¿Cómo ves la situación de la responsabilidad social ahora mismo a nivel global?
La responsabilidad social ha ganado lo que yo llamo la batalla de las ideas. Antes eran numerosos pero ya no hay más escépticos de la responsabilidad social. Es un hecho que la responsabilidad social llegó para quedarse. Ha ganado también prominencia total en la integración a las estructuras empresariales. Y es que hoy todas las compañías líderes tienen un área de responsabilidad social o tienen la función de responsabilidad social.
Sin embargo, queda muchísimo por delante, queda ganar la batalla de la implementación efectiva, y mientras tanto, los parámetros están cambiando y cada vez somos más exigentes. Ahora las empresas deben reunir muchos más requisitos que una empresa responsable hace cinco años atrás. Pedimos a los empresarios que tengan una doble función: la de producir ganancias, que es legítimo; pero también la función de producir valor social, comunitario, de mejorar la comunidad y el país en el que vive.
¿Y por qué la empresa tiene hoy en día esa doble función?
Porque la empresa es un actor cada vez más estratégico de la economía global. Es la que maneja las tecnologías punteras en el planeta y sus decisiones acciones son decisivas porque incumben a los temas críticos del planeta. Por ejemplo, el fraude de Volkswagen llenó al planeta de nitrógeno tóxico, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, que equivale a la contaminación de mucho tiempo. La decisión de la empresa causó daños no solo a la empresa sino al medio ambiente. Las decisiones para bien y para mal de las empresas tienen mucha injerencia en la vida de los humanos.
En este sentido, la segunda meta es que las empresas al mismo tiempo que producen productos, estén produciendo valor social. Otro ejemplo, hoy en día las empresas producen descontaminación, hay una alianza con las Naciones Unidas para producir medio ambiente sano y reducir la huella de carbono. Ese debe ser el camino, que la empresa produzca un medio ambiente sano.
Los dos caminos están abiertos. Si la empresa es indiferente frente a las necesidades de la sociedad o si la empresa está activamente involucrada con todo lo que sea bien común, lo que significa estar ayudando a generar salud de mejor, energía limpia, productos saludables. El estándar al que aspiramos es una empresa que se salga del paradigma tradicional de la empresa, que no piense sólo en generar utilidades, sino que junto a eso genere bien común.
¿Esto significa que la empresa regale parte de sus utilidades?
No. Esto no es incompatible, es lo más rentable para la empresa y benéfico para la sociedad. Cuanto más rentable es, mejor es para la productividad, para la moral de los empleados y mejor es para el acceso a fuentes de financiamiento e inversión.
Está muy comprobado actualmente que las empresas que hacen la conversión a empresa de doble o triple objetivo, les va mejor que a las que se quedan en objetivos tradicionales. No es un sacrificio lo que se le está pidiendo a la empresa, es una maduración, un crecimiento.
Por otra parte, la empresa es uno de los actores principales del siglo XXI y debe cuidar el bien común. Por ejemplo, hoy en día para las empresas cuidar el bien común significa generar trabajo activamente y que éste trabajo sea decente, bien remunerado, sin discriminaciones. A parte de eso, parte de la responsabilidad corporativa de una empresa que se proponga el bien común es promover las pymes en todos los espacios que tenga posibilidad.
¿Qué opina de que 2015 se ha vendido como el año de la sostenibilidad, por los ODS, la cumbre de Paris, etc? ¿Cómo estos movimientos supranacionales van a ayudar a ser mejores sociedades?
Para mejorar la sociedad es necesaria la colaboración internacional, enfocada en el desarrollo humano. De entre los movimientos supranacionales, el de las Naciones Unidas es el más grande. Así, los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible cubren aspectos muy importantes, como por ejemplo reducir la desigualdad. Este es un punto clave porque un nivel de desigualdad es disfuncional en términos económicos, es generador de todo tipo de desequilibrio.
La desigualdad es pura pérdida para las economías en esa escala; hace que haya cada vez más distancia entre los pocos que tienen buena educación y los muchos que no tienen o tienen poca. Resulta exasperante moralmente que los actuales niveles de desigualdad sean los mayores en un siglo y esta es una situación disfuncional económicamente porque reduce la demanda en los mercados, reduce la posibilidad de ahorro y la oportunidad de que prosperen las clases medias, que han quedado estranguladas en medio de estas grandes desigualdades a pesar de ser un polo de progreso.
Entonces, que el mundo se proponga a través de las Naciones Unidas reducir la desigualdad, es esencial…
Así es. Otro objetivo que también debe abordarse en colaboración es la erradicación del hambre. No hay forma de alimentar a 800 millones de personas con hambre, a pesar de que se producen alimentos actualmente para 10 mil millones de personas. En este sentido, las metas de Naciones Unidas son el techo más importante de metas concertadas y hay que apoyarlas. La empresa privada debe aplicar el criterio de corresponsabilidad. Debe ser uno de los corresponsables globales con gobierno.
En sus libros hace mucha referencia a la ética, depende de los países, pero ¿cómo se debe vincular la ética a la responsabilidad social entre las empresas?
Sabemos hoy que la falta de cultura ética no es un tema lírico, es totalmente práctico. Lleva a situaciones desastrosas. Lo vemos todos los días, si hubiera habido una cultura de ética corporativa en Volkswagen, no se hubiera producido el fraude que se descubrió hace unos meses. Ya hay culpables, se pronunciaron los once ejecutivos que tomaron decisiones, pero se está investigando a los ejecutivos que sabían y no hicieron nada. Es decir, si no hay un fuerte movimiento del fortalecimiento de la ética, vamos a ver desastres.
¿Cómo ve la Responsabilidad Social en América Latina?
Hay avances importantes en América Latina, hay varios países donde se formaron alianzas público privadas por el bien común. En Puerto Rico, por ejemplo, debido a la crisis económica, se formó una alianza público privada entre empresarios durante los próximos 4 años, siguiendo los objetivos del bien común. En Paraguay también. En Rosario, la ciudad mejor gestionada de América Latina, según la ONU, hay una alianza público privada para defender el medio ambiente, con más de 100 empresas diseminando buenas prácticas.