En los últimos meses hemos visto como millones de jóvenes y de estudiantes han salido a la calle en numerosas ciudades del mundo para exigir medidas urgentes y eficaces para intentar poner freno a las graves consecuencias del cambio climático y no cabe duda de que la sociedad está cada vez más concienciada sobre este tema.
El objetivo ya está marcado a nivel internacional: pasar a un modelo energético totalmente descarbonizado en 2050. Ahora es necesario poner en marcha las medidas necesarias y adecuadas para que esta meta se convierta en realidad.
La fotovoltaica es una aliada clave de esta radical transformación de nuestra economía y de nuestro modelo productivo. Esta tecnología ha alcanzado altos niveles de competitividad gracias a la drástica disminución que han vivido sus costes en los últimos años, por lo que no solo permite generar energía limpia, sino que también ayuda a reducir el gasto energético.
Además de ser competitiva desde un punto de vista de los costes, la fotovoltaica es una tecnología flexible y escalable, que se puede utilizar tanto en instalaciones de pequeño tamaño, como las de generación distribuida ubicadas en los tejados, como en grandes parques solares. Y el autoconsumo es precisamente una herramienta que empodera a los ciudadanos, al convertirles en responsables de la producción, gestión y almacenaje de la energía y también en protagonistas en la lucha contra el cambio climático.
Sí, porque instalar paneles solares en el tejado de una vivienda, o de una PYME o de un centro de servicios, no solo permite ahorrar en la factura de la luz aprovechando la energía que nos regala el sol, sino que también evita la emisión de CO2 a la atmósfera, los gases responsables del efecto invernadero que causan el aumento de las temperaturas y las consecuencias nefastas para el medio ambiente.
Además, el autoconsumo y la generación distribuida representan el primer elemento de las ciudades y de las islas inteligentes, donde el transporte se realiza con vehículo eléctrico y donde, gracias a la digitalización de la energía, los consumidores pueden gestionar de forma inteligente la demanda energética.
El nuevo marco normativo aprobado por el Gobierno español a principios de abril ha establecido un contexto de libre mercado para el autoconsumo, eliminando el llamado “impuesto al sol” y las otras barreras económicas que establecía la anterior normativa, abriendo además la puerta a las instalaciones colectivas, donde un grupo de consumidores comparte una misma instalación consumiendo la energía limpia que ésta genera. Esta solución es especialmente interesante para los centros de servicio, polígonos industriales, los hospitales y las universidades, donde el consumo de energía coincide con las horas de sol, lo que hace que toda la energía que se genere se utilice en el momento. Y la posibilidad de instalar los paneles a un máximo de 500 metros de distancia del punto de consumo donde se encuentran los consumidores, permite aprovechar la mejor ubicación disponible en los alrededores para la instalación.
Asimismo, gracias a la nueva normativa los particulares, las empresas y la Administración tienen la posibilidad de instalar paneles solares aprovechando las ventajas de una tramitación administrativa simplificada, que reduce los tiempos de espera y los costes asociados.
Ante un desafío de magnitud tan grande como es el cambio climático, por lo tanto, el autoconsumo es una forma para los ciudadanos y las empresas de mostrar su solidaridad y contribución en la lucha contra el calentamiento global.