Parece más que evidente que la sociedad no va a permitir que se cometan los mismos errores que nos han traído hasta aquí. Existe un malestar generalizado que exige rearmar éticamente nuestras acciones, y no solo en la esfera política, sino también en el entorno de la empresa, la grande y la pequeña, desde el punto de vista del magament y del trabajador, para dentro y para fuera.
Nunca como hoy ha sido tan necesario que las organizaciones sean absolutamente transparentes. Nunca como hoy las empresas han sido tan vulnerables a una mala noticia. Vivimos ya en lo que Dolors Reig define como sociedad aumentada, es decir, una sociedad que tiene una capa más de información de la que percibíamos hace tan solo unos años gracias al desarrollo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y que se manifiesta en la extensión imparable de las redes sociales.
En este contexto no se pueden hacer las cosas como hasta ahora. Cada organización está expuesta diariamente a una fiscalización más dura que la de cualquier auditoria u organismo administrativo: la del ciudadano consciente, empoderado y en contacto instantáneo y permanente con millones de otros ciudadanos iguales de todo el mundo. Este ciudadano ha dejado de ser consumidor para ser prosumidor, o lo que es lo mismo, un consumidor informado que no se limita a elegir entre productos, sino que quiere ser protagonista activo de los procesos de diseño, producción y consumo.
La fuerza de los prosumidores es brutal. Si les damos lo que quieren serán nuestra principal fuerza de ventas. Un prosumidor que nos compra es un fan. Y un fan que cuenta lo buenos que somos en la red, es un comercial impagable.
Pero para ello no basta con tener el mejor producto o servicio a un buen precio. Ni tampoco con diseñar la mejor de las experiencias de usuario. Todo esto es necesario para nuestro negocio, pero no suficiente. El prosumidor quiere saber cuáles son los compromisos de tu compañía con la sociedad. No es un problema que tengas un buen balance económico (para eso se montan las empresas), pero sí que tus beneficios crezcan a costa de empeorar nuestra sociedad.
La crisis económica en un contexto de sociedad aumentada, exige contemplar todo lo que hacemos desde el punto de vista del triple balance: económico, social y ecológico. Sin un balance equilibrado en estas tres áreas, nuestras empresas estarán cojas e inadaptadas a las nuevas condiciones del mercado.
Treeplica es la herramienta que Lógica’eco (empresa de la Red SANNAS) utiliza para codiseñar con sus clientes su Triple Balance. Se trata de una metodología que complementa las clásicas de diseño de modelos de negocio añadiendo esta nueva perspectiva: la de comunicar de forma transparente los compromisos organizacionales con tu entorno para ser auditados por la propia ciudadanía.
En el área A medimos el impacto social, es decir, la forma en que la actividad de la empresa incide en las personas, especialmente en sus trabajadores. Con ello se quiere medir cómo entiende la organización la necesidad de empoderar a sus miembros para sacar lo mejor de ellos, aportando los recursos necesarios y velando por su salud, para posibilitar su pleno desarrollo. Una empresa sana en este aspecto está en mejores condiciones de crecer.
En el área B medimos el impacto económico, es decir, si un proyecto es viable a corto, medio y largo plazo. El balance económico es el clásico, si bien le añadimos dos variables importantes: la necesidad de condiciones laborales dignas para los trabajadores y la ecoefectividad, o lo que es lo mismo, hacer más con menos recursos, algo que no suelen medir con precisión los balances tradicionales.
En el área C, nos preocupamos por el entorno. No sólo por medir como hasta ahora el impacto ecológico negativo en el medio, sino por transformar este impacto en positivo. Hablamos de ecoinnovación para introducir en la empresa las medidas necesarias que den un paso más allá de la reducción del gasto mediante el ahorro de energía y materiales, incidiendo en el ecodiseño de los procesos productivos. También aquí nos preocuparemos por la salud del entorno, por la mejora del aire, del agua, del balance energético con la comunidad, etc.
No es pretencioso decir que con Treeplica damos un paso adelante en términos de Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Pensar en torno al Triple Balance es colocarse unas gafas con tres lentes y comenzar a contemplar la realidad en su dimensión real, no en la esquematizada que nos inventamos para que cuadrasen nuestras cuentas. Hoy, el beneficio económico sin preocupación social o ambiental está cada vez más desprestigiado, y eso va a influir en los prosumidores a la hora de tomar sus decisiones. Pero alégrense, no todo son cambios y obligaciones, piensen todo el mercado que se abre ante ustedes cuando le digan al mundo que han decidido ponerse las gafas del triple balance.