¿Cómo podemos lograr mirar dentro nuestro en el día a día y qué beneficios tiene el conocerse a uno mismo?
Nacemos en una sociedad que nos condiciona para buscar la felicidad fuera de nosotros mismos, siempre poniendo el foco en el éxito, la riqueza, el estatus, el prestigio y el reconocimiento. Son tantos años de mirar hacia fuera que inconscientemente vamos marginando nuestra dimensión interior, la parte emocional.
Pasan muchas cosas dentro nuestro: miedo, tristeza, ira, y todos tenemos algún pozo de dolor, pero todo esto está enterrado en el sótano de nuestra alma. Desde esa herida no resuelta y que nos incomoda, vamos construyendo un personaje desde la cual nos relacionamos muy superficialmente con nosotros mismos y con los demás.
¿Cuáles cree que son los aprendizajes nocivos del sistema educativo?
La educación todavía tiene una concepción muy industrial, limita mucho nuestra creatividad e imaginación. Hemos de dejar de concebir a las personas como vasos vacíos a los que hay que llenar y empezar a verlos como fuego latente, y los padres y los profesores como la chispa que lo enciende. Empezar a ver que cada persona tiene un tipo de inteligencia, de creatividad, de talento y de pasión únicos. Dos grandes lagunas del sistema educativo son la educación emocional, que nos enseñen a encontrar la felicidad dentro de nosotros mismos, a resolver nuestros conflictos emocionales; y, por otro lado, el desarrollo de una aptitud emprendedora, ir más allá de una mentalidad de empleado. Actualmente se penaliza el error y eso coarta la creatividad en el sentido del miedo a equivocarse, coarta la innovación y el ensayo-error.
¿Cuáles son las claves para sentirse realizado a nivel profesional en el actual contexto de crisis?
Al ciudadano le diría que tome las riendas de su vida, que se haga cargo de su dimensión profesional y laboral, que no dependa laboralmente de un empleador, es una situación de mucho riesgo pues aunque tengas un contrato indefinido igual pasado mañana eres el siguiente en ser despedido.
Cada persona debe descubrir cuál es su verdadero talento, en qué puede aportar valor y eso está relacionado con sus intereses, gustos e inquietudes. A partir de ahí, tener una actitud emprendedora. Las compañías también deben afrontar un cambio cultural. La empresa debe entender que su objetivo no puede ser ganar dinero, sino crear riqueza, servir y solucionar problemas. Si tu objetivo es ganar dinero, ello genera una cultura tiranizada por los resultados, muy deshumanizada, muy industrial. Eso no atrae a las personas con talento y creatividad.
¿Cuáles cree que son las claves del liderazgo efectivo y los errores más comunes que se comenten en España?
Para ser un buen líder es imprescindible conocerse bien. Cuando una persona se conoce tiene inteligencia emocional, es más empática, más humana y ello la vuelve más eficiente porque lidia mejor con el estrés y con la incertidumbre, sabe gestionar personas que piensan diferente, surge más compasión, más humanidad. De hecho, lo que le falta a la empresa es un elemento fundamental, la humanidad.
La crisis nos ha quitado la venda de los ojos y nos hemos dado cuenta del estado neurótico, fraudulento y corrupto sobre el que se asienta el sistema. A menos que no nos hayamos transformado como individuos, como directivos o como empresas, esta crisis siempre estará latente en nuestro interior y vendrá otra más grande todavía.
¿Qué opina sobre la RSE?
Mi experiencia como periodista es que ha sido puro marketing salvo alguna excepción. Igual que las personas nos ponemos una máscara y en el teatro de la sociedad fingimos, las empresas son un reflejo de cómo somos los seres humanos; también tienen sus máscaras, también tienen su vanidad y eso es la RSE. No importa cómo yo gano dinero, lo que importa es que un excedente del beneficio lo utilizo para hacer que la ciudadanía piense bien de mí.
La buena noticia es que esta RSC marketiniana tiene los días contados, porque vamos hacia una era de la transparencia. Ya puedes decir, que al final se va a acabar sabiendo lo que haces y uno se define no por lo que dice sino por sus actos. Lo mejor que le puede pasar a una empresa es que un directivo aprenda a ser feliz, porque la va a rehumanizar, sus valores, sus prioridades, su manera de concebir su empresa, la manera de relacionarse con el entorno, con los clientes, empleados…
Pero todo esto es exponencial, hablamos de ello, percibimos el cambio, pero es que cada vez va a ir más rápido y desde mi experiencia la mayoría de personas y empresas son reactivas, es decir, cambian cuando se dan cuenta de que tenían que haberlo hecho antes. Ahora mismo el cambio no es una opción, es una necesidad de supervivencia. Lo que proponemos es cambiar proactivamente. Estamos dormidos y la gente despierta ya no espera, está constantemente abierta al cambio, moviéndose en constante evolución.
¿Cómo puede la empresa retener el talento de estas personas conscientes y despiertas?
Una primera clave sería tener un decition maker, un directivo de peso, un líder, un gestor interno que diga: “Vamos a iniciar un proceso de cambio”. Esto es lo más revolucionario. Otro punto seria el autoconocimiento organizacional, hacer un diagnóstico, encuestas anónimas para permitir que las personas, mandos directivos y mandos intermedios digan lo que piensan. También se deben realizar entrevistas estratégicas a un porcentaje representativo y después analizar profundamente los resultados. En algunos países hay directores de cultura organizacional que se encargan de estos procesos de cambio permanente. Debemos hacer el diagnostico de quiénes somos, qué hacemos y qué necesitamos para convertirnos en la mejor versión y ser más competitivos en este mundo global.
La siguiente clave es empezar a desarrollar esos déficits que se han detectado, las áreas de mejora; hacer cursos, charlas, coaching organizacional para mejorar la inteligencia emocional de las personas, la responsabilidad, la proactividad y la comunicación asertiva. Hay herramientas, hay profesionales, se debe invertir y detectar quién quiere porque no se puede imponer. En paralelo hay que revisar la cultura y las funciones de los colaboradores, si tienen que estar en el puesto de trabajo fijo, si hay otras opciones con las nuevas tecnologías, como el teletrabajo, e incluso la forma de contratar, de seleccionar y de formar a las personas con una nueva mentalidad.
Luego ya finalmente, llegar a la esencia, que es la RSC y que es tomárselo en serio, con liderazgo organizacional, ver cómo poder seguir haciendo el producto o el servicio que se aporta pero redefiniendo el propósito, la verdadera razón de ser, y hacerlo de la manera más consciente, desde una perspectiva ecológica, sostenible, adaptada a los nuevos tiempos.
Al final, la empresa empieza a conocerse, empieza a funcionar de forma óptima, a atraer a la gente adecuada, a gente con talento. La postura de jefe va cayendo, van surgiendo líderes, hay una visión, unos valores mucho más claros. La empresa se convierte en un instrumento de creación de valor masivo y el retorno es espectacular. Pero todo esto insisto son palabras, ideas, perspectivas; necesitamos esas personas adecuadas y gente que diga ¡por fin lunes! ¡Qué ganas tengo!