Roberto Ballester, presidente Junta Fairtrade Ibérica, subraya la importancia que tiene para el movimiento del Comercio Justo acercar lo más posible los productos con el sello Fairtrade al consumidor final, por lo que reconoce como clave contar con aliados en las grandes distribuidoras. Por otra lado, exhorta a los consumidores españoles a incrementar el consumo de estos productos que está muy por debajo a la media Europa.
¿Qué aporta el Comercio Justo a la sociedad y por qué crees qué es necesario Fairtrade?
Fairtrade aporta, desde mi punto de vista, dos cosas. Por un lado, da una respuesta concreta a los productores, pues asegura que estos pueden vivir de una manera digna, con un salario decente, condiciones laborales que respetan los derechos humanos y un precio mínimo que cubre los costes de la producción. Y, por otro lado, da respuesta a una necesidad creciente de los consumidores, que cada vez demandan con más claridad poder acceder a un producto que sea más sostenible desde todas sus vertientes, social, económica y ambiental. En mi opinión, es muy importante que sea una organización independiente como Fairtrade la que esté detrás de esto, pues da credibilidad y confianza a los consumidores de que se está cumpliendo con un estándar de justicia.
¿Cómo consideras que los objetivos de desarrollo sostenible se relacionan con Fairtrade?
Los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) significan un marco de entendimiento entre diferentes agentes clave en el mundo actual: empresas, tercer sector, ciudadanos y ciudadanas y administración pública. En Fairtrade hicimos un trabajo para identificar los ODS con los que estamos más relacionados y aportamos de manera más directa.
Desde Fairtrade tenemos un compromiso muy profundo con los ODS y proponemos una forma muy concreta y directa de poder aterrizarlos en la vida cotidiana tanto de los productores del sur, como de las empresas del norte y, sobre todo, de los consumidores.
En muchas ocasiones cuesta hacer llegar la propuesta de los ODS a los ciudadanos y ciudadanas y Fairtrade es una forma muy sencilla de hacer ver a los consumidores que hay muchos gestos diarios que pueden estar ayudando a alcanzar los ODS; por ejemplo, a través de su compra en el supermercado.
En este sentido, comprar un producto certificado con el sello de Fairtrade es una forma sencilla de aportar a los ODS desde nuestra vertiente de consumidores.
¿Cuál consideras qué es el principal reto del movimiento del Comercio Justo y por consiguiente de Fairtrade?
El primero seguir trabajando para que los productores del Sur puedan tener un proyecto de vida en condiciones de justicia. No podemos olvidarnos de que sigue habiendo todavía muchas personas en el mundo que viven con salarios que no se corresponden con el trabajo que hacen y con condiciones de trabajo realmente precarias.
Dicho esto, es muy importante para Fairtrade acercar lo máximo posible los productos que se certifican con el sello de Fairtrade al consumidor final. En definitiva, que
consumir producto Fairtrade sea fácil. Para eso necesitamos contar e implicar a todas las opciones de distribución que existen hoy en día. Y, de manera muy especial, a la gran distribución.
Por último, es todavía un reto importante para nosotros dar a conocer la propuesta de Fairtrade a cada vez más consumidores y consumidoras. En España estamos en un 1 € per cápita de consumo de producto Fairtrade, mientras que la media de Europa es de 14 €. Incrementar este consumo medio es un gran reto para nosotros. Estos son nuestros tres grandes retos sobre los que Fairtrade está trabajando, aunque tenemos también muchas otras cuestiones encima de la mesa y que hoy en día están debatiéndose.
¿Qué piensa hace falta para lograr una concienciación de consumo justo, sostenible y responsable en nuestra sociedad?
Seguramente hay que abordar muchas cuestiones, pero creo que es muy importante hacer ver a las personas el impacto que tiene nuestro modelo de consumo, no solo para el planeta desde una perspectiva ambiental, sino también desde una perspectiva social y económica. En muchas ocasiones, el consumidor cree que comprar un producto poco sostenible solo tiene impacto sobre los demás. Es decir, si compro una camiseta a dos euros, el impacto negativo de este acto lo “sufren” otros, los que están produciendo la camiseta en condiciones injustas. Hay que hacer ver al consumidor que comprar esa camiseta a dos euros no solo impacta sobre los demás, sino también sobre nosotros, sobre nuestra propia sostenibilidad.
Por otro lado, aunque pueda parecer algo muy amplio, o abstracto, desde mi punto de vista, es muy importante romper con el cortoplacismo. Vivimos en una sociedad en la que lo que no ocurre de manera instantánea, en el corto plazo, parece que no nos importa. Y lo mismo ocurre en muchas ocasiones en las empresas. Creo que es importante trasladar una cultura del medio y largo plazo, porque de otro modo es muy difícil concienciar a las personas sobre la necesidad de construir un mundo más sostenible. Al fin y al cabo, que yo no recicle hoy una botella de plástico no hace que yo no pueda respirar mañana, pero sabemos que, en el medio y largo plazo, este gesto puede generar impactos negativos muy importantes para el planeta que acabaremos sufriendo.
¿En qué medida Fairtrade puede ayudar a implementar y generar valor añadido en las políticas RSC de las empresas?
Hoy en día es cada vez más importante que las empresas conozcan las características de su cadena de valor, sus proveedores, en materia de responsabilidad social. En este Fairtrade es un aliado perfecto, pues precisamente lo que asegura la certificación de Fairtrade es que el producto o la materia prima que está adquiriendo la empresa cumple con un estándar de justicia y sostenibilidad desde el origen.
Por ejemplo, cuando hablamos de gran distribución de alimentos, Fairtrade es un partner perfecto para ayudar a las empresas del sector a poner en los lineales un
producto elaborado de manera justa y sostenible.