Una mañana cualquiera había terminado de realizar unas gestiones y entré en una cafetería a tomarme un café tranquilamente para reponer un poco de vitalidad y seguir con la jornada. Cada día comienzan a verse más establecimientos adornados como si fuesen el salón de tu casa, y colocan unas mesas grandes donde te sientas con tu consumición y a tu lado se puede poner otra persona, me refiero a desconocida, y ese día se sentó una señora mayor a mi lado.
La buena mujer estaba mirando su tiket, y pasados unos segundos me preguntó cuánto me habían cobrado a mí, le parecía caro, y le dije que la cuenta estaba bien, pero que tenía razón, que era caro. A lo que enseguida me comenzó a explicar que con su pensión tenía que controlarse mucho. Recientemente había perdido a su marido, y le habían reducido su paga al sumarle la de viuda, y estaba realmente indignada porque ahora la vida se le hacía más difícil, ya no por el hecho de la pérdida de un ser querido, sino porque como ella decía, los gastos fijos son los mismos estando los dos que yo sola, el agua, la luz, el gas, la comunidad, la contribución…y se encontraba en un momento muy duro y violento para ella.
Le pregunté cuántos años tenía, y la buena mujer me dijo que eso no podía decírmelo, pero sí me contó que su marido era diez años más joven que ella y muy guapo, y él había muerto seis meses atrás con setenta y dos años. Me parecía muy divertida, es fácil echar cuentas, pero ella prefería no decir su edad, eso sí, no esperaba que un marido más joven muriese antes que ella y la dejara en esa situación tan nueva y angustiosa para ella. Ella me preguntaba, ¿cómo es posible que más mujeres no se echen a la calle a protestar si les pasa lo mismo que a mí? Yo saldría sin ninguna duda, me decía, pero no veo que nadie diga nada, él tenía más pensión que yo, pero yo estaba contenta con la mía, lo que no entiendo es que ahora lo que me queda sea menor que la suya, esto es lo que me contaba la buena mujer.
Ciertamente me entristecía lo que escuchaba, porque esta situación no es aislada, es la de muchas mujeres, no es que las mujeres cobren un 23% según los sindicatos, un 16% según datos de la UE mientras están trabajando, es que además eso va repercutir en una precariedad mayor cuando se retiren, y también si están trabajando y enviudan, ya que pasan a tener directamente dos pagadores, entonces obligatoriamente la declaración de la renta aparece, e igual ni ingresan el mínimo para declarar, pero ahí están, sometiéndose a una fiscalidad mayor, y no trabajando “gratis” desde el 8 de Noviembre hasta final de año, sino incluso más.
Me pregunto si las mujeres comemos un 23% menos, o nuestros gastos de suministros básicos son menores que los de un hombre. Seguro que algún iluminado, hombre ¡claro!, pensó que simplemente como ellos son los que traen la renta a casa deben ganar más, y ahí seguimos, que por mucha igualdad de la que hablemos después aparece la realidad, y es que sólo el 11,8% de los puestos directivos de España está ocupado por mujeres, ante el 88,2% de los hombres. Lo que nos lleva a seguir pensando y actuando con mentalidad masculina.
Las mujeres seguimos enfrentándonos a esa pregunta tan difícil que es: ¿quiero ser madre o directiva? Porque parece que ambos no son posibles, mientras que para un hombre hasta puede ser motivo de éxito ser padre y directivo. Así que el eterno debate está abierto, ¿concilias o renuncias? Y yo entonces me pregunto, lo haces por ti o por un futuro mejor, ya que sin niños este país dejaría de existir, pero igual esto nadie se lo ha planteado. Vamos a la cabeza de envejecimiento en Europa, y parece que preocupa poco a las empresas y al estado ya que cuesta encontrar políticas de igualdad y conciliación reales, esas que permitan vivir con dignidad, y no encontrarse a una pobre mujer en una cafetería angustiada por el precio del café y los recortes a los que se ha visto sometida en el final de su vida después de morirse su marido.
La corresponsabilidad no sólo es el reparto justo y equitativo de responsabilidades familiares, sociales y profesionales entre hombres y mujeres, el significado puede ser más abstracto e involucrar a toda la sociedad. Alguien dijo que el grado de civilización de una sociedad se mide por cómo trata a sus mayores, y por eso os cuento la historia de esta mujer, porque no estamos pensando en cómo todas las desigualdades reales en materia de retribución, conciliación, acceso a puestos de relevancia que vivimos aún a día de hoy nos pueden afectar en el futuro, ya tenemos suficiente pensando en si llegamos a fin de mes. Ni reparamos que estaremos trabajando hasta los 70 años ni que sin niños nadie pagará nuestras pensiones.
La corresponsabilidad social tiene que venir fomentada también desde políticas centrales del gobierno, donde se fomente la natalidad como un elemento del bienestar social, en lugar de llegar a ser visto como un estigma, sobre todo para las mujeres que trabajan en empresas privadas. Y todo esto puede mejorarse desde luego con la conciliación, con la racionalización horaria, con políticas de igualdad…pero sobre todo con voluntad por tener una sociedad más justa y también solidaria con nuestros mayores, la corresponsabilidad es en sí un asunto de interés general, y que urge poner sobre la mesa para no seguir aumentando las desigualdades.
A mi querida anciana, las historias reales inspiran, porque, a fin de cuentas, muchas veces hasta que nosotros no nos vemos en esa situación ni nos habíamos planteado que pudiese existir, y que la desigualdad siguiese más allá de terminar la vida laboral. El próximo café lo pagaré yo le dije, a lo que ella me contestó, llámame cuando quieras, que ahora tengo mucho tiempo libre y no tengo con quién hablar. Le debo un café a Marina.