El problema además se ha agudizado con la crisis, de modo que, para muchos podemos estar a la salida de la crisis en una situación de “riqueza que empobrece”.
España es uno de los países en los que este fenómeno de creciente desigualdad se está dando con tintes más extremos. En 2012, el 20% de la población más pudiente ganaba 7,2 veces la renta del 20% más humilde: y esto nos colocaba a la cabeza de la desigualdad en Europa, seguidos en tan triste ranking por Grecia, Letonia, Rumanía o Bulgaria. Si uno de cada cinco españoles vive por debajo del umbral de la pobreza, las SICAV acumulan más de 30.000 millones de euros y en un solo trimestre (el segundo trimestre de 2014) ganaron 1.314 millones de euros.
Resulta por tanto que mientras que la RSE se centra en evitar que las empresas se comporten irresponsablemente en su ámbito directo, la sociedad contempla cómo el contrato social que permitía una convivencia aceptable para todos se está viniendo al suelo.
La pregunta de si la RSE tiene algo que decir respecto a las desigualdades debe ser respondida con un sí rotundo. Si la RSE persigue que las empresas ganen una “licencia para operar”, tendrán que poner en el centro de su atención el problema de las crecientes desigualdades en nuestro país. Si lo que tanta veces se repite es cierto, aquello de que no puede haber empresa que triunfe en un país que fracasa, las desigualdades deberían ser un tema nuclear en la estrategia de sostenibilidad de las empresas. Esto afecta, sobre todo a las empresas grandes, las que más poder despliegan en el mercado y a las que se les supone una capacidad de acción e impacto social mayor.
Pero, ¿qué pueden hacer las empresas para aliviar las desigualdades en nuestro país? Al fin y al cabo su radio de acción es limitado y el problema es muy grande. He aquí algunas respuestas tentativas:
1.- En primer lugar, las desigualdades se alivian mediante la creación de empleo. Cierto que las empresas solamente pueden crear empleo en la medida en que crezcan y necesiten más empleados. Sin embargo, las empresas también pueden generar empleo de modo indirecto de múltiples maneras: mediante el apoyo (de formación, financiero) para que las PYMES de su entorno se consoliden y crezcan, y con ello creen empleo. O mediante el apoyo al emprendimiento de modo que surjan nuevas actividades económicas que generen empleo. Se podrían citar a un buen puñado de grandes empresas españolas que, ante el reto del desempleo, están utilizando, precisamente, estas prácticas, y hay que darles la enhorabuena por ello. Pero su acción no alcanza, ni con mucho, cifras lo suficientemente elevadas como para que tengan un impacto en el elevadísimo desempleo español.
Este tipo de iniciativas se podrían multiplicar exponencialmente si las empresas que ya avanzan por ese camino se coordinaran en acciones colectivas. Esto, además de multiplicar el impacto en el desempleo, multiplicaría también la reputación de las empresas responsables. Es curioso que España, siendo un país con empresas tan avanzadas en RSE sea un páramo respecto a iniciativas colectivas de RSE. ¿Quizás este momento tan extremo podría ser muy apropiado para romper esa tendencia al avance en solitario en la RSE?
2.- En segundo lugar, las desigualdades se alivian mediante la fiscalidad: en la medida en que todos pagamos nuestros impuestos, en esa medida éstos pueden ser utilizados para redistribuir la renta y suavizar las desigualdades. Esto me lleva al “cuarto oscuro” de la RSE. Todas las casas con historia tienen un cuarto oscuro o una buhardilla polvorienta y cerrada. Cuando se penetra en ella salen a la luz secretos bien guardados, como las cartas a un amor imposible de la tía que murió soltera, o el uniforme militar apolillado del bisabuelo que sirvió en el bando equivocado. El cuarto oscuro de la RSE es la gestión financiera que se realiza en la empresa. Es ahí donde se pueden localizar prácticas irresponsables de empresas que, por lo demás, en sus operaciones productivas, pueden ser perfectamente responsables. Pongamos como ejemplo las prácticas de elusión fiscal implicando a paraísos fiscales: la elusión fiscal puede ser perfectamente legal, pero ¿es aceptable y es legítima en el caso de grandes empresas españolas? Yo me atrevo a decir que no. En un país en el que las desigualdades crecen, maniobrar en la legalidad para no pagar los impuestos debidos en el país es un acto de gran irresponsabilidad. Sin embargo, diversas fuentes tienden a coincidir en que la mayoría de las grandes empresas españolas tienen operaciones en paraísos fiscales.
3.- En tercer lugar, las desigualdades se alivian reduciendo la brecha existente en las remuneraciones en las empresas. En los años 60 en los EEUU el pago a ejecutivos respecto a los trabajadores en la empresa no superaba el ratio 1:40. Hoy se sitúa por encima de un ratio de 1:300. En España en 2012, cuando el salario medio era de 22.700 euros, la paga de consejeros ejecutivos era de 2,9 millones anuales, un ratio de 1:126. Es posible que la paga ejecutiva se haya elevado por la importancia que la más nimia decisión de un consejero ejecutivo puede tener en los mercados globales. Pero también se ha elevado por la creencia, que se ha demostrado falsa, de que lo importa para el éxito de una empresa es la maximización de su valor bursátil. Esa visión cortoplascista, – cuyo inventor, Jack Welsh, luego calificó como “la idea más tonta del mundo”-, sigue imperando en los Consejos de Administración. Sus consecuencias, en la forma de pagas fuera de toda proporción, deslegitima, más que cualquier otra cosa a las grandes empresas españolas, por mucho que avancen en otros terrenos de la RSE.
Como reflexión final, cabe añadir lo que tan claramente ha dicho uno de los grandes maestros de la estrategia empresarial, Henry Mintzberg: “Cualquiera que acepte ser pagado cientos de veces por encima que sus trabajadores no es un verdadero líder. Por eso solo hay unos pocos líderes en las compañías estadounidenses. ¿Cómo puedes dirigir una empresa y decir que eres cientos de veces más importante que tus empleados?” Y concluía: “Los bonus de los ejecutivos destruyen las compañías”.