Carmen Rebollo, directora del Instituto Municipal de Consumo del Ayuntamiento de Madrid, destaca la labor que se hace desde organización que representa para fomentar, sobre todo, las alianzas entre entidades locales, nacionales e internacionales. Rebollo hace énfasis en la importancia de impulsar las colaboraciones entre las organizaciones de consumidores y empresariales, para que la acción conjunta permita posicionar el comercio justo como una herramienta para el desarrollo sostenible.
¿De qué forma vuestra organización está apostando por el comercio justo? ¿Nos puedes explicar brevemente vuestra evolución hasta la actualidad?
Madrid consiguió la acreditación como “Ciudad por el Comercio Justo” en 2011. Desarrolla planes de trabajo bienales que aprueba el “Foro Municipal de Comercio
Justo” que incluyen acciones de sensibilización, de fomento y de seguimiento y evaluación. Es muy extenso el conjunto de acciones desarrolladas en los 10 años de
trabajo en este tema. Puede obtenerse información más detallada en www.madrid.es/comerciojusto y en las memorias anuales de actividad del Instituto
Municipal de consumo www.madrid.es/consumo . Cabe destacar el impulso notorio que se ha dado en la última legislatura, que ha resultado en que Madrid recibiera un accésit a la primera edición del premio convocado por la Unión Europea para ciudades, por su actuación a favor del Comercio Justo y ético. El accésit se concedió por “Alianzas globales” destacando la implicación con los agentes sociales, la integración con las políticas a favor del desarrollo sostenible, con otros planes y estrategias municipales y la red constituida con otros países, en particular de América Latina. Entre otras muchas acciones de fomento, hay que resaltar Madrid fue sede en octubre de 2018 de la XII Conferencia Internacional de ciudades por el Comercio Justo.
¿Puede especificarnos algunas buenas prácticas y/o iniciativas concretas que estéis llevando a cabo?
En materia de contratación pública, en 2016 entró en vigor una instrucción interna que obliga a incluir productos de comercio justo en determinados contratos, lo que ha supuesto un notorio cambio en la contratación municipal. Las acciones de sensibilización y de visibilización del Comercio Justo han sido constantes en los últimos
años. También se ha integrado el Comercio Justo en los programas de formación en la escuela y para empleados municipales. El Ayuntamiento de Madrid ha incluido su acción sobre Comercio Justo dentro del Plan de Impulso del Consumo Sostenible (2016-2019), aprobado por la Junta de Gobierno en junio de 2017, así como en otros planes como el de Derechos Humanos, la Estrategia alimentaria, la Estrategia de Economía social y solidaria y la de localización de los objetivos del desarrollo
sostenible. Se está trabajando en la constitución de una red de ciudades europeas que trabajan en comercio justo en la que Madrid ha tomado un papel activo.
¿Cuál es la situación actual del comercio justo en nuestro país y sus principales barreras y obstáculos?
Si bien el aumento del consumo de productos de Comercio Justo manifiesta una tendencia creciente y sostenida en los últimos años, comparativamente con otros países el consumo per cápita y año alcanza todavía valores muy escasos. Es preciso vincular el Comercio Justo al consumo y producción sostenibles, y estimular al máximo la colaboración con agentes sociales, con las organizaciones de consumidores y empresariales, para que la acción conjunta permita un verdadero despliegue.
¿Cuáles son los otros grandes retos y desafíos de tu organización en materia de comercio justo? ¿y del Comercio Justo en general?
El Ayuntamiento de Madrid ha mantenido y reforzado su compromiso institucional en materia de fomento del comercio justo actuando en todos los planos al alcance de una administración pública: normativo, sensibilización, formación, divulgación interna, colaboración con agentes sociales a través de la formalización de convenios, asignación presupuestaria, etc. En cuanto a la situación del Comercio Justo en general entendemos que todavía el conocimiento de su valor social como herramienta del desarrollo sostenible es escaso, en general, por lo que el esfuerzo debe dirigirse en este sentido, no solo desde las administraciones públicas, sino a través del trabajo en red y de la generación de alianzas con todos los sectores y agentes involucrados.