REUS posiblemente es uno de los programas de promoción de la salud centrados en entornos que más repercusión va a tener en relación a la calidad de vida de las personas que trabajan en las universidades o se forman en ellas; planteo este tema porque a menudo olvidamos que la universidad es posiblemente un entorno básico para abordar estas necesidades de salud de los diversos colectivos que conviven en ella: el grupo mayoritario lo conforma la juventud universitaria, que se encuentra en una etapa de la vida de gran importancia para la salud; en ella se desarrollan estilos de vida saludables o perjudiciales, crece la toma de decisiones autónomas, la independencia… Por otra parte el profesorado y el personal de administración y servicios se consideran agentes de salud, con influencia directa en la salud del alumnado y como personas docentes y trabajadores con necesidades propias, ya que su vida se desarrolla allí durante un importante número diario de horas.
¿En qué consiste el trabajo en red que llevamos a cabo en REUS?
La Red Española de Universidades Saludables se constituye en 2008 con los objetivos de: potenciar la universidad como entorno promotor de la salud de la comunidad universitaria y de la sociedad en su conjunto; fomentar la Investigación y la Docencia en Promoción de la Salud y favorecer el intercambio de experiencias en Promoción de la salud, y finalmente, promover y favorecer el trabajo conjunto entre los organismos de salud pública, las instituciones comunitarias y las universidades.
Junto al trabajo en equipo con una visión multidisciplinar y transversal, un punto de apoyo importante es el contacto y el trabajo en red con otras universidades que aborden esta misma temática, tanto por el intercambio de experiencias y conocimientos como por el factor reforzador y el apoyo motivante que supone poder compartir los éxitos y dificultades con otras personas con perspectivas similares.
Evidentemente, sería adecuado que cada universidad desarrollase las características propias que marquen y supervisen el progreso de su propio proyecto, aunque deberían esforzarse por poner de manifiesto estas características que reflejen su compromiso y su inversión en salud. Junto con el compromiso asumido de potenciar la salud en la universidad, estos proyectos deben tener siempre presente de un modo especial la idea de mostrar y hacer evidentes los resultados y éxitos alcanzados para generar visibilidad, incrementando el perfil y la comprensión de las cuestiones de salud.
Poner en marcha un proyecto de este tipo implica un proceso a largo plazo, sin embargo, estas iniciativas no pueden implementarse de modo exitoso sin crear mecanismos que los permitan y capacidad para manejar e implantar el proyecto.
Es muy deseable integrar las diferentes disciplinas presentes en cada universidad y buscar el carácter transversal de las universidades saludables (tanto en cuanto a áreas de conocimiento como en cuanto a estructura organizacional). La promoción de la salud no es un asunto exclusivo de los tradicionales estudios vinculados a la sanidad, sino que es una experiencia muy enriquecedora estimular el conocimiento y la investigación en otras áreas como las ingenierías, el derecho o las humanidades, por poner algunos ejemplos, y ver qué pueden aportar a la promoción de la salud.
Todos los hechos comentados con anterioridad permiten otear el futuro con cierto optimismo y confianza en que las universidades sabrán aprovechar las oportunidades que ofrece para su propia institución y para sus trabajadores y estudiantes apostar por la promoción de la salud en la universidad.
Nos encontramos ante un momento crucial para lograr con éxito nuevos avances, especialmente aquellos que están centrados en insertar la visión de la promoción de la salud en los curricula formativos de los nuevos profesionales, debido a las reformas actuales que se están llevando a cabo en los planes de estudio en los diferentes procesos de convergencia con el Espacio Europeo de Educación Superior.
Pero además de ello, convendría destacar tres aspectos que deben ser tenidos en cuenta para realizar nuestra aportación de modo más eficiente: por una parte, aprovechando la sinergia que provoca el trabajo en red, se tendrían que homogeneizar los planteamientos básicos de lo que cabe esperar de una universidad saludable, sus características definitorias y sus modos de actuación; en otras palabras, generar unos criterios básicos acerca de qué entendemos por universidad saludable de tal modo que pueda ser identificada de modo diferenciada de otras universidades sin este compromiso por la salud.
Ello nos conduce a un problema que a veces no es sencillo de resolver y que con estos criterios podría ser resuelto y es la comprensibilidad del proyecto. Es necesario esforzarse por hacer entender en qué consiste el proyecto, pero no solamente en cuanto a su filosofía, sino también en cuanto a lo que supone en el día a día de la universidad. Diferenciamos por ello una tipología de universidades saludables que guarda relación con las distintas opciones tomadas por cada institución y en definitiva con el camino a seguir en lo sucesivo.