En España viven más de 9 millones de personas mayores de 65 años, lo que nos hace estar en la lista de los países más longevos del mundo, y a la cabeza también, de los países con más personas en situación de dependencia. Tanto es así, que el 16% del total de las familias conviven con alguien que necesita ser cuidado. Reconocer la labor de las cuidadoras es necesario, aunque no suficiente.
Hablamos en femenino porque la brecha existente entre mujeres y hombres a la hora de atender las necesidades de las personas en situación de dependencia es realmente preocupante. La figura de cuidador informal la cubre en un 85% de los casos el siguiente perfil: mujer, casada y con una media de edad de 52 años. Hablamos de mujeres que se ven en la necesidad de convertirse en “madres” de aquellos que han sido sus cuidadores, renunciando en la mayoría de las ocasiones a su vida laboral, personal, social… Esto supone una alta carga emocional y, además, sin olvidar que lo realizan en su mayoría de manera no remunerada.
Es importante no olvidar que no solo las personas en situación de dependencia son personas mayores. Los jóvenes y menores con discapacidad o dependencia también necesitan la figura de un cuidador que vele por su desarrollo en el sentido más amplio.
Las personas cuidadoras se convierten en la figura estrella de los cuidados, controlan medicación, acompañan al médico y estimulan el ejercicio físico. Sus labores también consisten en apoyar en las actividades básicas de la vida diaria. Muchas veces lo hacen sin formación al respecto y sin redes de apoyo. Sin su figura, los servicios de atención social y sanitarios estarían aún más colapsados.
El cuidador y cuidadora en el sector formal
Aunque la profesionalización del sector del cuidado supone una oportunidad económica y de empleo, este sigue siendo un sector feminizado, poco valorado para todo lo que aporta a la sociedad, y muy focalizado en la Ayuda a Domicilio, Centros de Día y Residencias. Cuenta con una formación muy básica y una atención puramente asistencialista, olvidando la importancia de fomentar el mantenimiento de la autonomía, mantener la actividad y participación en la sociedad.
La asignación de recursos y la formación son básicas en la atención de personas dependientes. Debería ser revisada con el objetivo de cumplir con unos estándares críticos, focalizada en la calidad de atención y basándose en la individualidad de la persona dependiente, en modalidad de formación continua. De esta forma se asegura la evolución en las metodologías holísticas.
Un futuro incierto
Atendiendo a las proyecciones del INE, en el año 2060 el 38,7% de la población serán mayores de 65 años. La red formal e informal actual no abarcará, porque ya actualmente no lo alcanza, a atender a las necesidades de las personas dependientes, con recursos suficientes, que, por Derecho, a través de la Ley de Dependencia tendrían que tener asignados.
Además de una partida presupuestaria adecuada, es necesaria una colaboración público-privada que trabaje y fomente la creación de todos los recursos necesarios para mantener la salud, prevenir enfermedades y mantener la actividad y participación en la sociedad, independiente y de manera autónoma.
Iniciativas destacadas en el sector que apoyan a los cuidadores y cuidadoras
De esa filosofía nacen iniciativas como nuestro “Programa Alares Salud y Envejecimiento Activo” (“PASEA”), que pretende un nuevo cambio de paradigma que transforme la cultura de los cuidados focalizados solo en la persona en situación de dependencia en la cultura de los cuidados de calidad respetando la libre elección de recursos y tomando a la familia como los destinatarios finales. De nada sirve atender a la persona en situación de dependencia, sin valorar su entorno familiar y las necesidades que se crean en el núcleo familiar, cuando la dependencia se instala en los hogares.
El Programa Alares Salud y Envejecimiento Activo (PASEA) está diseñado por un equipo multiprofesional con la experiencia suficiente para determinar una metodología de intervención holística, que saca el máximo partido del funcionamiento cognitivo, mejora de la capacidad física y funcional, y compromiso activo con la vida. Dicho programa valora en todo momento la red de cuidados informales, el bienestar y la salud emocional de la familia. Además, dota de una red de recursos adaptados a cada necesidad.
Este artículo forma parte del Dosier Corresponsables: Día Internacional de las Personas Cuidadoras