Pero las empresas se encuentran con un obstáculo a la hora de llevar a cabo sus programas de Responsabilidad
Social, ya que el concepto generalizado actual de las acciones sociales que realizan las compañías es negativo. Las grandes empresas evocan el mal, siendo consideradas “intrínsecamente malvadas”. La forma que tienen, a ojos de muchos ciudadanos, de redimirse del mal que hacen a la sociedad no es otra que llevar a cabo actos de Responsabilidad Social. Los programas de RSC de las empresas, por tanto, se ven como un motivo de sospecha.
Ante esto, las empresas deben reaccionar para demostrarle a la sociedad que sus programas de RSC no son
cortinas de humo con las que ocultan el incumplimiento de sus responsabilidades, sino al revés. La Responsabilidad Social Corporativa es una más de las obligaciones de la empresa, que debe cumplirse, y se cumple, exactamente igual que todas las demás. Personalmente creo que la sociedad debería dejarse impresionar menos por los programas de RSC que dejan las empresas en el cepillo e interesarse más por la integridad de su gestión, que es lo importante y por lo que, a fin de cuentas, una empresa debería ser valorada.
Yo dirijo una empresa y me siento orgulloso de hacerlo. Y como empresario, a la vez que ciudadano, reivindico sin complejo alguno que mis intenciones respecto a nuestra sociedad en particular y al Planeta en general son tan altruistas y legítimas como las de la ONG más comprometida. Y, por supuesto, más auténticas que las de muchos, que sólo ejercen la solidaridad con el dinero ajeno.
Además, creo que existe un fallo de concepto en cuanto a qué es la RSC de una empresa. La Responsabilidad Social debe coincidir con el fin último de la compañía, que debería ser el de hacer un mundo mejor, siendo los beneficios obtenidos por la empresa sólo uno de los medios para conseguirlo. La RSC, por tanto, es un fin en sí misma.
Pero a la hora de llevar a cabo cualquier acción de marketing con causa no hay que olvidarse de ser muy escrupulosos tanto en los fines como en los medios utilizados, ya que, de lo contrario, una buena acción puede ser tachada de oportunista. Es necesario que la empresa le demuestre a la sociedad que sus acciones son reales, que su política social está orientada a crear un mundo mejor para todos y que no se trata de una acción de venta y promoción, sino de una acción de verdadera responsabilidad.
Toda empresa es un agente de cambio y aquéllos que tienen marcas más fuertes y mayor poder de llegada en la sociedad, aún más. Y eso, en sí mismo, es una gran responsabilidad. En Coca-Cola nos sentimos orgullosos de lo hecho hasta ahora y desde 1953, cuando la empresa inició sus operaciones en España. Pero, sobre todo, nos sentimos orgullosos de lo que nos queda por hacer y de lo que, por supuesto, haremos en el futuro.