En países como Colombia y Perú, vemos cada vez con más frecuencia eventos sobre normas de sostenibilidad. No es sorpresa que el tema genere interés entre profesionales de la responsabilidad social empresarial y entre aquellos que ven de alguna manera enfrentados sus retos, como son los productores de bienes de exportación.
Para empezar, existen más de 400 estándares y códigos a nivel global que cubren asuntos que van desde el trato a los animales utilizados en producción pecuaria, hasta las condiciones de trabajo, el manejo ambiental, la manipulación segura de alimentos y el gobierno corporativo.
Productores y exportadores alrededor del mundo lidian con este desafío y se preguntan cuál es el estándar que les asegurará ser competitivos en el mercado sin invertir en sistemas que podrían no agregar valor real a su portafolio en vista de un cliente en particular. Pese a estas dificultades, la mayoría de estos estándares cumplen la función de mejorar los sistemas de manejo de las empresas llevando un paso adelante una u otra ley o regla de conducta que beneficia a los consumidores, a los trabajadores o al ambiente.
Los estándares de protección a los trabajadores son quizás los que han estado en el mercado de la responsabilidad social empresarial por más tiempo, y es razonable preguntarse, desde la posición del trabajador, ¿con qué frecuencia se benefician ellos de los requisitos incluidos en esta nueva dinámica del mercado? La respuesta es: depende.
Sin entrar a evaluar los diferentes estándares de responsabilidad social, está claro que el efecto que estos generan recae desproporcionadamente en trabajadores que están en la cadena de suministro de empresas europeas y americanas, ya que éstas son las que mayormente utilizan dichos códigos de conducta que proporcionan medidas que van más allá de las exigencias de la Ley General del Trabajo.
Su oportunidad de beneficiarse de un estándar de responsabilidad social como trabajador depende mucho también de donde labora. Por ejemplo, las últimas cifras de la CEPAL y la OIT dicen que en Colombia solo el 12% del empleo total está relacionado con las exportaciones, sector que requiere una serie de exigencias relacionados a estos estándares y códigos.
En contraste, en Perú, este número es significativamente mayor con 28%, siendo el más alto en la región.
Los estándares de responsabilidad social corporativa se han convertido en un llamado de las empresas a sus socios de negocios y a los consumidores, a comportarse de manera ética, a motivar metas aspiracionales y a requerir la sistematización y la profesionalización del manejo gerencial.
Aunque en los últimos años algunas empresas latinoamericanas han avanzado en este tema, es un hecho que, para tener un efecto significativo en la fuerza laboral en nuestros países, la primera tarea es ver que las leyes laborales nacionales se cumplan y que los inspectores del trabajo tengan las herramientas para realizar sus laborales, lo cual beneicia plenamente a los trabajadores en un entorno favorable para el desarrollo de empresas sostenibles.
Desde la OIT animamos a las multinacionales a crear valor compartido, a ser inclusivas y estratégicas en su gestión, no solo en sus propias operaciones sino también en su cadena de proveedores.
Aplicar medidas que mejoren las condiciones laborales de todos los trabajadores y asegurar que las formas atípicas de empleo se ajusten a sus legítimas necesidades es fundamental para garantizar el trabajo decente para todos.
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Este artículo de opinión forma parte del Anuario Corresponsables Colombia 2017.