La pandemia de COVID-19 y las repercusiones sorprendentemente divergentes para High Street y Wall Street hacen que el año 2020 sea un “cisne negro” para los libros de historia. Pocas personas habrían considerado el riesgo de que un nuevo virus SARS-CoV-2 resultara en más de 72 millones de infecciones y que se cobrara 1,6 millones de vidas en menos de un año.
Mientras que la economía mundial sufrió su más profunda recesión desde la Segunda Guerra Mundial dejando cicatrices económicas duraderas, la caída de los mercados financieros resultó efímera. Una respuesta política rápida y masiva y un rápido progreso en la investigación y desarrollo de vacunas han sido claves para el repunte masivo de los activos de riesgo, con el MSCI World subiendo un 13,5% ytd (y subiendo 2/3 desde las caídas de marzo). Con los rendimientos a la baja, incluso los mercados de renta fija lo hicieron bien.
Si bien la COVID-19 sigue causando graves daños, un rebote económico impulsado por las vacunas es probable que apuntale los activos de riesgo en el próximo año. En medio de una inflación latente y un fuerte apoyo de la política monetaria, los rendimientos europeos se mantendrán muy bajos por más tiempo.