La Fundación Yves Rocher celebra la IV Edición de los Premios Tierra de Mujeres en España en los que ha concedido el Pimer Premio a Mireia Barba por su proyecto ‘Espigoladors’. A través de su labor de espigamiento -recolección de frutas y verduras desestimadas para su consumo por razones estéticas- ha lanzado “es im-perfect”, la primera marca española en comercializar productos a partir de excedentes alimentarios.
Mireia, podrías hablarnos acerca de Espigoladors, primer premio de los Premios Tierra de Mujeres de Fundación Yves Rocher, ¿cómo surge y cuál es vuestra labor?
La Fundación Espigoladors es una organización sin ánimo de lucro que trabaja para el aprovechamiento alimentario, el derecho a una alimentación saludable para toda la población y la generación de oportunidades laborales para colectivos en situación de vulnerabilidad.
El proyecto nace en el 2014 de la mano de tres personas emprendedoras, y lo hace para dar respuesta a estas tres problemáticas sociales y ambientales de manera unificada. En ese año, los efectos de la crisis económica y social del 2008 aún estaban en el orden del día, y eran muchas las personas que tenían dificultades para acceder a una alimentación saludable. Las cifras de pobreza, déficit en alimentación y obesidad se dispararon y, al mismo tiempo, en las ciudades cada vez eran más visibles los “espigadores urbanos”, personas que rebuscaban en los contenedores para buscar alimentos que otros habían rechazado. Un hecho que evidenciaba, a su vez, la triste realidad del desperdicio alimentario, una problemática global con cifras alarmantes (se calcula que una tercera parte de los alimentos que se producen en el mundo se acaban desperdiciando) y con graves consecuencias sociales y ambientales.
Para trabajar para el aprovechamiento alimentario, Espigoladors hemos recuperado la actividad milenaria del espigamiento. A través de esta actividad, recuperamos los alimentos que el sector primario no puede comercializar por diversos motivos estructurales y relacionados con el actual sistema agroalimentario: estándares estéticos, reducción de precios o exceso de oferta. Nosotros desarrollamos el espigamiento con grupos de personas voluntarias, un hecho que la convierte también en una actividad de sensibilización muy potente. Los alimentos espigados los donamos a entidades sociales y Puntos de Distribución de Alimentos para fomentar el derecho a una alimentación saludable de las personas en situación de riesgo de exclusión social.
Asimismo, el modelo de Espigoladors también trabaja para la justicia social, pues considera que toda lucha para la sostenibilidad ambiental tiene que contemplar, a la vez, la esfera social. Lo hacemos en nuestro obrador, un espacio de inserción sociolaboral donde elaboramos conservas vegetales con productos descartados del mercado alimentario. Éstos se comercializan bajo la marca es im-perfect®. También contamos con un área de sensibilización y de creación de conocimiento sobre las pérdidas y el desperdicio alimentario. Se realizan estudios y proyectos de sensibilización -como talleres educativos y asesoramiento a empresas y entidades – para fomentar la cultura del aprovechamiento alimentario entre la ciudadanía.
¿Cómo valoras este reconocimiento por parte de la Fundación Yves Rocher, y cuáles consideras que han sido las claves para lograr este primer premio? Es decir, ¿Cómo crees que se enmarca dentro de la labor y valores de la Fundación Yves Rocher?
El premio Tierra de Mujeres que impulsa la fundación Yves Rocher es una muestra de su compromiso con la lucha a favor del medioambiente. Es muy importante que organizaciones de esta trayectoria den voz y apoyo a proyectos emprendedores que tienen un gran potencial de impacto. Tanto el equipo de Espigoladors, que cuenta con un alto porcentaje de mujeres, como yo estamos muy agradecidas de este reconocimiento, que pone en valor el trabajo de tantos años y la perseverancia de seguir adelante con un modelo que rompe con lo establecido.
¿Cuál consideras que es la situación y principales retos futuros en España del liderazgo femenino, especialmente en el sector medioambiental y social?
En todos los ámbitos y sectores profesionales se necesitan referentes femeninos, sobre todo en aquellos sectores tradicionalmente más masculinizados, así como proyectos emprendedores que estén liderados por mujeres. Es imprescindible que niñas y niños tengan estos referentes para abordar la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades.
Es cierto que los sectores ambiental y social ya cuentan con un elevado número de mujeres pero, incluso así, es necesario incrementar la representación femenina en cargos de responsabilidad y liderazgo. Sin embargo, también es importante señalar que las preocupaciones sociales y ambientales, muy ligadas a una cuestión de género que se vincula con los cuidados, deberían impregnar de forma transversal toda la sociedad y todo tipo de organizaciones.
En general necesitamos más referentes que visibilicen la diversidad que hay en nuestra sociedad. Referentes de mujeres, y de mujeres diversas: mujeres racializadas, mujeres con discapacidad… Creo que lograr esta variedad en el imaginario social y en todos los sectores de la vida es uno de nuestros retos más importantes como ciudadanía.
Finalmente, ¿cuáles son vuestros principales desafíos y proyectos en Espigoladors, y cómo los afrontáis?
Siempre decimos que el fin último de Espigoladors es desaparecer, porque esto significaría que ya no existe ni las pérdidas ni el desperdicio alimentario. Pero teniendo en cuenta que esta es una realidad casi utópica, nuestro objetivo es poder replicar nuestro modelo en distintos puntos del territorio. Creemos que el espigamiento es una herramienta muy potente, no solo para el aprovechamiento alimentario y para dar acceso a alimentos saludables, sino también para acercar la población al campo y sensibilizarla acerca del trabajo vital de nuestro campesinado y la importancia de apostar por el producto local y de temporada.
A su vez, tiene un enorme potencial a nivel de dinamización social y comunitaria: en nuestras jornadas de espigamiento participan voluntarios y voluntarias de distintos perfiles y historias vitales, e implicamos también entidades sociales que trabajan con distintos colectivos, como por ejemplo menores extutelados o personas con discapacidad. Por otro lado, queremos poner sobre la mesa la necesidad de crear estrategias políticas y redes nacionales e internacionales que trabajen para reducir las pérdidas y el desperdicio alimentario. Es una problemática que debería ser central en la agenda política, especialmente en materia de alimentación y cambio climático.
Una buena noticia es que la lucha contra el desperdicio alimentario y la necesidad de avanzar hacía un sistema agroalimentario más sostenible tiene cada vez más presencia en las estrategias políticas locales y globales. La Ley catalana para la reducción de las pérdidas y el desperdicio alimentario, aprobada en marzo de 2020, es una buena muestra de ello y nace de la implicación de muchas entidades y organizaciones como la nuestra que llevan años trabajando para la prevención y la reducción de esta problemática incidiendo en los distintos eslabones de la cadena alimentaria.