Durante los 10 últimos años Sanda Ojiambo ha ejercido su labor como directora de Negocios Sostenibles e Impacto Social en Safaricom Plc, Kenia, y fue de 2008 a 2010, Gerente Senior de las Fundaciones Safaricom y MPESA, durante el cual dirigió la implementación de varias iniciativas de asociación público-privada entre Safaricom y organizaciones de Naciones Unidas. A lo largo de su carrera, ha cultivado y gestionado relaciones con entidades comerciales clave y organizaciones de la sociedad civil, incluida su labor de desarrollo de la capacidad en Somalia con el UNDP (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y CARE International. Ojiambo posee un máster en Políticas Públicas de la Universidad de Minnesota (EE.UU.) y una Licenciatura en Economía y Desarrollo Internacional de la Universidad McGill (Canadá).
Usted ha sido nombrada Directora Ejecutiva del Pacto Mundial coincidiendo con el vigésimo aniversario de esta iniciativa de Naciones Unidas. ¿Cómo ha evolucionado la gestión socialmente responsable durante este período a nivel mundial?
Cuando el Pacto Mundial de las Naciones Unidas comenzó su labor en julio de 2000, solo 44 empresas pioneras formaban parte de la Red. Hoy nos hemos convertido en la iniciativa empresarial sostenible más grande del mundo con 68 redes locales y 11.000 participantes comerciales que representan a más de 100 millones de empleados a nivel global. Se trata de un movimiento de empresas que se han comprometido a respetar los Diez Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas y a informar anualmente y de manera transparente sobre su progreso en la defensa de los derechos humanos y laborales, la protección del medio ambiente y la lucha contra la corrupción.
En este sentido, el 76% de los CEO ahora creen que la sostenibilidad y la confianza serán fundamentales para la competitividad durante los próximos cinco años. Sin embargo, al observar los desafíos futuros, está claro que ni siquiera estamos cerca de generar el impacto necesario a la escala requerida para cumplir con la fecha límite de 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Investigaciones recientes que realizamos con Russell Reynolds Associates mostraron que la sostenibilidad es solo un requisito en el 4% de los nombramientos no ejecutivos y ejecutivos senior. Claramente, existe una brecha entre la retórica y la realidad: solo el 48% de los CEO dicen que están implementando la sostenibilidad en sus operaciones y solo el 21% de los CEO sienten que el negocio actualmente desempeña un papel fundamental en los ODS. Las empresas están haciendo un gran trabajo al hablar de sostenibilidad, pero se están quedando cortos en la toma de decisiones basadas en ello. Es por este motivo que el Secretario General ha pedido una Década de Acción para revertir esta situación y acelerar las acciones para lograr los ODS. Para las empresas, ahora más que nunca, es hora de aumentar la ambición en todas las áreas de sus operaciones y cadenas de valor para apoyar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
¿Cuáles son sus prioridades para su mandato? En esta misma línea, ¿planea promover el desarrollo de algunos ODS por encima del resto?
Estamos afrontando desafíos globales como nunca antes lo habíamos hecho. El camino a seguir está claramente marcado por la identificación de oportunidades, desafíos y compromisos que establezcan las empresas en su cumplimiento de los ODS, uniéndose para innovar y crear nuevas soluciones con las que evolucionar. Ahora es el momento para que todas las compañías eleven su ambición ante las personas, el planeta y la prosperidad. Los líderes tienen una gran oportunidad en sus juntas directivas, consejos de administración y reuniones de accionistas para que la sostenibilidad sea el tema central de su cultura y liderazgo organizativo. Está claro que las empresas exitosas serán aquellas que satisfagan las necesidades de sus grupos de interés tanto como sea posible a través de un diálogo significativo utilizando la menor cantidad de recursos posible.
En el Pacto Mundial de las Naciones Unidas queremos acelerar la integración de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en la gestión empresarial, pero en este momento el progreso es desigual. Hemos descubierto que muchas empresas optan por centrarse en el Objetivo 8: Trabajo decente y crecimiento económico; el Objetivo 9: Industria, innovación e infraestructura; el Objetivo 12: Producción y consumo responsables; el Objetivo 13: Acción por el clima y el Objetivo 3: Salud y bienestar. Por el contrario, se ha avanzado menos en el avance de los ODS con enfoque social, en la reducción de las desigualdades, la igualdad de género, la paz y la justicia.
¿Cómo alinearán las pautas que se establezcan en la sede mundial de Nueva York con el trabajo de las redes locales del Pacto Mundial de las Naciones Unidas?
Nuestras redes locales son esenciales para permitirnos avanzar en la sostenibilidad corporativa ayudando a las empresas a comprender lo que significa desarrollar un negocio responsable dentro de cada contexto nacional. En este sentido, trabajamos muy estrechamente con nuestras 68 redes locales. A modo de ejemplo, acabamos de lanzar el programa acelerador “SDG Ambition” con el que buscamos apoyar a las empresas participantes en el Pacto Mundial de las Naciones Unidas para que establezcan objetivos ambiciosos y aceleren la integración de los ODS en sus operaciones. Este programa será impulsado por nuestras redes locales que lideran la implementación, la capacitación y la participación a nivel de país. También estamos pidiendo a todas nuestras empresas participantes, así como a otras partes interesadas, que nos envíen sus comentarios sobre lo que creen que deberían ser los futuros puntos de referencia.
¿Cómo evalúa la afectación del COVID-19 en el avance de las buenas prácticas socialmente responsables a nivel empresarial?
Creo que es importante reconocer que el COVID-19 es solo un “simulacro de incendio” comparado con los impactos de otras crisis que debemos afrontar en nuestro camino, como por ejemplo la emergencia climática. Cada vez más partes interesadas, desde inversores hasta clientes y empleados, animan a las empresas a adaptarse y adelantarse a los valores sociales cambiantes, a las preocupaciones sobre el cambio climático, a la limitación de los recursos naturales y a la inestabilidad política. Cada vez está más claro que esto no solo es lo correcto, también tiene un sentido comercial. Durante la etapa previa a la pandemia, el mayor desempeño ambiental, social y de gobierno corporativo se correlacionó con un mayor desempeño financiero y ese vínculo solo se ha fortalecido en los últimos meses. Las expectativas están cambiando para que las empresas vayan más allá de los estándares establecidos desde hace tiempo para el desempeño financiero e incluyan métricas de impacto social y creo que eso definitivamente nos ayudará a evaluar el impacto de COVID-19 en las prácticas comerciales.
A medida que nos recuperemos de la pandemia, tendremos una oportunidad única para implementar cambios sistémicos duraderos y así ayudar a alcanzar los ODS. Pero este avance solo se logrará a través de un cambio en la forma en la que se llevan a cabo los negocios.
¿Cuáles son los desafíos del Pacto Mundial de las Naciones Unidas para los próximos años?
La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto las fragilidades y desigualdades mundiales. Podríamos entrever una crisis económica y financiera que podría alargarse más que la crisis de salud pública. Ante esta posibilidad, corremos el riesgo de que volvamos a las viejas costumbres y a los negocios habituales. Pero después de haber vivido la crisis financiera del 2008 y la recesión de fines de la década de los 2000, está claro que si continuamos enfrentando cada nueva crisis con el mismo modelo socioeconómico, no podremos encontrar un entorno sostenible y socioeconómico-ambiental a largo plazo. Ahora contamos con menos de 4.000 días para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La Agenda 2030 no se alcanzará a través de mejoras habituales en los negocios como demuestra el lento progreso generado hasta la fecha. Nuestro desafío durante los próximos años pasa por asegurar que las empresas experimenten una transformación radical del modelo de negocio que pueda conducir a una nueva normalidad en la que la igualdad, los derechos y las libertades de las personas siempre sean prioritarias ante cualquier decisión comercial.