Fundación ÉTNOR ha cumplido 20 años. ¿Cómo ha sido el desarrollo de la fundación y el crecimiento de la ética en la misma?
La Fundación nació hace 20 años de la mano de un grupo pequeño de académicos y empresarios que teníamos la convicción de que las empresas éticas aumentan su probabilidad de permanecer en el mercado y de ser rentables. Es verdad que no se puede asegurar que una empresa va a progresar, pero pensábamos que la ética aumenta la probabilidad y, además, creíamos que las sociedades necesitan buenas empresas.
Al comienzo, la gente era muy escéptica, pero con el tiempo, nació la cuestión ética dentro del mundo de la empresa y ahora todos hablan de fondos éticos, gobierno corporativo, RSE, etc. Hablar de la ética en el mundo de la empresa y la economía ha aumentado enormemente en estos 20 años que lleva trabajando ÉTNOR.
¿En qué momento se encuentra la ética en el mundo empresarial?
Estamos en un momento de cambio que se llama crisis. Nos encontramos en un momento crítico donde pasaremos a la recuperación o a la defunción, y eso depende en muy buena medida de lo que hagan las empresas. Si entre todos aprendemos de lo que nos ha pasado, de lo que hemos ido haciendo mal y cambiamos determinados puntos, la recuperación es mucho más factible. Si caemos en la desmoralización y seguimos repitiendo las viejas actuaciones, me parece que lo tenemos muy mal y hay muchas empresas que van a tener que cerrar, y eso es malo para todos.
¿La máxima ‘una vida sin reflexión no es vida’ la aplican las organizaciones y los gobiernos?
Sócrates la aplicaba para el día a día. A mis alumnos les digo siempre: “Una vida sin reflexión no es digna de ser vivida” y debería aplicarse absolutamente a todo. Por eso, en ÉTNOR intentamos que se dé una reflexión entre empresarios y académicos, porque creemos que ese tipo de profesiones son fundamentales para los grupos humanos. Y, además, con dimensión ética, porque en muchas ocasiones hay empresarios que se juntan y hablan, pero no tienen ese punto de reflexión ética, de ver qué tipo de vías establecen en el mundo empresarial.
En España hay un desfase entre sociedad y empresa. ¿Qué se puede hacer para que las empresas no sean vistas como
las malas?
La verdad es que es lamentable que exista esa especie de contradicción, porque efectivamente todos los ciudadanos de a pie vivimos de las empresas. Si las empresas son algo absolutamente malvado, tendremos que marcharnos al desierto y estar allí sin consumir nada. Si vivimos aquí y vivimos de empresas, tendremos que intentar, efectivamente, que sean mejores, que sean más éticas. Las sociedades viven de las empresas y una buena empresa es un bien público.
¿Cómo avanza en España y en el resto del mundo el desafío de la ética en la política?
Nos tendríamos que preguntar si la ética está en las distintas esferas de la vida política. Es decir, si el pueblo soberano, los gobernantes o la Unión Europea se están tomando la ética en serio. La verdad, creo que nos la tomamos poco en serio. Hay un mensaje en el que deberíamos caer en la cuenta todo el mundo y es que todos somos interdependientes. La
interdependencia es clave y tendríamos que vivir solidariamente. Es una virtud ética importante y, sin embargo, creo que la
estamos olvidando.