Solo un minuto. En ese corto espacio de tiempo puede cambiar tu vida, puede cambiar el mundo. Imagina entonces cuánto puede cambiar nuestra sociedad en más de trece millones y medio de minutos. Ese es el tiempo que ha pasado desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas estableciese que el 3 de diciembre se celebraría, a nivel internacional, el Día de las Personas con Discapacidad. Solo un gesto en apariencia, un pequeño detalle, pero en esencia un impulso, un hito, una zancada más encaminada hacia la creación de una sociedad más justa e inclusiva donde cabemos todos.
Veintiséis años han pasado desde aquel 1992 y, en efecto, mucho ha cambiado el mundo. Constituimos hoy una sociedad que abraza mucho más que antes a la diversidad, pero aún con reticencias en ocasiones. Uno de esos casos es el de las personas con discapacidad, especialmente con discapacidad intelectual, por la defensa de cuyos derechos lleva medio siglo trabajando Fundación Juan XXIII Roncalli.
Sin embargo, y pese a que la sensibilización social y empresarial hacia la realidad de la discapacidad sea creciente, la labor de concienciación que aún queda por hacer es inmensa, partiendo de la base de que las personas con discapacidad requieren de especiales apoyos en distintos ámbitos y de forma personalizada, ya que las características de cada persona son diferentes y los apoyos no pueden ser, por tanto, universales. Las leyes en este sentido deben contemplar esta diversidad existente dentro de la discapacidad intelectual.
Por ello sigue existiendo en nuestro calendario internacional un día como este, en el que alzamos la voz más que nunca con un propósito sencillo: demostrar que lo que nos une es mucho más que lo que nos diferencia, que en la diversidad está la riqueza y que todos, independientemente de nuestras capacidades, debemos ser ciudadanos de pleno derecho y tenemos algo que aportar a la sociedad.
La misión de Fundación Juan XXIII Roncalli, que no es otra que la inclusión de las personas con discapacidad tanto en la sociedad como en el ámbito laboral, pasa por esa labor de altavoz y concienciación, además de prestar los apoyos de atención directa, impartir una formación certificada y adaptada y generar empleo para estas personas, demostrando, por un lado, que lo único que necesitan es cada uno sus apoyos en función de sus capacidades, como cualquier otra persona, y, por otro, que con voluntad y determinación, se puede lograr el éxito en esta ambiciosa meta, es decir, se puede mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y sus familias.
Pero esto no es posible a nivel internacional si solo las entidades sin ánimo de lucro como Fundación Juan XXIII Roncalli y tantas otras son las que caminan en esta senda; si el apoyo de los gobiernos no sigue creciendo y las leyes en este sentido ampliando su alcance e impacto; si el tejido empresarial no continúa asumiendo este reto como propio y, en definitiva, no es posible si todos y cada uno de nosotros, como miembros de una misma sociedad global y conectada, no interiorizamos como parte de nuestra cultura social básica que la discapacidad es en realidad nuestra, de todos; una discapacidad social. Y lo es por no ser capaces de entender y prestar los apoyos necesarios a quienes los necesitan para sentirse en igualdad; en libertad.
Desde nuestra organización, queremos detenernos en tres paradas que nos parecen principales dentro de este camino: en primer lugar, la formación. No es posible una inmersión en el mercado laboral con garantías, estabilidad y una buena perspectiva de futuro sin una formación previa que avale al trabajador. En segundo lugar, y aunque pueda parecer una frase muy manida, no deja de ser cierto que el trabajo es lo que más dignifica a las personas, pero desde Fundación Juan XXIII Roncalli no apostamos por el trabajo a cualquier precio, sino por un empleo de calidad, donde el trabajador con discapacidad intelectual aporte un valor añadido a la empresa que le permita sentirse realizado.
Finalmente, la clave de un futuro para todos es la innovación. Vivimos en un mundo cambiante donde debemos aprender a convertir las nuevas tecnologías en aliadas, un reto especialmente ambicioso en el caso de las personas con discapacidad intelectual.
Desde Fundación Juan XXIII Roncalli te invitamos a sumarte al movimiento Yo Soy Juan que está agitando a la sociedad y haciendo cómplices a todos y cada uno de sus miembros de un objetivo común que es responsabilidad de todos: la lucha por una diversidad inclusiva nos ha de unir porque todos somos diferentes, y eso es precisamente lo que nos hace ser iguales. Visítanos y únete. Demuestra que tú también eres Juan. Será solo un minuto. Un minuto que cambiará tu mundo y, con ello, el de mucha gente.