Prodigioso Volcán ha apoyado al Observatorio Empresarial en la realización de su investigación “Tecnología con propósito” en 2019 y “Crecimiento inclusivo”, la cual se publicará a finales de noviembre de este año.”
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Cuando la incertidumbre golpea, le ponemos nombre. Lo hemos hecho con la COVID-19s –“el bicho”– y sus consecuencias –“la nueva normalidad”, “el gran confinamiento”, “el cerrojazo”–. La pandemia del coronavirus, sin embargo, también ha supuesto una gran oportunidad para cuestionarse muchos de los conceptos que, arrollados por el día a día, terminamos por naturalizar. Uno es “la disrupción”. Tras años apelando de forma constante a ella como meta a alcanzar, como epítome de la innovación, nos topamos de bruces con su significado más literal: “rotura o interrupción brusca”.
Eso fue lo que vivimos la pasada primavera cuando los hospitales se saturaron, las casas se cerraron y la economía derrapó. El mundo pisó el freno y bloqueó fronteras. Los viriones del SARS-CoV-2 dejaron en suspenso proyectos, planes, iniciativas y discursos. Fueron meses excepcionales, de tensión e incertidumbre. España vio cómo se ponían en marcha mecanismos de protección como el Ingreso Mínimo Vital o los ERTE para suavizar los primeros embistes de una crisis económica que comenzaba y que, a tenor de todas las previsiones, nos acompañará más tiempo que el propio coronavirus. Seis meses después de las llamadas a doblegar la curva, asistimos a una segunda oleada del virus. 2020, el año que inauguraba una década clave para la sostenibilidad y la consecución de los ODS, ha sido prácticamente borrado del mapa.
Las pandemias aceleran tendencias
Las pandemias, se dice, no crean tanto nuevas tendencias, sino que aceleran las existentes. En España, por ejemplo, se pasó en apenas un par de semanas de aproximadamente el 4,8 % de teletrabajadores a más del 34 %, según datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. A fuerza de hechos consumados, muchas organizaciones tuvieron que cuestionarse con urgencia qué era y para qué servía en realidad la transformación digital en la que estaban embarcadas. La crisis también nos enseñó quién y qué era esencial; los avances, y los retrasos, en muchas de las iniciativas de sostenibilidad e inclusión social de los últimos años.
Los interrogantes bullían –y siguen– en las empresas. ¿Cómo recibo el golpe? ¿Puedo suavizarlo? ¿Cómo podemos contribuir si somos no esenciales, si somos prescindibles? ¿Cuál debe ser nuestro papel? ¿Estoy cuidando a mis equipos? ¿Qué significa cuidar?… Por el trabajo que hacemos, en Prodigioso Volcán estuvimos al lado de varias de esas compañías que se cuestionaban cómo contribuir. También si sus estrategias, planes de sostenibilidad y digitalización podían contener ya no la respuesta, pero sí alguna pista o señal.
En una iniciativa que llamamos Mundo R0 en referencia a ese parámetro que pasó a condicionar nuestra vida, hablábamos de tres formas de responder a la emergencia: contener, compensar y construir. Superado el primer impacto, conviene construir. Para nosotros, “construir” pasa por acompañar a las organizaciones en sus procesos de transformación hacia modelos más sostenibles. Esta crisis pone de relieve que, pese a lo avanzado en la cuestión medioambiental, no se pueden obviar otras dos grandes áreas de la sostenibilidad: la social y la económica.
Una salida inclusiva y en digital
Conviene plantearse qué significa para una empresa transformación digital, estrategia de sostenibilidad y contribuir; si se puede crecer de forma más inclusiva. Esa es para nosotros la transformación sostenible. Nuevas herramientas y nuevos procesos, pero también nuevas habilidades, conocimientos y actitudes; buscar mejores formas de que las organizaciones escuchen lo que ocurre a su alrededor. Se trata de enfocar las políticas de innovación a lo común, fomentar y extender la digitalización, asegurar y promover la claridad en los trámites y la administración; facilitar, como organización, el ejercicio de la ciudadanía.
Porque a la salida en verde de la crisis debemos sumar una salida inclusiva y en digital. Pero de forma tangible y útil, que contribuya más que deslumbre. Sostenibilidad sigue siendo, en esencia y en la mayoría de las empresas, hacerse responsable de cualquier externalidad negativa de sus procesos de producción y actividades. ¿Por qué no dar un paso adelante? ¿Por qué no comenzar a hacer las cosas por convicción más que por temor al castigo? ¿Por qué no apostar por la sostenibilidad con un enfoque más holístico?
En más de una ocasión comprobamos que el problema no es falta de voluntad, sino de foco o estrategia. Por eso trabajamos la sostenibilidad siguiendo la lógica GPS: Guía, Plan, Solución. En ella, el proceso siempre empieza por el conocimiento de la materia y el contexto. Es también parte de cómo evoluciona la comunicación. Ya no se trata solo de proyectar o emitir, sino de escuchar y procesar. Comunicación es, de un modo u otro, compartir. Y hacerlo de forma responsable. También para las empresas. Es un camino largo y complejo. Y sí, quizá esto solo sea una reflexión, pero… ¿acaso toda transformación no empieza con una?