Las nuevas tecnologías de la comunicación han cambiado completamente nuestra forma de relacionarnos, al punto de encontrarnos ante una verdadera revolución en la cultura moderna. Y como parte de ese imparable desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, hemos ido perdiendo de vista que, antes que un producto o una tecnología, la comunicación es una habilidad que tenemos las personas para relacionarnos con nuestro entorno físico y social.
El sistema sanitario es uno de los campos en los que esa ‘deshumanización’ de la comunicación se ha hecho más palpable, ciertamente desde antes de la irrupción de las nuevas tecnologías. Admitiendo que hay matices, lo cierto es que la comunicación entre los médicos y los pacientes y sus familias es uno de los aspectos en los que el sistema sanitario sigue presentando un profundo déficit. Las causas son variadas: una formación universitaria en la que la comunicación es una materia ausente o su valor es despreciado en comparación con los saberes especializados, una práctica profesional que refuerza la autoridad de los médicos como poseedores de un saber específico que los hace dueños de nuestras vidas y, por qué no decirlo, la propia organización del sistema, que por masificación y falta de recursos limita el tiempo de consulta y termina convirtiendo a los pacientes en casos de estudio o simples historias clínicas, con pocas referencias a la historia personal y su contexto familiar y social. Esta deficiente comunicación entre profesionales y pacientes tiene un alto costo para el sistema sanitario en términos de diagnósticos imprecisos (que muchas veces acarrean pruebas y prescripción de fármacos innecesarios) e insatisfacción de los usuarios de este servicio público.
Afortunadamente, esta situación está cambiando poco a poco, porque cada vez son más los profesionales sanitarios que sienten la necesidad de establecer un vínculo de confianza, empatía y asertividad con los pacientes y sus familias para mejorar el proceso clínico. Porque, como dice el Dr. Julio Mayol, responsable de la Unidad de Innovación del Hospital Clínico San Carlos; “la curación empieza por la comunicación”.
Lo que estamos señalando es que la comunicación es un criterio de calidad asistencial que todas las organizaciones sanitarias deberían tener en cuenta. Y la mejora en los procesos de comunicación no depende tanto de un importante desembolso económico (aunque necesario), sino más bien de la voluntad de darle la vuelta a ciertas prácticas institucionalizadas por parte de quienes tienen las responsabilidades de la gestión.
Como en muchos otros campos, la realidad va unos pasos por delante de la universidad. Mientras trabajamos para que los planes de estudio de las carreras socio-sanitarias (y especialmente los de Medicina) se adapten a las nuevas demandas profesionales y sociales, nos toca desarrollar una tarea de concienciación dentro del propio sistema sanitario para recuperar el sentido primigenio de la comunicación: la de una habilidad que nos permite entendernos y establecer un vínculo personal, humano. Es tiempo de que los profesionales y, sobre todo, los gestores de las entidades sanitarias asuman este reto.