Las nuevas exigencias implican afrontar nuevos rumbos, estrategias de gestión e ideas. Es decir, innovar. No existe una fórmula mágica cuyo resultado directo sea un producto innovador. Se habla de detectar las necesidades del cliente, de la gestión del conocimiento de las firmas (know how interno y externo), posicionamiento bien definido, inversión en I+D, integración de nuevas tecnologías… Es lo que se denomina cultura de la innovación.(…)
Una fuente inagotable de recursos de la que disponen las firmas, si se sabe gestionar correctamente, es el capital intelectual de sus propios colaboradores. La adopción de una política integral de Responsabilidad Social de las Empresas (RSE) asegura disponer de los mejores profesionales, y la satisfacción de los mismos se traduce en una mayor dedicación y una mayor lealtad y, por lo tanto, en mejores y originales ideas.
El valor de la innovación en el ámbito de la industria farmacéutica es claramente una parte vital para mejorar la salud y el bienestar.
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