“Los océanos están vacíos”

La humanidad ha declarado la guerra a los océanos. Enviamos flotas de barcos con las últimas tecnologías y las redes más apretadas para atrapar hasta el último pez. Hemos vertido nuestras aguas residuales y la contaminación industrial en los ríos y los mares sin ningún cuidado, como si no hubiera un mañana. Nuestro insano apetito por la combustión y la energía se traduce en la acidificación de los océanos. Hoy los océanos están vacíos. La mayoría de los animales grandes se han ido. Hay cinco continentes de plástico. Lo he visto en todos los lugares donde he buceado. La situación es realmente alarmante.

 

Hace 20 años, en la cumbre de Río, todos los gobiernos del mundo se comprometieron a proteger el 10% de sus aguas de pesca para el año 2012. En 2012, menos del 1% estaba protegido.

 

Un primer paso sería seguir adelante con la creación de nuevas áreas marinas protegidas y una vigilancia más estricta de las mismas, para poder restaurar las poblaciones de peces y crear economías basadas en el turismo ecológico. En segundo lugar, un control drástico de todos los residuos depositados en el océano. Es necesario el tratamiento del 100% de dichos residuos. El plástico desechable debería prohibirse por completo en nuestras sociedades. Se debe poner fin a los subsidios de los combustibles fósiles y debemos llevar a cabo con urgencia la transición hacia las economías verdes, con las energías renovables y la gestión responsable de nuestros recursos acuáticos.

 

Sí y no. Las normas ambientales se están aplicando cada vez más en los países desarrollados. Sin embargo, tú no puedes beber agua sin contaminar el mar con plástico. El problema fundamental es la sobrepoblación de nuestro planeta. Educación y acceso al agua para todos es la solución para limitar la proliferación exponencial de nuestra especie en un planeta con recursos limitados.

 

Sí. De hecho, hoy en día los pescadores están capturando peces demasiado pequeños, por lo que es necesario repensar las áreas protegidas. Creo que deberíamos invertir el pensamiento corriente y proteger todos los océanos, dejando zonas específicas para la pesca. Seguramente, capturaríamos la misma cantidad de pescado,  al mismo tiempo que recuperaríamos los ecosistemas.

Las cuotas científicas nunca se han respetado y las decisiones políticas terminan duplicando o triplicando los límites planteados por los científicos. Técnicas destructivas como el arrastre devastan el fondo del mar por un puñado de camarones. Redes de deriva del tamaño de varios campos de fútbol matan sin distinción a todas las especies pelágicas. Estamos en guerra contra el océano. Y nosotros somos muy buenos en eso.