El lema de Naciones Unidas para el Día Mundial del Agua 2019, que se celebra este 22 de marzo, es ‘No dejar a nadie atrás’. Esta idea nos recuerda que, aunque el acceso al agua es un derecho universal, actualmente 1 de cada 10 habitantes del planeta (700 millones) no tiene acceso a agua potable, lo que provoca pobreza y
marginación y genera más mortalidad que la peor de las guerras. Literalmente.
En este siglo el agua se ha convertido en un arma mortal, por eso hemos lanzado esta campaña ‘La falta de agua es un arma mortal’ para concienciar sobre esta
problemática. Y no hablamos sólo de tsunamis, lluvias torrenciales o inundaciones, sino sobre todo de la carencia de este elemento fundamental para la vida. Cada
año, la falta de agua potable provoca la muerte de 3,5 millones de personas, según el World Water Council (WWC), y se estima que unos 4.500 niños fallecen cada día por esta causa en países en vías de desarrollo. Como siempre, la incidencia es mayor en los colectivos más desfavorecidos, como son los niños, las mujeres o los enfermos, que suelen tener aún un menor acceso a agua potable y saneamientos, lo que les aísla aún más, empeora su salud y evita que salgan de la pobreza.
La falta de agua no supone sólo sed y deshidratación. Sin agua no es posible cultivar la tierra ni mantener el ganado, lo que deriva en escasez de alimentos y desnutrición. Sin agua no hay una higiene básica que ayude a controlar enfermedades comunes. Sin agua no hay educación, pues mujeres y niñas dedican hasta 40.000 millones de horas al año a caminar con sus bidones para recoger y transportar agua, muchas veces no potable, para abastecer a sus familias, lo que impide que acudan al colegio o que puedan realizar otras actividades productivas para salir de la pobreza.
El agua potable, el saneamiento y la higiene son fundamentales para la vida, y por lo tanto son esenciales para que las comunidades puedan desarrollarse y tener una vida digna.
Además, el agua en sí misma también provoca guerras propiamente dichas: como elrecurso escaso que es, la lucha por controlarla y disponer de ella ha causado cerca de 300 conflictos bélicos en los últimos 60 años, según The World’s Water.
Agua para el desarrollo, una labor de todos
Según explicaba hace unos meses el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en la presentación del plan de acción ‘International Decade for Action: Water for Sustainable Development, 2018-2028’, en 2050 una de cada cuatro personas en todo el mundo vivirá en un país donde la falta de agua sea un problema crónico o recurrente: hasta el 40% de la población mundial está afectada de algún modo por la escasez de agua, y hasta 700 millones de personas corren el riesgo de ser desplazadas como consecuencia de la sequía que se prevé en 2030.
El Día Mundial del Agua, busca llamar la atención de la comunidad internacional para impulsar la cooperación y reforzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS) de la Agenda 2030. Más concretamente en este caso el ODS 6: “Asegurar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y los saneamientos para todos”.
Pero si todo esto se queda en días marcados en el calendario o agendas oficiales de organismos internacionales, de poco sirve.
Apenas quedan poco más de diez años para la consecución del ODS 6 y para lograr que la población mundial cuente con agua y saneamiento, y según estima la ONU, en 90 países el progreso está siendo demasiado lento, lo que significa que sus habitantes no alcanzarán la cobertura universal para 2030. Por todo ello es importante luchar año a año, día a día, y alcanzar en la medida de lo posible el ODS 6. Porque si la falta de agua es un arma que provoca enfermedad, guerras, desigualdad, pobreza y falta de oportunidades, tenemos todos la capacidad de desactivarla. En un mundo globalizado todos somos parte de las soluciones a los grandes retos como éste. Ya no es cosa de organismos internacionales o de ONG, hoy tenemos todos la oportunidad de ser parte de la solución a los grandes problemas. El mundo no cambia con nuestra opinión, sino con nuestros actos.
Ese es nuestro objetivo. Por eso decidimos crear una empresa social que existe por y para luchar contra la falta de agua potable en los lugares más pobres del planeta.