Si hay un aspecto en el que la mayoría de las entidades que representan y/o asesoran al tejido empresarial, coincidimos, es en afirmar que un elemento imprescindible para la supervivencia de las empresas es su flexibilidad para dar respuesta tanto a las necesidades de su público objetivo, como su adaptación a los cambios sociales. Si nos centramos en la fuerza de trabajo de población joven, generación millennial y generación Z, constatamos que las preocupaciones
sociales y medioambientales son parte de su esencia y valores.
Asimismo, asistimos a un momento en el que el hecho de que las empresas busquen su sostenibilidad, no solamente económica, sino a todos los niveles, es clave de competitividad y rentabilidad. Enmarcadas en sus políticas y estrategias de RSC, las organizaciones son cada vez más conscientes del impacto que su propia actividad empresarial genera en su entorno y del papel fundamental que tienen para dar respuesta a ciertos aspectos sociales y medioambientales, aspectos que se trabajan cada vez más en las empresas y que, además, generan un impacto muy positivo para la propia compañía en clave económica, de imagen y de gestión.
Las iniciativas de emprendimiento social puestas en marcha por nuestros jóvenes aúnan el generar oportunidades de empleo para este colectivo, afectado por tasas acuciantes de paro, con dar respuesta a través de soluciones innovadoras a los más importantes problemas sociales.
Por otro lado, estas iniciativas de emprendimiento social, se convierten en aliadas perfectas para las empresas con el objetivo de desarrollar aspectos fundamentales dentro de sus estrategias de RSC. A través de la apuesta empresarial por apoyar estas iniciativas de emprendimiento social, pasamos de un modelo, desarrollado en numerosas compañías, que consiste en trabajar estos aspectos mediante acciones muy concretas, que pueden generar un beneficio puntual, a dar respuesta a cuestiones sociales de manera global y con un amplio impacto, aportando soluciones reales a las mismas.
En la mano de las empresas también está el incentivar el emprendimiento social por parte de la población joven, generando la creación de empleo juvenil, apoyando sus iniciativas emprendedoras y dando un paso más en el cumplimiento de la Agenda 2030 y de los objetivos de desarrollo sostenible que la componen, donde las empresas, aunque no sean las únicas implicadas en su consecución, tienen un papel fundamental como agentes económicos, generadoras de empleo y gestoras de recursos, entre otros aspectos. Y esto, teniendo en cuenta la visión de la RSC como un valor compartido, generando el apoyo a iniciativas de emprendimiento social, un importante impacto también en la propia empresa, beneficiándose, por ejemplo de un mejor conocimiento de las tendencias sociales, del mercado y de las necesidades de la comunidad en la que operan, de una visión empresarial a largo plazo, de una mejor organización de trabajo y gestión de recursos, de una imagen interna y externa más positiva, de un cumplimiento más responsable de la normativa vigente, de una mayor eficacia en el reporte de su información no financiera… y un largo etcétera.
Desde Cámara de Madrid, como órgano de representación y punto de encuentro de las empresas seguiremos impulsando, difundiendo y apoyando estas iniciativas como pieza clave de eficiencia empresarial y de desarrollo sostenible.