuidador implica tareas repetitivas y posturas incómodas y forzadas, estaremos favoreciendo que se cree un caldo de cultivo perfecto para que quien cuida acabe necesitando ser cuidado. Socialmente es algo intolerable que no nos podemos permitir porque además es evitable. Que ese círculo se cierre pasa, como prácticamente todo en la vida, por la educación, la formación y la información.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras
El cuidado que necesitas, el cuidado que podemos enseñarte
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