Desde hace prácticamente una década, la Unión Europea, y por consiguiente España, se ha convertido en un mercado netamente exportador de materias primas procedentes de materiales reciclables, principalmente de papel y cartón. Esta situación se debe principalmente a dos factores: la alta demanda por parte de las potencias emergentes asiáticas y los excedentes dentro de la UE de dichos materiales. La confluencia de varias circunstancias como son la buena gestión de las recogidas selectivas por parte de las Administraciones Públicas, la concienciación y colaboración ciudadana y la profesionalidad de las empresas privadas implicadas en esta actividad han permitido que en 2010 9Mt de papel y cartón se exportaran fuera de la UE, principalmente a Asia. Toneladas que de otra forma no se hubieran podido reciclar, a pesar de los esfuerzos realizados dentro de los países de nuestro entorno por consumirlas.
Visto así, todo son ventajas. El papel que sobra en la UE tiene una salida diferente al vertedero o a la valorización energética. Mediante los ingresos procedentes de la venta de estos materiales se financian en gran parte los sistemas de recogida, evitando gastos extras impositivos a los ciudadanos. Y, paralelamente, se contribuye al equilibrio de nuestra balanza comercial a través de las exportaciones.
Sin embargo, en los últimos meses, se ha suscitado cierta polémica en relación a la conveniencia o no de exportar estos materiales a Asia, argumentando por parte de los detractores que se producía un impacto ambiental derivado del transporte de papel para reciclar con destino a China.
Saliendo al paso de estos argumentos, y como orientación, WRAP ha realizado un estudio titulado: “Impacto de las emisiones de CO2 del transporte de papel recuperado y botellas de plástico desde el Reino Unido a China”, donde se analiza y cuantifica con método científico el impacto ambiental de dicho transporte.
Este estudio identifica las rutas y los medios de transporte, calcula y cuantifica las emisiones de CO2 en cada etapa y concluye que aunque, efectivamente, se produce un cierto impacto ambiental derivado del transporte, la exportación en su conjunto es ambientalmente sostenible, ya que los beneficios globales del reciclado de papel, y no olvidemos que además se trata de excedentes, superan con creces las emisiones asociadas al transporte.
Los resultados del análisis muestran que las emisiones de CO2 asociadas al transporte de una tonelada de papel recuperado, desde el Reino Unido a China, se encuentran entre 154kg. y 213kg. de CO2, niveles de emisión mínimos en comparación con el ahorro global en términos de carbono asociados al proceso de reciclaje de dicho material, que se sitúa en 1.300kg de CO2 por tonelada reciclada. Por lo que se concluye que la contribución de esta etapa al balance ambiental global del proceso de reciclado es mínima en comparación con los beneficios ambientales de todo el proceso.
Además, el estudio tiene en cuenta el desequilibrio comercial existente entre Europa y China que obliga a que la mayoría de los contenedores regresen vacíos a China. Hecho de primordial importancia cuando se calculan las emisiones del transporte por el método tradicional, que incluye las emisiones asociadas con el peso íntegro del buque y no sólo la carga. Así pues, y dado que los contenedores viajarán de todos modos vayan vacíos o llenos, a la hora de realizar el estudio se debe de considerar únicamente el incremento marginal de las emisiones debido a la carga, lo que reduce aún más el nivel de emisiones de CO2.