Hace algunas décadas, las colaboraciones entre empresas y organizaciones sin fines de lucro tenían un comportamiento muy lineal: una empresa decidía hacer una donación a una ONG, el equipo directivo conocía los proyectos y se compartía algún tipo de informe de rendición de cuentas. Hoy en día, el segundo y tercer sector hemos evolucionado más que positivamente, pasando desde una filantropía empresarial más tradicional, hasta llegar a la actualidad donde nos encontramos frente a comportamientos empresariales responsables como parte de las estrategias de negocio. Estamos ante una responsabilidad social más activa, tanto hacia dentro como hacia fuera de las compañías.
Hoy en día, las ONG trabajamos sobre la base del valor ganado. Buscamos que las relaciones de colaboración sean estratégicas y sostenibles, obteniendo como resultado final el mayor impacto social posible. Desde Aldeas Infantiles SOS entendemos que toda alianza corporativa implica necesariamente generar valor añadido para ambas partes, y sobretodo, que la colaboración trascienda el ámbito institucional, y sean los grupos de interés de las empresas quienes ocupen un lugar protagónico.
Es cierto que algunas colaboraciones entre empresa-ONG siguen trabajando bajo ese antiguo paradigma de carácter más transaccional, pero cada vez son las menos. En la medida en que sigamos transitando este camino de diálogo y paridad entre ambas, las compañías afiancen sus compromisos sociales públicos, se evidencien los beneficios -de distinta índole, incluidos los económicos- que trae consigo un negocio socialmente responsable, y los grupos de interés exijan a sus empresas que sean sostenibles y responsables con su entorno, este tipo de intenciones se seguirán desvaneciendo hasta su extinción. Solo sobrevivirán aquellas colaboraciones que hayan elegido la sostenibilidad y la confianza, como pilares de su estrategia.