Cuando en agosto de 1909 llegó la noticia a la Ciudad de México, acerca de la devastación que Monterrey había sufrido por el desbordamiento del río Santa Catarina, aquellos pioneros que con muchos esfuerzos se encontraban iniciando el movimiento de la Cruz Roja bajo la dirección de una maestra zacatecana de primaria, Doña Luz González Cosío de López, no dudaron ni un instante en aprestar socorros para en ferrocarril, salir prontamente en auxilio de quienes lo habían perdido todo. Aun apenas en el viaje, se fueron confeccionando los primeros brazales y banderas de una Cruz Roja que, permanece perenne hasta nuestros días, como símbolo de asistencia humanitaria, imparcial y neutral.
El 21 de febrero de 1910, el Presidente Porfirio Díaz, firmó el decreto presidencial por el que se reconoció la existencia de esta sociedad de socorro en México; y a partir de entonces, la Cruz Roja Mexicana ha estado presente, prestando sus servicios a quien más lo necesita, en casi la totalidad de las tragedias que han asolado tanto regiones enteras, como de manera particular, a las familias mexicanas: durante los conflictos de la Revolución, especialmente en el sitio de la decena trágica y la batalla de Agua Prieta, las 2ª y 3ª invasiones norteamericanas.
Gracias a su neutralidad, ha sido protagonista de muy importantes acontecimientos. En 1920, el Presidente Venustiano Carranza es asesinado en Tlaxcalantongo y para evitar que su cadáver fuera ultrajado, es trasladado bajo la bandera de la Cruz Roja. Para 1926, la Cruz Roja actuó en un marco de imparcialidad durante la cruenta guerra cristera. En 1968, iniciado el movimiento estudiantil, Cruz Roja estuvo presente sin ninguna otra causa que la humanitaria, atendiendo a los heridos de todos los bandos; y 26 años después, sus voluntarios formarían cinturones de neutralidad en los sitios de las pláticas entre el gobierno y los zapatistas, a efecto de garantizar las condiciones necesarias para el diálogo.
La presencia de Cruz Roja en situaciones de desastres
Los desastres han sido la constante en la acción humanitaria de la Institución, y su labor ha sido ejemplo para muchos. En 1985 cuando el gran terremoto asoló la Ciudad de México, Michoacán y Jalisco, la Cruz Roja organizó en amplia medida, los sistemas de socorro y rescate de las víctimas, permaneciendo presente después de la emergencia, con programas de prótesis y rehabilitación, y reconstrucción habitacional. Esta experiencia sentó las bases para el actual sistema de protección civil.
Sus acciones innovadoras que con el fin de ayudar mejor la han llevado a estar preparada y presente, antes y durante los impactos de mortíferos y devastadores huracanes como Gilberto en 1988, Paulina en 1997, Stan en 2005 y las históricas inundaciones en Chiapas y Tabasco durante 2007, donde distribuyo más de 16 millones de kilos de asistencia humanitaria.
En muchos casos, fue la Cruz Roja la que instrumentó acciones de vanguardia que salvaron muchas vidas: en 1943, cuando el nacimiento del Volcán Paricutín en Michoacán, estableció campos de asistencia para los desplazados; en 1984, durante las explosiones en San Juan Ixhuatepec, aplicó un sistema de evaluación que permitió la evacuación inmediata de los habitantes de colonias aledañas. Su red de centros de acopio, facilita la llegada segura de ayuda humanitaria que el pueblo de México ofrece a sus hermanos en crisis, incluso más allá de nuestras fronteras, como en el caso del terremoto en Haití, en el que se enviaron y distribuyeron 6 mil toneladas de alimentos.
Cruz Roja Mexicana hoy
Hoy, sus programas son tan amplios que abarcan incluso, servicios de salud pública, médicos, escuelas de enfermería, capacitación, reducción del riesgo, servicios asistenciales a los más necesitados y programas educativos de la Cruz Roja de la Juventud, que incluyen preparación para el cambio climático, primeros auxilios, seguridad vial, salud sexual, VIH-SIDA, adicciones, y derechos humanos.