Corría el año 2008 cuando nació la Fundación Probitas. Desde un principio en la fundación dedicamos nuestros esfuerzos a trabajar para mejorar la salud de poblaciones vulnerables que viven en zonas remotas y de difícil acceso. Por ello, no es extraño que apenas 4 años después, en 2012, iniciáramos nuestro primer proyecto en colaboración con el ACNUR. Y digo que no resulta extraño, porque, entre todos los principios que compartimos ambas entidades, el trabajo en favor de las poblaciones más vulnerables, allá donde se encuentren es, sin duda, el lazo que nos une y nos atrae para seguir colaborando.
Así, en la búsqueda de mejorar el futuro de las personas refugiadas, iniciamos una colaboración con el ACNUR en la frontera selvática entre Ecuador y Colombia donde reforzamos de forma importante el acceso a la asistencia sanitaria de refugiados colombianos asentados en Ecuador. Pasamos después a hacerlo en las planicies desérticas del norte de Etiopia. De los refugiados colombianos huidos del conflicto armado a los refugiados somalíes y eritreos que huyen de la persecución y la violencia. Pero, a fin de cuentas, todos ellos poblaciones sin las mínimas condiciones básicas ni asistencia sanitaria.
En la Fundación Probitas creemos en el derecho a una salud de calidad y trabajamos para alcanzar la cobertura universal de salud a través de los proyectos que ejecutamos y los que apoyamos. Está en nuestro ADN, lo llevamos en la sangre. El ACNUR trabaja en la defensa de los derechos de las personas obligadas a huir, es su marca de identidad, y por ello, en lo referente al derecho a la salud, cuenta con el apoyo de la Fundación Probitas desde hace ya 8 años. Nuestros caminos debían cruzarse inexorablemente.
En la fundación creemos en la misión de coordinación, supervisión y liderazgo que realiza el ACNUR en favor de los refugiados. Por este motivo, después de mejorar la nutrición de los refugiados somalíes y eritreos, nos embarcamos conjuntamente en un nuevo proyecto en favor de los refugiados sudaneses en el este de Chad. En medio del infinito desierto que separa ambos países, el proyecto tenía por objetivo mejorar el acceso a agua potable y saneamiento de la población refugiada en seis campos.
Dos años después, en la Fundación Probitas, nos propusimos trabajar en favor de la salud a través de la lucha contra las enfermedades desatendidas, la malaria, el VIH/SIDA y la tuberculosis. Creemos que debíamos ser consecuentes con nuestra misión de trabajo en favor de las poblaciones más vulnerables, aisladas y abandonadas a nivel sanitario. Y hoy por hoy, las personas que padecen estas enfermedades son, sin duda, las más aisladas y olvidadas a nivel sanitario. De esta manera nos alineábamos con los ODS 2030. Una vez más, el ACNUR nos acompaña en este nuevo camino que hemos emprendido. En esta ocasión, colaboramos en un proyecto en favor de los refugiados cameruneses en Nigeria. Allí, entre bosques y sabana, la población sufre el azote mortal de la malaria. Juntos trabajamos para poner fin a esta lacra y que los refugiados logren un futuro mejor que aquel de violencia que dejaron en Camerún.
Así pues, la Fundación Probitas y el ACNUR compartimos una historia de defensa de los derechos de las poblaciones más vulnerables, la población refugiada en este caso, y la búsqueda conjunta de un futuro mejor a través de la mejora de la salud. Cuando iniciamos nuestra primera alianza, en 2012, había en el mundo 42 millones de desplazados. Hoy son más de 70 millones. La situación no ha mejorado y, por ello, es triste pero evidente, que nuestro trabajo es más necesario que nunca.
Desde las selvas de Colombia hasta las sabanas de Nigeria, pasando por los desiertos de Chad y Etiopía, la Fundación Probitas y el ACNUR han desarrollado una relación basada en la confianza, los objetivos comunes y la convicción plena en el trabajo realizado. Juntos hemos llevado el derecho a la salud a los campos de refugiados de medio mundo.