Todo ello implica mantener una visión global e integral de nuestras actividades. Supone tener en cuenta los impactos que todos los aspectos de las actuaciones empresariales generan sobre nuestros clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, el medio ambiente y sobre la sociedad en general. Exige, sin duda, el cumplimiento escrupuloso de la legislación nacional e internacional en materia social, laboral, medioambiental y de Derechos Humanos; pero también el desarrollo sistemático de acciones voluntarias que van más allá de ese marco legal y que están encaminadas a dar respuesta a las necesidades y expectativas tanto de los grupos de interés con los que nos relacionamos, como de la sociedad en su conjunto.
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