En Endesa, creímos firmemente que la sostenibilidad debía integrarse en todas las áreas de negocio y en todos los países donde operamos; ese compromiso tradicional que la compañía había mostrado durante años fue formalizado en 2003, con la aprobación al más alto nivel ejecutivo de la Política de Sostenibilidad, que se encuentra plasmada en los Siete Compromisos por un Desarrollo Sostenible y que ha sido desplegada a través de sucesivos planes estratégicos de sostenibilidad: de alguna forma, el plan de negocio representa lo que hay que hacer; y el plan de sostenibilidad, cómo hay que hacerlo.
Tenemos, así, una concepción integral y operativa de la sostenibilidad. Integral porque abarca todas las áreas de acción de la compañía y busca un impacto positivo y equilibrado en las tres dimensiones de la sostenibilidad: económica, social y ambiental. Operativa, porque el concepto de sostenibilidad se ha interiorizado en todas las áreas de gestión de la compañía, convirtiéndose en una forma de entender la gestión del negocio.
Desde este punto de vista, las actividades de sostenibilidad desarrolladas por Endesa no constituyen iniciativas aisladas ni buscan un posicionamiento meramente de imagen, en paralelo a la gestión del negocio, sino que el concepto de sostenibilidad forma parte indisoluble del negocio, de la manera de entender la gestión del negocio. Para Endesa, los retos del desarrollo sostenible se centran principalmente en la necesidad y la oportunidad de construir un nuevo modelo energético, global y sostenible. Un modelo cuyo motor debe ser la capacidad de satisfacer la creciente demanda de energía, haciéndola compatible con la protección del entorno y, en especial, con la prevención de los efectos nocivos que ello pueda acarrear, como el cambio climático. Además, tenemos que facilitar el acceso a la energía a millones de personas de todo el mundo que aún carecen de ella.
Nuestra compañía desarrolla su actividad con el objetivo último de cumplir o, incluso, ir más allá de las expectativas sociales de nuestros principales grupos de interés: la seguridad del suministro, la prevención del cambio climático, el desarrollo socioeconómico a escala local o el cumplimiento del Pacto Mundial de Naciones Unidas, entre otros.
La sociedad en general ha dejado de tener una actitud pasiva y ha pasado a exigir que las empresas se comporten como «buenos ciudadanos corporativos» y ésto ya no es sólo una condición ética sino un imperativo para el éxito de sus negocios en el largo plazo.
Este documento se encuentra publicado en el Anuario Corresponsables 2011.