El horizonte normativo 2020 de la UE sienta las bases de una Responsabilidad Social Corporativa plenamente integrada en las grandes multinacionales y, por lo tanto, en su cadena de valor. La RSC 2020 que propugna la UE entra de lleno en la realidad del panel de proveedores de las grandes corporaciones europeas, esto es, de las pymes.
Las dificultades presentes y los retos futuros conforman el presente de estas compañías. Lo afirmo desde el conocimiento, en primera persona: además de consultor soy empresario, soy pyme. Y, como todos los que permanecemos en la lucha del día a día, he hecho de la necesidad, virtud.
Antes de la crisis, la gestión de la RSC todavía podía ser interpretada como una alternativa, como una opción para la pyme. En la salida, la RSC va a ser una exigencia competitiva demandada por el mercado. A primera vista el salto puede resultar vertiginoso. En realidad, no lo es tanto. Una de las ventajas objetivas de operar en un marco normativo como el de la UE es que buena parte de los estándares contemplados en el triple desempeño económico, social y medioambiental están cubiertos.
Hace unas semanas, en la presentación de su Guía RSE, el sector de automoción de Galicia estimaba en un 85% el grado de cumplimiento GRI medio de sus empresas. Este dato ratifica la idea de que la RSC está convenientemente instalada, pero su optimización operativa y funcional todavía es deficiente.
Para superar este pequeño escollo, en primer lugar, es preciso insistir en la necesidad de simplificar la divulgación de la RSC. Los conceptos y perímetros que la conforman deben ser adaptados a los tiempos y capacidades -siempre limitados- de las pymes. Junto a esta labor de proselitismo divulgativo es preciso convencer con bases objetivas, tangibles y medibles de las bondades competitivas que acompañan a un correcto proceso de implantación de políticas de RSC en las organizaciones.
Finalmente, formadas y convencidas, las pymes deben ser exhortadas a interpretar la RSC en un plano que trascienda el mero cumplimiento normativo y las eleve hacia cotas de compromiso social más ambiciosas. Casi nada.
El mero enunciado de la correcta senda de la RSC anima a desistir, pero como ya he apuntado, las pymes se enfrentan -nos enfrentamos- a un horizonte de compromiso que no admite ni desvíos ni demoras. Este es el marco en el que se ha concebido la plataforma www.responsabilidadreal.com, el de un pragmatismo militante que no teme al horizonte, que se extiende más allá de la realidad normativa. En su concepción combinamos sencillos elementos de autoayuda con principios básicos de compromiso real: la RSC al alcance -en términos de comprensión y aplicación- de cualquier microempresa, la sensibilidad del factor humano como recordatorio vital para cualquier macro organización.
En definitiva, planteamos un soporte práctico de ayuda para el 99,88% de las empresas y recordamos al 00,12% restante que lo importante no es el tamaño de la organización sino el de sus ideas.
Certificaciones, memorias, índices… todos son elementos claves en el desarrollo de la RSC y todos están presentes en Responsabilidad Real pero si tuviera que señalar lo que considero su hecho diferencial, el espíritu que quiere aportar al universo RSC, es la certeza de que existen múltiples estándares pero solamente hay una vida. Y esa vida no debe ser acotada por la autocomplacencia normativa.