Te imagino cargado de valores, de buena voluntad y mejores intenciones. Te suena otro WhatsApp, probablemente el cuarto esta mañana. Ni cansado, ni aburrido, ya lo dejas estar. Quizás sea el mío que lo he mandado a cientos.
“RETO PARA EL 21 DE MARZO (Día Mundial del Síndrome de Down): CONSEGUIR 1 MILLÓN DE VISUALIZACIONES DEL VIDEO AUTÉNTICOS”…
Pensando en ti, y en otros como tú, lo vuelvo a ver por gusto más que nada, y así sumo una más. Esta tarde nos acercamos a las 200.000. Acaba y me pregunto… ¿Y para qué un millón?, ¿qué busca quien busca el millón de visualizaciones?
Tiro de registros y lo veo claro de inmediato; procuramos juntos que haya una mayor aceptación social de la realidad de las personas con Síndrome de Down, y en general (o así lo entiendo yo) de las personas con discapacidad intelectual.
Ni qué decir tiene, que buscamos además una mayor actitud de escucha y compromiso institucional y empresarial, ante las necesidades de formación, promoción, autonomía y empleo de estas personas.
Nos encantaría, por supuesto, que el video provocara una catarsis mental en las empresas y en los empresarios, que les hiciera pensar que en el concepto de “recursos humanos”, caben también muchos miles y miles de humanos a los que el azar les retocó un pelín la foto cromosómica. Ya estoy tranquilo. Ya me he convencido.
Estoy a punto de mandar el vídeo a otro medio centenar de mis santos amigos del WhatsApp, cuando entra mi pequeña de tres años en el salón. No me ve. Se acerca al sofá, trastea entre los sillones hasta que encuentra el mando de la tele. Sospecho que porque así ha de ser, enciende al toque la Smart TV y pone Youtube, busca el recopilatorio de Cantajuegos y cuando por fin suena la del cocodrilo, suelta el mando y se poner a bailar.
Mi hija de tres años tiene síndrome de Down. La observo a escondidas y pienso de nuevo en el video que voy a mandar. Por supuesto que me mueve que el estado y las empresas sean cada día más responsables, más abiertas y más amables hacia la discapacidad intelectual. Pero a fuerza de ser justos, además de pedir y exigir, podemos reconocer que a lo largo de la historia, de nuestra historia como civilización, nunca hubo mayor respeto, sensibilidad y acompañamiento hacia la discapacidad, que el que hay hoy.
¿Entonces? ¿Busco algo más, además de esto que buscamos por consenso? Falla algo; hay un silencio sordo entorno a algo que no se cuenta porque duele escucharlo. Ni las empresas, ni el estado traerán al mundo más niños con síndrome de Down, porque eso es parte del patrimonio y del privilegio exclusivo de las personas cuando se ponen a ello.
El año pasado nacieron en España 408.000 niños “normales”. Si tomamos las medias que manejan las entidades que trabajan en favor de las personas con síndrome de Down, podemos estimar unos 255 nuevos bebés de ojos rasgados y alma infinita.
Este dato nos sitúa, un año más, como el país de todo el mundo que presenta el dato más bajo de nuevos niños con síndrome de Down.
¿Qué nos sucede?, ¿somos diferentes genéticamente en España? Obviamente, no. Sencillamente es que abortamos más. En los embarazos con diagnóstico prenatal de síndrome de Down, nos venimos moviendo entre el 90 y el 95% de interrupciones según el año…
Dejo a un lado lo moral y miro de nuevo a mi pequeña. Me es imposible no pensar que si ella y sus iguales “están en extinción”, a la larga tendrá menos amiguitos como ella con los que compartir sus semejanzas, a la larga habrá menos padres jóvenes y con fuerza obstinados en proteger sus derechos y sus intereses… y quizás, a la larga, esta misma sociedad que ahora los aprecia y los comienza a comprender, los vaya perdiendo un poco más, hasta el olvido.
Querido Amigo, es verdad lo que ves el vídeo, es verdad lo que dicen y cómo lo dicen y entiendo que te enternezcan… La vida de las personas con síndrome Down en particular, y en general la vida de las personas con discapacidad intelectual, tiene mucho más que ver con lo que tú entiendas y sientas que es la vida, y lo que te puede llegar a pedir, que con lo que convencionalmente podamos pedirle al estado, al gobierno, a las empresas o a quien quiera escucharnos.
Ahora ya sabes por qué te mando yo el vídeo.
Gracias en todo caso.