Hay varios factores que han provocado este aumento: el incremento del precio de la energía – España es el segundo país europeo donde más ha subido- la falta de concienciación y desconocimiento del uso eficiente de ella, un parque residencial que fue construido sin seguir ningún tipo de criterio de eficiencia energética y la disminución de los recursos económicos de gran porcentaje de la población debido a la crisis económica, haciendo que los pocos con los que cuentan sean destinados a otras necesidades prioritarias como son el pago de la vivienda o los alimentos.
Este problema relaciona directamente aspectos sociales, como son la pobreza y la exclusión social, con problemas ambientales como es el cambio climático, dado que el consumo de energía tiene asociado, en la mayor parte de los casos, emisiones de CO2. En 2013, en ECODES nos dimos cuenta que las familias que se hallaban en situación o riesgo de pobreza energética no solían acceder a los programas de sensibilización y educación ambiental que proporcionaban consejos para reducir el consumo de energía ya que se encontraban fuera de los circuitos habituales donde se imparten esas formaciones o que no disponían de acceso a internet – actualmente una gran cantidad de estos programas son on-line. Además, frecuentemente estos programas se vinculan con el medioambiente y, en general, esta no es la mayor de sus preocupaciones.
Sin embargo, desde ECODES estábamos convencidos de que una de las formas más sencillas de lograr atajar el problema de la pobreza energética era lograr que estos colectivos fueran conscientes de cómo consumir la energía de forma eficiente y fueran capaces de entender sus facturas para adaptar sus contratos de energía a sus necesidades. Además, también pensábamos que con medidas de micro-eficiencia de bajo coste se podían lograr ahorros importantes que suponían reducción del coste de la factura todos los meses o una mejora del confort térmico en sus viviendas. Para conseguirlo, teníamos que ser capaces de entrar a los hogares de estas familias. Así nació el programa Ni un Hogar Sin Energía. A lo largo de estos años hemos trabajado con más 300 hogares en 7 ciudades españolas logrando ahorros medios de 23% solo con recomendaciones de cambio de contrato, lo que supone una media de 146 €/año, y llegando a ahorros de hasta el 35% con medidas de eficiencia energética y hábitos de consumo responsable.
Las visitas a los hogares son fundamentales para poner no solo cara a la pobreza energética si no también corazón. Desde Sara que tenían dos frigoríficos porque en uno le funcionaba el congelador y en otro el frigorífico, con el elevado consumo de energía que esos supone hasta María con dos niños pequeños que hacían toda la vida en una sola habitación porque solo tenían una estufa y dormían todos juntos para calentarse, pasando por Elena que en menos de un mes se había cambiado dos veces de compañía eléctrica haciendo caso de las ofertas de los comerciales que van de puerta en puerta y después había tenido que hacer frente al pago de las penalizaciones por incumplir la permanencia.
Gracias a su participación en el programa revisamos sus contratos, recomendamos hábitos de consumo responsable de la energía e implementamos sencillas medidas de micro- eficiencia energética (bombillas LED, burletes, asilamiento, etc) o incluso medidas de mayor envergadura. Todo ello gracias a empresas que aportan materiales o participan con voluntariado corporativo y a Servicios Sociales Municipales y ONGs que nos ayudan a detectar las familias que se encuentran en situación vulnerabilidad energética. Ha sido enriquecedor apostar por un proyecto coral para abordar un problema que está afectando a cada vez más familias de nuestro entorno.
A pesar de los resultados conseguidos con el trabajo de atención directa a las familias vulnerables, desde ECODES pensamos que no nos podemos quedar ahí. Con el conocimiento de la realidad adquirido en estos programas, es necesario impulsar medidas que logren resolver el problema de forma masiva como son: reconocer y definir oficialmente, de una vez por todas, la pobreza energética y la figura de consumidor vulnerable, rediseñar los requisitos para la obtención del Bono Social, asegurar el suministro en momentos críticos, coordinación entre órganos gubernamentales, mejorar la información para el consumidor vulnerable, impulsar al rehabilitación de viviendas. Para todo ello, es fundamental que haya voluntad política de todas las administraciones (estatal, autonómica y municipal), implicación de las compañías energéticas y diálogo con las ONGs y colectivos afectados para elaborar, por ejemplo, leyes de pobreza energética estatales o autonómicas (como se ha hecho en Cataluña o en Aragón) o planes municipales para hacer frente a la pobreza energética. Y todo ello de forma coordinada.