Entrevista con Pedro Tomey, Director General de la Fundación Aon España, para hablar sobre las iniciativas puestas en marcha desde la fundación para ayudar a frenar las consecuencis de la crisis del coronavirus, así como sobre su acción social y los planes de futuro de la organización que dirige.
¿Cuál es la misión de la Fundación Aon?
La misión de la Fundación Aon es construir una sociedad mejor aportando todos nuestros recursos, conocimientos y valor en tres áreas fundamentales: Catástrofes, para la investigación, prevención, actuación en el momento en el que ocurre la catástrofe y después, recuperación, fase en la que nos fijamos en los más vulnerables estableciendo proyectos para que se puedan reinsertar en la sociedad y resarcirles de los daños que han sufrido. Otras áreas de actuación son el impulso del arte y la cultura y la acción social, es decir, la integración sociolaboral de personas en riesgo de exclusión. Con este fin, establecemos convenios de colaboración con no menos de 25 entidades a las cuales aportamos recursos y voluntarios…, para hacer la vida y la inclusión de estas personas más llevadera.
¿Qué iniciativas habéis puesto en marcha desde la fundación para paliar los efectos provocados por la crisis del COVID-19?
En un primer momento, pensamos que lo que teníamos que hacer era seguir con nuestro plan de actuación y continuar con toda nuestra actividad. Tecnológicamente, en toda la compañía estábamos muy preparados para teletrabajar y la fundación, también; por lo tanto, nos fue fácil avanzar con nuestros planes. Las dificultades comenzaron, lógicamente, cuando no se podían hacer determinadas actividades al tener que evitarse cualquier contacto social. Ahí hemos tratado de paliarlo de la mejor manera posible, adaptando nuestro plan de actuación a la circunstancia del coronavirus.
Hemos llevado a cabo muchas acciones. La primera ha sido con la Cruz Roja, uno de nuestros socios en el Observatorio de Catástrofes. La entidad sacó adelante el ambicioso plan Cruz Roja Responde, cuyo objetivo era captar 11 millones de euros. La realidad es que se ha llegado casi a 16 millones de euros y ha sido el programa más amplio que han realizado, con la ayuda de muchos partners como la Fundación Aon. A través de ese plan hemos estado muy cerca de todas las acciones sanitarias, de acompañamiento, etc., que han ido desarrollando.
Por otro lado, también quisimos mantenernos cerca de los más vulnerables. Por lo que, junto con la división de salud de Aon, elaboramos un programa de telemedicina para ofrecérselo gratuitamente a entidades del Tercer Sector y, sobre todo, a aquellos profesionales como monitores y personas que asisten y acompañan a estos grupos vulnerables. También elaboramos un plan muy interesante de realización de test de detección del COVID y lo ofrecimos desde el primer momento a estas instituciones. Hemos estado colaborando con Fundaciones que atienden a grupos en riesgo de exclusión como Prodis, Deporte y Desafío y A La Par, entre otras. Ha resultado una iniciativa muy interesante porque se han visto muy protegidos los profesores, los tutores, los propios asistentes sanitarios…, con la telemedicina que se les prestaba y con la posibilidad de hacer test de detección del virus a sus miembros.
Hemos realizado acciones con Bancos de Alimentos y estamos ahora en un proyecto muy importante junto a Cáritas y un grupo de restauración para atender a familias necesitadas que se llama “Proyecto 1067 contra el hambre”, para llegar a los hogares de 1067 familias. Hemos diseñado bastantes programas de voluntariado también.
Al mismo tiempo, y con el coronavirus en ciernes, habíamos decidido, cuando se confeccionaron los planes de actuación en el año 2019, que en 2020 el Observatorio de Catástrofes se iba a fijar en las pandemias. Luego, en febrero y marzo surgió el Covid-19. ¿Qué hacemos cuando fijamos nuestro foco en un determinado riesgo Llevamos a cabo investigaciones a través de nuestra Cátedra de Catástrofes, ubicada en la Universidad Pontifica de Comillas y en la Universidad de Navarra. En ambas sedes de docencia realizamos investigaciones, algunas de las cuales duran coyunturalmente un ejercicio y otras, sobrepasan los dos o tres años y se convierten en tesis doctorales. Decidimos, como decía, fijar la atención en el coronavirus, para lo que estamos realizando sendas investigaciones sobre el COVID-19 y otras pandemias. Durante este ejercicio, en la Universidad de Comillas, a través del Instituto de Migraciones, nos centramos en ver cómo afecta una pandemia como el coronavirus a los movimientos poblacionales y flujos migratorios. En la Universidad de Navarra estudiamos las mejores prácticas para la resiliencia de las sociedades ante las pandemias. Pondremos de manifiesto las principales conclusiones en el Simposium anual del Observatorio de Catástrofes, que este año celebraremos el 17 de noviembre en la sede de Cruz Roja en Madrid.
En fin, todas esas cosas hacemos: investigación y acciones de ayuda inmediata, buscando colaboración y aportando la nuestra a otras entidades para atender a los más vulnerables.
Desde vuestra entidad colaboráis con la integración social y laboral de personas en riesgo de exclusión, tras la crisis sanitaria se espera una crisis económica y social de grandes dimensiones. ¿Cuáles son vuestras previsiones y planes de futuro en este ámbito?
Efectivamente, primero ha sido una gran crisis sanitaria donde siempre lo primero es la salud. Sobrevivir con el menor daño posible físico en la salud. Ahí hemos puesto nuestro grano de arena, pero después vendrá una crisis social. Va a haber un gran cambio de paradigma y vendrá una crisis económica aparejada al coronavirus, por todo lo que está pasando en la economía y por lo que ha conllevado en estos meses de confinamiento global en los sistemas productivos y económicos mundiales. Qué duda cabe, va a afectar al empleo. En mi opinión, es la piedra filosofal sobe la que toda la sociedad debe actuar y poner el énfasis: tanto los gobiernos como las empresas como las entidades del tercer sector. Si no hay empleo, va a haber mucha pobreza, hambre y marginación. Luego, hay que crear el ambiente necesario para que crezca el empleo.
Nosotros nos vamos a fijar, como fundación, en los más vulnerables. Ya estamos en determinados programas de formación, con la Fundación A la Par, por ejemplo, en el programa Campvs, contribuyendo a su sostenibilidad económica y también a través de mentores, nuestros voluntarios, ayudando y guiado a los estudiantes con discapacidad intelectual. Se trata de un programa de tres años de formación en marketing, hostelería y administración. Es un programa fantástico para que estos jóvenes estén preparados y puedan acceder al mercado laboral.
Apoyamos a otras personas en riesgo de exclusión con acompañamiento, mediante el voluntariado y ofreciéndoles los recursos que podamos aportar. Diseñamos también algunos programas con otras fundaciones como la Fundación Randstad para impulsar la empleabilidad de estas personas con otras capacidades, para que puedan desarrollar una vida profesional al igual que lo hacemos todos los demás.
Aon ha obtenido la acreditación de transparencia y buenas prácticas de Lealtad Instituciones. ¿Qué supone este reconocimiento y qué requisitos son necesarios para alcanzarlo?
Ha sido una acreditación importante para nosotros. La tienen pocas instituciones. La verdad es que se trata de un proceso muy exigente. Por decirlo de alguna forma, es como una auditoría, pero no solamente económica sino del buen gobierno de la fundación e incluso de la transparencia y los valores en la ejecución de nuestra gestión. Ha sido un proceso largo, pero en el confinamiento nos hemos podido dedicar muy bien a establecer procesos y procedimientos muy importantes a lo que se refiere a transparencia, valores, buena gestión y buen gobierno de nuestra fundación. Hemos pasado todos los controles, todas las pruebas que nos han puesto y hemos recibido recientemente la acreditación, lo que nos llena de orgullo. Además de hacer las cosas, hay que hacerlas bien y con valores. En los tiempos que corren cada vez más los valores tienen que ser más transparentes, pero también tiene que ser transparente cómo se ejecutan, cómo se realiza la gestión, y en eso esta acreditación es exigente y el tenerla es un plus que nos anima a seguir trabajando en esa dirección.
¿Cuáles son los planes de la Fundación Aon una vez haya pasado esta pandemia?
Lo primero es salir y, si se me permite, reforzados de la situación de esta pandemia. Uno de nuestros fines son las catástrofes. Tenemos conocimientos, tenemos investigadores, estamos inmersos en un mundo, como es el del sector asegurador, donde la prevención es muy importante y donde la actuación en el momento que ocurre la catástrofe, también. Es decir, tenemos muchísimo conocimiento a nuestro alrededor, muchos socios que conocen este tipo de situaciones, y creemos que podemos aportar un gran valor. De hecho, ya lo hacemos a través de dos herramientas de las que disponemos. Por un lado, nuestra Cátedra de Catástrofes, como explicaba antes, donde vamos a seguir investigando todo tipo de riesgos catastróficos. En el pasado lo hemos hecho sobre terremotos, inundaciones, incendios forestales, terremotos, cambio climático y, este año, sobre las pandemias. Contamos con mucho conocimiento, con lecciones aprendidas y con pautas de comportamiento para que la sociedad sea más resiliente a estas catástrofes. La segunda herramienta es el Observatorio de Catástrofes de la Fundación Aon, que es verdaderamente un lujo. Tenemos first responders como la UME y la Cruz Roja, contamos con dos prestigiosas universidades como la de Comillas y la de Navarra, el Consorcio de Compensación de Seguros, la Patronal del Seguro UNESPA, la Asociación de Gerentes de Riesgo AGERS, Aon Benfield o la Fundación ONCE, porque siempre buscamos el enfoque en toda nuestra actuación de mirar y velar por los más vulnerables, de no dejarles atrás. Tenemos un gran equipo en el Observatorio, cuyo objetivo es saber actuar en momentos de catástrofes, en la investigación, en la prevención, en el momento en el que ocurre y después, en la reconstrucción y recuperación. Estamos muy preparados y creemos que tenemos ahí una oportunidad grande de aportar valor a la sociedad.
Nuestros planes de futuro es seguir en esa línea, en la acción social, dentro de nuestras posibilidades, aportando recursos y voluntarios. Para nosotros es muy importante el voluntariado. En cada acción nos gusta participar en el diseño y aportando recursos, pero también aportando el valor de nuestros voluntarios. Desde que se constituyó la Fundación Aon hasta hoy, contamos con más de 300 voluntarios corporativos. Son empleados de Aon por toda la geografía nacional y ellos, de acuerdo a sus intereses y sus capacidades, son voluntarios en acción social, incluso en el arte y la cultura o en catástrofes. Como digo, en cada acción procuramos que nuestros voluntarios participen y aporten también su granito. En definitiva, vamos haciendo una gran red de apoyo que ya sobrepasa nuestros propios recursos y nuestro propio valor. Eso es lo que tenemos pensado hacer en el futuro: seguir.
Tenemos un proyecto muy bonito también en estos momentos, vamos a ver si lo conseguimos. Estamos con un consorcio de otros 15 socios optando a una financiación para un proyecto europeo. Lo hacemos a través de nuestra Cátedra de Catástrofes y es precisamente un proyecto de investigación que va a durar tres años. Está dotado económicamente con cinco millones de euros y lo que trataremos es sacar un protocolo de resiliencia europea frente a desastres catastróficos.
Escucha aquí la entrevista completa con el protagonista: