La voluntad de las empresas por incluir a personas con discapacidad en sus plantillas se enfrenta con la dificultad de encontrar profesiones con discapacidad que se ajusten a su definición de puestos de trabajo vacantes. Esta disonancia entre la oferta y la demanda hace necesario un cambio en la visión y en la forma de intervenir.
El Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que se celebra cada 3 de diciembre, tiene por objetivo dar visibilidad a este colectivo, promoviendo sus derechos y fomentado su bienestar, así como concienciando sobre su situación en diferentes niveles políticos, sociales, económicos y culturales. En España, cada vez es más frecuente encontrar empresas que prefieren incorporar personas con discapacidad a sus plantillas para cumplir con la cuota de reserva del 2% que exige la Ley General de Discapacidad, en lugar de acudir de manera sistemática a las medidas alternativas, tales como la contratación de bienes y servicios a Centros Especiales de Empleo o las donaciones.
Sin embargo, la voluntad de las empresas por incluir a personas con discapacidad en sus plantillas se enfrenta con la dificultad de encontrar profesionales con discapacidad que se ajusten a su definición de puestos de trabajo vacantes. Esta disonancia entre la oferta y la demanda hace necesario un cambio en la visión y en la forma de intervenir.
Analizando la población con discapacidad en España, encontramos que existen 1,7 millones de personas con discapacidad en edad laboral. De éstas, únicamente el 23% está trabajando, solo el 11% está en situación de búsqueda de empleo y más de la mitad de ellas, el 66%, están inactivas. Gran parte de estas personas que se encuentran en situación de inactividad podrían pasar a ser activas y trabajar, si se dieran las condiciones adecuadas, consiguiendo una mayor independencia económica y mejorando su nivel de integración social.
Por otra parte, si analizamos los datos del último año, el 75% de los contratos realizados a personas con discapacidad fue en Empleo Protegido (Centros Especiales de Empleo) y el 25% en el resto de las empresas (Empleo Ordinario), lo cual, constata la falta de avance real en la incorporación de este colectivo al mercado ordinario, a pesar de la legislación vigente en esta materia.
Queda patente que, de manera natural y espontánea, no se va a resolver la situación. Es más, todo indica que la brecha se va a acentuar en la medida en la que se siga potenciando como mejor alternativa para el empleo las ocupaciones elementales y el sector servicios, en lugar de invertir a medio plazo para que este colectivo se introduzca en actividades profesionales con mayor valor añadido, en sectores con una demanda potencial creciente y estable, como podría ser el de las TIC y, en concreto, la Ciberseguridad.
Por todo ello, desde la Fundación GoodJob trabajamos para la inclusión laboral de personas con discapacidad, partiendo de la base de que hay que mejorar el punto de partida de estas personas cuando están en búsqueda de empleo y ayudar a las empresas a viabilizar en sus entornos laborales, la entrada de este colectivo a sus plantillas en sus propias actividades y de forma estable. Este papel dinamizador y de acompañamiento profesional es la mejor aportación de una organización de economía social como la nuestra.
Esta visión del empleo y la discapacidad, se alinea con la estrategia de la ONU para la inclusión laboral de personas con discapacidad, que persigue un progreso sostenible y transformador orientado a la consideración de la discapacidad en todos los pilares de la sociedad.