Dices que vivimos ajenos a nosotros mismos y que nos da miedo conocernos. ¿Cómo se puede llevar a cabo este proceso de autoconocimiento?
Nacemos en una sociedad que nos condiciona para buscar la felicidad fuera de nosotros mismos, siempre poniendo el foco en el éxito, el estatus, el prestigio y el reconocimiento.
Conocerse a uno mismo es doloroso porque siempre hay traumas, miedos, frustraciones y miserias, ese lado oscuro que en general no queremos reconocer pero que está dentro de cualquier ser humano. Sin embargo, hay un momento en que el nivel de sufrimiento es superior al miedo al cambio. Ello nos lleva a salir de la zona de confort. Las personas más humanas que he conocido son las que han vivido una gran crisis.
¿Cuáles crees que son las claves del liderazgo efectivo?
Sólo aquellas personas que han vencido sus miedos, han transformado sus complejos y sus frustraciones, y se conocen bien a sí mismas pueden convertirse en líderes conscientes y auténticos. Cuando una persona se conoce es más empática, más humana, lidia mejor con el estrés, con la incertidumbre y sabe trabajar con personas que piensan diferente. Lo que le falta a la empresa es un elemento fundamental, la humanidad.
¿Qué aprendizajes podemos extraer de la crisis?
Por más que podamos vislumbrar el fin de esta crisis, a menos que nos hayamos transformado como individuos, como directivos o como empresas, esta crisis siempre estará latente en nuestro interior y vendrá otra más grande todavía.
Si no te has cuestionado nada acerca de ti mismo, si no has cambiado algo de tu manera de pensar y de actuar como individuo y como empresa, has desaprovechado esta crisis.
¿Cómo ves el fenómeno de la RSE?
Desde mi experiencia como periodista, creo que la RSE ha sido puro marketing salvo alguna excepción. Igual que las personas queremos aparentar y nos ponemos una máscara, también las empresas tienen su vanidad y eso es la RSE.
La buena noticia es que esta RSE marketiniana tiene los días contados, porque vamos hacia una era de la transparencia. Al final se va a acabar sabiendo lo que haces y uno se define no por lo que dice sino por sus actos. Y es que el objetivo de una empresa debe ser crear riqueza, ganar dinero sólo es el resultado.
Lo mejor que le pueda pasar a una empresa es que un directivo aprenda a ser feliz, porque va a humanizar a la compañía.