Afirma usted, sobre acercar y vincular más la biodiversidad con la agricultura, que “hay que enganchar a la gente” haciendo accesible la actividad de este sector. Concrétenos un poco más cómo hay que hacerlo.
Nosotros pensamos que el enfoque hacia la biodiversidad o la integración entre agricultura y medio ambiente debe ser un enfoque muy técnico. Para conseguir eso, hay dos modos. Por un lado tienes que dar un beneficio al agricultor. Ese beneficio muchas veces viene simplemente del mercado, pero otras veces hay que subvencionar. Pero lo que sí creo es que lo que hay que hacer siempre es motivar, enganchar a la gente con lo que está haciendo. A eso me refiero cuando hablo de formación, de entrenamiento, de llevar a los chicos del colegio a ver esto.
Esas cosas crean un compromiso que, al final, es un beneficio social, que es lo que pretendemos, también con la PAC y con las subvenciones: que esa sociedad que está poniendo dinero reciba un beneficio por parte del agricultor y del gestor del medio ambiente en la mejora de la diversidad, de la calidad de las aguas o de la calidad de los suelos, entre otros.
¿Cómo cree que se puede conjugar de manera más equilibrada el beneficio económico con el ambiental y social teniendo en cuenta que quizás normalmente prima el primero?
Ya hay muchísimas empresas que dan importancia y priman muchísimo la sostenibilidad de su producción, incluso con una inversión bastante grande en este sentido. ¿Por qué lo hacen? Porque es parte de su forma de producir y también eso les produce ventajas.
Hay una parte importante de la sociedad que está dispuesta a pagar un plus por productos que estén cultivados en condiciones de producción integrada o siguiendo protocolos, determinados por la propia industria alimentaria. Ahí el beneficio es la imagen del producto y el acceso a mercados que pagan por ello.
Pero eso no sirve para la generalidad de la agricultura, que es muy variada. Ahí hacen falta otros estímulos. Ahora mismo tenemos la gran ocasión, con el ‘greening’ de la PAC, para hacer llegar realmente un beneficio al agricultor por darle algo a cambio a la sociedad. En fin, esperemos que en la PAC se concreten finalmente esos beneficios y que el agricultor perciba dinero por hacer las cosas bien. Y cuanto mejor las haga, más dinero perciba.
¿Y, entre estos beneficios de la PAC, cuáles destacaría?
Para mí, el ‘reverdecimiento’ (lo que se entiende por ‘greening’) es un aspecto muy positivo de la PAC si se sabe enfocar bien. Si se hace así, realmente conseguiremos un beneficio y la sociedad europea podrá entender el por qué una parte importante del presupuesto de la Unión Europea va a la agricultura.
Desde su empresa, ¿qué iniciativas y acciones tiene previstas para mejorar la situación del agricultor?
Esta reunión es un ejemplo de la difusión que queremos hacer; aunque en primer lugar trata sobre lo que estamos haciendo, después sobre cómo creemos que se debe enfocar la PAC y acerca de crear ámbitos de discusión con las autoridades, que son finalmente las que tienen que entender cuál es la problemática agrícola y cómo pueden enfocar esto.
Las decisiones que se toman en Europa a veces son complicadas de tomar, porque la diversidad de países es muy grande. Por ello, son muy importantes estos foros de discusión donde, de alguna manera, miembros de la Comisión Europea o del Ministerio de Agricultura español, por ejemplo, pueden oír lo que decimos desde la industria, lo que dicen las organizaciones ecologistas o los científicos, etcétera.
Eso es un modo. El otro es desarrollar la tecnología asociada, para poder decir, cuando se está hablando de ‘reverdecimiento’, “tenemos un programa desarrollado, probado por científicos y que demuestra que se pueden conseguir las cosas ya, no empezando de nuevo”. Nosotros llevamos tiempo trabajando en eso, y seguimos haciéndolo para ir mejorando cada día.
¿Cómo cree que la situación económica actual afecta a los recursos necesarios para que se dé ese desarrollo de la tecnología y la ampliación de unas buenas condiciones del agricultor?
El entorno económico en el que vivimos realmente no es favorable para ningún tipo de inversión. Pero si hay un dinero que está ahí, que es el dinero de la PAC, en el que hay destinado un 30 por ciento a medidas de ‘reverdecimiento’, y del cual es importante que se saque el mayor beneficio.
Insisto en la necesidad de sacar el máximo beneficio a los recursos que utilizamos y haciendo un buen uso de ellos. Si hay dinero, lo que hay que hacer es utilizarlo bien.
¿Y qué le diría a las organizaciones que quizás contemplen la afirmación del “máximo beneficio” desde un punto de vista algo negativo?
Yo, con Seo/Birdlife, que ha hablado en la jornada, tengo una visión de la agricultura con la que yo me siento bastante cercano. Tal vez la mayor discrepancia que podamos tener sea la de buscar la máxima productividad de la tierra, pero porque creo que ellos entienden que esa intensidad de actuación tiene un impacto muy fuerte sobre el medio ambiente.
Ahí discrepo, porque realmente creo que el impacto en el medio ambiente es tan fuerte en una agricultura de intensidad media como en una de intensidad fuerte. Si conseguimos, en una agricultura de intensidad fuerte, poder destinar un pequeño espacio de terreno para, por ejemplo, cultivar con criterios de biodiversidad, el balance será favorable.
Sobre lo que comenta de la situación del agricultor, ¿qué opinión le merecen las políticas de las empresas multinacionales del sector de la distribución según las cuales aunque el agricultor tenga en principio un beneficio, a la hora de distribuir su producto éste se le reduce?
Las empresas tecnológicas que aportamos medios para producir mejor y utilizando mejor los recursos, tenemos poco que ver en ese problema, que estoy de acuerdo que existe, entre el precio que recibe un agricultor y el precio que paga un consumidor.
Por otra parte, usted subraya la importancia de ser rigurosos en el desarrollo científico y tecnológico. Detállelo un poco más.
Cuando las decisiones se toman basadas en criterios emocionales o criterios de otro tipo (de “modas”, por ejemplo) los resultados pueden ser muy peligrosos. Pero por suerte en Europa tenemos un sistema regulatorio y de control bastante riguroso, yo diría que el más riguroso del mundo, incluso más que en Estados Unidos, que permite dar una seguridad muy grande al consumidor de que las cosas se están haciendo correctamente.
Pero ciertamente hay ocasiones en que estos criterios científicos, por motivos políticos, se obvian y entonces es cuando surgen los problemas. Y una Europa de tantos países, con tanta diversidad de climas, de formas de ser, etcétera, es muy importante que los criterios estén muy claros y que sean aplicados en toda Europa por igual.
A eso me refería: que es muy fácil decir, por ejemplo, que los insecticidas contaminan las aguas, pero ¿eso aporta realmente alguna solución al problema? Empresas como la nuestra se gastan millones todos los años en dar formación a los agricultores y en que cumplan las normas, aparte de invertir dinero en determinar cuál es la forma en que se deben utilizar esos productos para que no hagan daño a nadie.
Y ahí el control es riguroso por parte de Europa y los distintos países. Sabemos que si cumplen esas normas no va a haber problemas. Esa es la base de todo, pero si queremos esa seguridad, pongamos los medios para hacerlo. Y nosotros lo hacemos.
En relación con ello, ¿cómo valora la cada vez mayor importancia de la seguridad alimentaria? Ssobre todo de cara a la imagen del consumidor.
Indudablemente, para nosotros es clave. Un consumidor español de hortalizas o de naranjas, etcétera, está seguro de lo que compra. Sabe que no va a tener ningún problema. Pero, a su vez, también un consumidor alemán está seguro de que los productos que vende España son seguros, porque existen los medios para que sean seguros. Puede haber alguien que haga las cosas mal o corruptos que se salten las normas, pero lo que no puede ser es que ensombrezcan la imagen de todo un sector. Pero las cosas se hacen bien. Y nosotros somos los primeros interesados en que se hagan bien.
Una última pregunta: en relación con la PAC, ¿cómo cree que se puede mejorar para que contemple realmente las necesidades de muchos de los países que integran la Unión Europea?
Realmente es difícil, pero se debe hacer basándose en la negociación de igual a igual y con mucho respeto a las situaciones particulares de cada uno de los países. Desde la propuesta inicial de la PAC ha habido muchas variaciones, pero se va acercando a las necesidades de los agricultores. Y con esa diversidad que comenta, nunca estará todo el mundo contento.
Pero las cosas se solucionan a base de diálogo y negociación. Y al final, de esa manera, conseguiremos que todos salgamos un poco más beneficiados o, si se quiere poner de la otra manera, un poco menos perjudicados.